Tres puntos rojos sobre un pequeño cartel con fondo negro, colocado al lado de una ventana o de la puerta de un establecimiento, son señal irrefutable de que ese inmueble cuenta con una protección adicional. Un blindaje ante posibles robos o acciones de vandalismo más allá de una reja o una puerta reforzada.
La imagen de Securitas, empresa de seguridad privada fundada en 1934 y con sede en Estocolmo (Suecia), es inequívoca. Las alarmas y su personal de vigilancia son, probablemente, los productos y servicios más conocidos por el público general.
Sin embargo, más allá de la seguridad tradicional, esta firma, que actualmente cuenta con 18.000 empleados en España, se define como “una compañía de tecnología y de datos porque cuando afrontamos la seguridad del cliente lo hacemos pensando en una respuesta holística”, en palabras de su director de Transformación y Procesos de Negocio en España, Carlos Rebate, durante una entrevista con D+I.
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Una respuesta que implica “medios humanos, técnicos, despliegue de tecnología y cómo se opera”, aclara en un encuentro con este medio durante la celebración de Digital Enterprise Show – DES 2022, en Málaga. Un congreso al que Rebate acudió como ponente para participar en varias sesiones relacionadas con la ciberseguridad,
El directivo, procedente de Indra, se incorporó a Securitas en marzo de 2021 en un puesto de nueva creación. Desde entonces, se ocupa de apoyar la transformación continua de todas las líneas de negocio de la compañía. También colabora en el diseño del Securitas Operation Center (SOC) junto a su directora, Amaranta Cegarra. Unas instalaciones desde las que se gestionan 61.000 cámaras y 10 millones de señales al año.
Una capa de inteligencia
A lo largo de la conversación sobre seguridad, tecnología e innovación, planea continuamente otro elemento que completa la ecuación en la estrategia de este ingeniero informático y diplomado en inteligencia artificial: el factor humano.
“Cuando se habla de seguridad, las personas son un elemento fundamental porque transmiten confianza. Lo que pretendemos es aumentar sus cualidades con todo el potencial que la tecnología puede ofrecer para cuestiones que, aparentemente, pueden parecer sencillas”, asegura.
Como ejemplo pone el recorrido que un vigilante realiza por las instalaciones de un edificio para comprobar que todo está en orden: “La tecnología le asiste en su ruta para asegurarse de que no se deja ningún rincón sin revisar y le ayuda a recoger cualquier incidencia. Mientras, cámaras y sensores alertan ante comportamientos irregulares, como la parada no prevista de una máquina o la caída de un profesional que trabaja en solitario en un centro logístico”.
“Este tipo de eventos –continúa– están monitorizados de forma centralizada en el SOC, donde se procesan todas las señales y se concilian la presencia in situ en las instalación con una atención remota, añadiendo una capa de inteligencia que da un valor adicional a la tecnología”.
El dato como activo estratégico
Desde el departamento que dirige Rebate uno de los retos que tienen por delante, “como mínimo para los próximos cinco años”, es el de seguir haciendo un mejor uso de los datos. “Ya estamos en ello, pero hay un recorrido infinito”, afirma.
Para ello, Securitas cuenta con toda la información acumulada en el SOC desde su puesta en funcionamiento. Un centro que ejerce como un “backoffice de operaciones remoto, conectado a todos los sistemas de alarmas y ahora también a dispositivos IoT [internet de las cosas, en su traducción al castellano]”.
Como resultado de la explotación de esos datos, hace dos años el área de innovación en España desarrolló la herramienta Risk Prediction para la gestión del riesgo en el sector inmobiliario. La solución no sólo se nutre de la información recopilada por el SOC, también de otras fuentes de datos externos a los que se aplican modelos de analítica avanzada.
Gracias a ello, esta plataforma es capaz de detectar y predecir el riesgo por áreas geográficas muy específicas, evaluar la vulnerabilidad presente y futura de cada activo y, así, anticiparse y dedicar los recursos de seguridad donde más se necesita. “Se trata de asesorar al cliente sobre cómo hacer un uso más inteligente de sus recursos y el dato, como activo estratégico, nos ayuda”, asevera el directivo.
Más allá de la seguridad tradicional
Detrás de este y de otros proyectos, como el despliegue de un servicio de videovigilancia con drones para la Sociedade Galega do Medio Ambiente (SOGAMA) o el uso de dispositivos IoT en el ámbito hospitalario para detectar averías en equipos sanitarios, hay un equipo de científicos de datos “que nos ayuda a construir esos modelos y ser más inteligentes en nuestra aproximación a la seguridad”.
Rebate recalca que “ya no estamos hablando de seguridad tradicional, vamos más allá. De ahí la incorporación en los últimos meses de personas que, como yo, provienen de otras industrias, principalmente la tecnológica”.
Una referencia en relación a los fichajes, en diciembre de 2020, de Medora Miranda como directora del Negocio de Seguridad Electrónica y Esperanza Sánchez González como Chief Digital Officer (CDO), procedente de Indra.
“La tecnología da cobertura a los productos y servicios tradicionales, pero también va a servir como elemento de disrupción, y es ahí donde entran en juego tendencias como el machine learning, IoT o la desmaterialización de los entornos. Es algo que ya está ocurriendo”, concluye.