Solo el 30% del plástico que utilizamos en el mundo acaba siendo reciclado. El resto o se entierra o acaba en el mar.
Un problema de magnitudes tan grandes como nocivas contra el que hay que luchar ya no solo por un problema de conciencia y de conservación del planeta sino también, afortunadamente, por legislación.
Y es que el próximo año 2030, la Unión Europea obligará a que todos los envases de plástico comercializados en la UE sean reutilizables o puedan reciclarse.
Un reto mayúsculo en el que la española PRECO, fundada ahora hace tres años, quiere marcar la diferencia. “La compañía nace desde la voluntad de encontrar una solución a uno de los mayores problemas de contaminación en el mundo: el plástico usado. Nacimos con el objetivo ofrecer una solución integral de economía circular en el reciclado de plástico y que además generase cero residuos”, afirma Juan Baena, su presidente, a D+I.
Con un equipo de 35 personas detrás, PRECO está presente en España, Italia y Portugal, además de contar con una planta de producción en Toledo que ya trabaja 24 horas y cuatro proyectos de construcción en el norte y centro del país.
Concretamente, el Ecoparque de Toledo gestiona más de 20.000 toneladas de plástico ya tratado. Opera 24 horas y está certificada por la Unión Europea para fabricar productos renovables de baja huella de carbono y biocombustibles avanzados a partir de Residuos Sólidos Urbanos. “Eso significa que no sólo cumple la normativa española, sino también la europea muchísimo más exigente. La maquinaria y tecnología ha sido desarrollada en España y es de tan alto nivel que puede competir con cualquier otra del mundo sin complejo alguno”.
Pirólisis para convertir el plástico en líquido renovable
Para transformar el plástico usado en aceites líquidos orgánicos con el que volver a producir plástico, PRECO apuesta por la pirólisis, una tecnología que convierte el plástico en líquido renovable. “La transformación se realiza por calor, en atmósfera inerte, sin oxígeno, por lo que en el proceso de pirólisis no hay combustión y por tanto, no se generan contaminantes atmosféricos perjudiciales como dioxinas y furanos. La pirólisis produce tres elementos: carbón, que es recuperado para uso industrial, como sustituto del carbón mineral; gas, que se utiliza como fuente térmica para mantener la temperatura y líquido renovable”, explica Baena.
Así ataja también las críticas de algunos grupos ecologistas que señalan cómo el proceso de pirólisis provoca un aumento de la emisión de gases invernadero. “En cualquier caso, los beneficios al medio ambiente de evitar que miles de toneladas de plástico se entierren cada año en España o acaben en el océano, son infinitamente mayores. Globalmente nuestra tecnología es mucho más que neutra en emisiones, es claramente reductora de las mismas. Un plástico enterrado tarda en degradarse mil años sin citar lo que pasa en el mar”.
Entre los clientes de PRECO, la Administración Pública, empresas de hidrocarburos, de productos petroquímicos, de envases, concesionarias de gestión de residuos urbanos… Todas aquella que buscan cómo “dar salida a sus residuos transformándolos en materias primas útiles otra vez, respetando el medio ambiente, cumpliendo la legislación y promoviendo la economía circular”, apunta su presidente.
Baena afirma que su compañía tiene la capacidad de gestionar “todo el proceso de reutilización del plástico, desde buscar la mejor ubicación para una planta o el contacto con las administraciones, al suministro de residuo, diseño y fabricación de la maquinaria, proceso termoquímico para la obtención de biolíquido y, finalmente, su comercialización”.
Respecto a otras empresas con una actividad similar, afirma: “No hay otra empresa en España capaz de tratar residuos plásticos como lo hacemos nosotros. Para la mayoría de grandes compañías nuestro proceso es complementario a su negocio principal y ponerlo en marcha es extremadamente complejo. Por eso necesitan empresas con las que llegar a alianzas para que les suministren líquido renovable, vuelvan a dar vida a residuos plásticos o, simplemente, puedan ir juntos en proyectos de economía circular”.
¿Es posible un mundo sin plástico?
De acuerdo con Greenpeace, hasta el día de hoy se han fabricado unos 8.300 millones de toneladas de plástico desde que su producción empezase sobre 1950, lo que equivale al peso de unos mil millones de elefantes. Tan solo los fabricantes de bebidas producen más de 500.000 millones de botellas de plástico de un solo uso cada año. Según la industria del plástico, en Europa la producción de plástico alcanzó los 61,8 millones de toneladas en 2018.
Pero ¿es posible un mundo sin plástico? “El plástico es bueno y necesario, y hoy no existe un material alternativo. Actualmente no podemos concebir la alimentación o la sanidad, por ejemplo, sin el plástico. Por eso la cuestión no es eliminar el uso del plástico sino replantear su uso, yendo más allá de una única utilización. Hoy podemos convertir el plástico en una materia prima que transforme el modelo industrial químico, solucionando el problema de su acumulación y vertido. Contamos con la tecnología suficiente para convertirlo en un material que siga un proceso circular y que, además, genera empleo y economía sostenible”, asegura el presidente de PRECO.
Según explica, afortunadamente, casi todos los residuos plásticos pueden reciclarse. “Eso no significa que todos puedan volver a ser lo que eran. En principio, por seguridad alimentaria algunos no pueden volver a convertirse en nuevos envases de comida. No obstante, el desarrollo de nuestra tecnología posibilita que este reciclado también sea posible. Los residuos plásticos se pueden convertir en nuevos plásticos de calidad virgen, porque lo que obtenemos es una materia prima secundaria. El líquido producido también puede utilizarse como biocombustible avanzado para el transporte o como materia prima para la industria petroquímica, por ejemplo”, añade.
Con el año 2030 como límite temporal marcado por la Unión Europea para que todos los plásticos que se utilicen puedan reciclarse, Baena se muestra positivo respecto a cómo de preparada está España en ese desafío. “España tiene todas las condiciones para llegar a tiempo y preparada a 2030. Dispone de tecnología, empresas punteras y sensibilidad. Ahora, necesitamos que la administración facilite el camino simplificando procedimientos administrativos. La agilidad es clave en este camino. Por eso creo que las Administraciones necesitarían introducir en los pliegos de sus concursos de gestión de residuos, de manera general y cuanto antes, cláusulas específicas sobre el reciclado de la totalidad de los residuos plásticos”.
Eso sí, no solo basta con la tecnología, es imprescindible en su opinión seguir concienciando y sensibilizando a la población: “Sensibilizar es fundamental para poder cumplir con los objetivos de una economía circular. Afortunadamente hemos avanzado mucho. Tenemos que ser conscientes de que reducir, reutilizar y reciclar no cuesta, sólo trae beneficios y está en la mano de todos. No deja de ser curioso que el espanto que producen imágenes de los efectos del plástico en el mar no se refleje con la misma velocidad en la sociedad. Hay que seguir concienciando hasta que llegue un momento en que reciclar esté tan asumido que ni siquiera se cuestione”.