“Hemos demostrado que cualquier materia sólida a base de carbono, incluidos los desechos plásticos mezclados y los neumáticos, se puede convertir en grafeno”. Así de rotundos se muestran en la Universidad de Rice (EEUU), donde han desarrollado un nuevo proceso que puede convertir grandes cantidades de casi cualquier fuente de carbono en grafeno, según publica Nature.
¿Cómo lo consiguen? Simplemente calentando esos materiales de desecho (residuos de alimentos como la cáscara de plátano e incluso plásticos) que contienen carbono a 2.800 grados centígrados. Eso sí, este proceso debe llevarse a cabo en un reactor diseñado a medida que calienta el material rápidamente y elimina todos los elementos que no son de carbono, como el gas. Una operación que apenas dura 10 milisegundos.
De esta forma, se obtiene de esta manera pequeña partículas de grafeno que, tal como aseguran desde la universidad, “eliminan gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono y el metano, que los desechos de los alimentos habrían emitido en los vertederos”.
Además, los investigadores destacan que esas partículas de grafeno flash se pueden añadir a cemento usado para producir hormigón, con lo que se consigue reducir la cantidad de CO2 que se genera en la producción de este material fundamental para la construcción.
James Tour, uno de los investigadores del proyecto, asegura que con una concentración de tan solo 0,1% de este grafeno flash en el cemento para crear nuevo hormigón “podría disminuir en un tercio su impacto ambiental masivo”. En este sentido, explica que “al fortalecer el hormigón con grafeno se necesitaría usar menos en las construcciones y, además, costaría menos fabricarlo y transportarlo”.
Hasta ahora, subraya Tour, el grafeno era demasiado costoso para usarlo en este tipo de aplicaciones, pero con este proceso flash se reducirá en gran medida el precio y, además, ayuda a gestionar mejor los desechos al aprovecharlos, siguiendo un modelo de economía circular.