Málaga

La popularidad que ha cosechado la inteligencia artificial en los últimos meses, de una tecnología que data de los años 50 a un asunto que se cuela incluso en el discurso de los monarcas europeos, es inusitada. En el sector digital estamos acostumbrados a las olas de expectativas sobredimensionadas en torno a una tendencia concreta (ocurrió ya con la realidad virtual y aumentada, con la mal llamada 'consumerización' e incluso con el 'big data' o la nube), pero nunca se había visto un fenómeno de este calado.

Quizás la razón de tamaña sensación haya que buscarla en las consecuencias negativas asociadas tradicionalmente a esta tecnología -ya sean fundadas, infundadas o medias verdades-, que van desde la destrucción del empleo hasta la aniquilación misma de la Humanidad con una suerte de inteligencia artificial general maléfica.

La autora y experta en IA generativa Nina Schick reconoce esta preocupación y el ambiente generalmente pesimista sobre la llegada de la inteligencia artificial, al tiempo que denuncia que esta actitud no se vio siquiera "durante la aparición de internet". Schick ha sido una de las invitadas estelares del Digital Enterprise Show 2023, cita malagueña que se ha convertido en un inusitado polo de discusión sobre esta tecnología de crecimiento exponencial en el mismo día que el Parlamento Europeo aprobaba la tan esperada ley sobre el tema.

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En otra dosis de necesario realismo, Nina Schick explica que el escenario existencialista donde perdemos el control y todos morimos es teóricamente posible. Pero esa no es la cuestión, el papel todo lo soporta. La verdadera pregunta que debemos hacernos es si estamos cerca de esa perspectiva... y la respuesta es un rotundo no. Algo que se constata, prosigue la experta, con la hipocresía de muchos de los firmantes del memorándum en que se pedía una pausa de seis meses para establecer normas y limitaciones a esta tecnología... mientras invertían en el desarrollo inmediato de capacidades similares.

Las predicciones de Nina Schick.

En su intervención en DES 2023, la experta en inteligencia artificial Nina Schick ha elevado algunas predicciones sobre lo que nos puede deparar el futuro. Entre otras, que el presente " es el último momento de la historia de internet en el que la mayoría de los contenidos no tienen una capa de IA en su creación". Según sus datos, en 2025, el 90% de los contenidos online estarán generados por IA.

Por otro lado, apunta Schick, la inteligencia artificial generativa va a cambiar por completo la definición actual de trabajo. Así, el 80% de la mano de obra estadounidense va a verse afectada por la llegada de los LLMs (Large Language models).

Nadie, ni en los pasillos ni en los escenarios del DES 2023, discute el potencial de la inteligencia artificial. En palabras de Schick, "estamos en un punto de inflexión en la evolución humana, entrando en una nueva faceta en la relación con las máquinas que cambiará nuestra forma de vivir. Es la historia más interesante de nuestro tiempo, por lo que las decisiones que tomemos en los próximos meses van a marcar el rumbo de la historia".

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No coincidieron en los pasillos, por escasos metros, pero Héctor Gómez -ministro de Industria y Comercio- tampoco desaprovechó el foro para tocar el tema de moda, aunque con una visión radicalmente opuesta. En su caso, con un discurso menos profundo, de marcados tintes electoralistas y publicitando las amplias fortalezas de España en este sector en auge. "La inteligencia artificial tiene un gran potencial de transformación en el proceso de cambio y liderazgo en el que España está inmersa", ha sido su frase más destacada.

La visita del ministro de Industria y Comercio del Gobierno, Héctor Gómez, a DES 2023 en Málaga.

El realismo imperaba en Málaga, incluso pese a que algunos aún siguen viviendo en un mundo fantasioso, cuanto menos utópico. Es el caso del visionario David Wood, cofundador de Symbian y ahora dedicado por completo a dar conferencias en que anticipa mundos futuros sin soporte alguno en la realidad de mercado. ¿La última en DES 2023? Que veremos la llegada de la inteligencia artificial general en menos de cinco años

Por definición, la IA general (también llamada fuerte, acuñada por el psicólogo Charles Spearman) es aquella que pueda igualar o exceder la inteligencia humana promedio en cualquier tarea que se le asigne. De acuerdo a todos los analistas de prestigio, los investigadores universitarios y las propias empresas que se dedican al desarrollo de esta tecnología, por el momento no es más que un concepto hipotético.

En cualquier caso, apostemos por el plano de lo tangible o por universos de ciencia ficción, la realidad es que nadie duda de la importancia creciente de la inteligencia artificial. Hasta el punto de que pueda llegar a aumentar el PIB de Europa en un 5%, como recuerda la directora del evento, Sandra Infante. Un momento trascendental que ha tenido en Málaga su puntal de apoyo y pragmatismo sobre el que construir todo lo que está por llegar.

Los orígenes de la inteligencia artificial.

En la mítica cinta '2001: Odisea en el espacio' ya se introducía un ente inteligente con asistente conversacional y ciertas capacidades autónomas. Corría el año 1968, todavía en los anales de la informática moderna. Algo más tarde, en el 84, el mundo entero se asombraría (y preocuparía a partes iguales) con la irrupción en escena de Skynet, la inteligencia artificial (IA) que controlaba el arsenal nuclear de EEUU en la saga de acción Terminator. Y así podríamos seguir durante párrafos y párrafos, porque las referencias a la IA en la cultura popular llevan con nosotros desde hace décadas, configurando un imaginario colectivo que, sin embargo, apenas ha tenido constatación en la realidad tecnológica hasta este momento.

De hecho, los paralelismos entre el arte y la técnica no coinciden ni tan siquiera en el punto de partida. En el universo de no ficción, hemos de remontarnos hasta Ada Byron (más conocida como Ada Lovelace), quien fuera la primera informática de la historia y creadora del primer algoritmo computacional allá por 1842. Si prefieren  referencias más cercanas a nuestros tiempos, el antecedente lo encontramos en varios trabajos científicos publicados en la década de 1940 y, especialmente, a partir de los realizados por Alan Turing en los 50. Fue este genio británico, considerado como el padre de esta ciencia y autor del famoso test que lleva su apellido, quien se planteó al inicio de esa década la pregunta que aún hoy estamos tratando de responder: "¿Puede pensar una máquina?".

Una reflexión que se incorporó como punto de partida en la Conferencia de Darthmouth de verano del 1956, donde  Marvin Minsky, John McCarthy y Claude Shanon acuñaron formalmente el concepto de "inteligencia artificial" y se aventuraron a una particular -y a la sazón, errónea- predicción: para los años 80, las máquinas harían todos los trabajos de los hombres. Quizás algo (demasiado) adelantados a sus tiempos, pero que significó la consolidación formal de esta tecnología llamada a marcar un antes y un después no sólo en el plano tecnológico, sino también en el económico, social y ético.