El profesor Nadir Arber, del Centro Médico Sourasky de Tel Aviv, acompañado por la jefa del laboratorio, doctora Shiran Shapira, cree haber hallado una medicina cuasi mágica para el tratamiento de la Covid-19 en pacientes que la padecen, incluso, en grado muy agudo. Se trata de un compuesto que denomina EXO-CD24, ya probado de urgencia, con éxito total, en 30 enfermos y que sigue en una fase definitiva con cinco más.
Arber explica que lleva 20 años trabajando "con el concepto" de la molécula CD24 y los exosomas, una membrana que envuelve las células eucarióticas, las cuales contienen el ADN del ser vivo. El exosoma lleva consigo el ARN y el ADN, proteínas y lípidos de su célula de origen.
La utilización con seres humanos no se planteó ni se puso en práctica hasta "hace apenas seis meses, con resultados preliminares buenos", para una infección viral que, subraya Arber, si no encuentra una adecuada respuesta del sistema inmunológico, "en cinco o siete días queda fuera de control y ataca principalmente los pulmones".
Tras describir el funcionamiento de las vacunas que se están utilizando y los tratamientos con antivirales, como Rendesivir y Avipiravir, además de intubaciones y sistemas de ventilación, para combatir las "tormentas de citoquinas" (una reacción autoinmune que puede llevar a un fatal resultado), el profesor israelí pone en valor el enfoque diferente de "la innovadora plataforma basada en CD-24 enriquecida con exosomas, que se suministra directamente a los pulmones".
El medicamento se administra por inhalación. "Nosotros no tratamos el virus, sino el síndrome de dificultad respiratoria que es consecuencia de la infección y la acción del sistema inmune", aclara.
"Quiero elegir cuidadosamente mis palabras, porque no deseo que parezca negativo, de ninguna manera, el hecho de que otras compañías estén tratando de reutilizar [contra la Covid-19] medicamentos que ya se aplicaban a otras enfermedades", advierte Arber, "pero esto es algo completamente diferente y nuestra gran ventaja es que puede producirse eficientemente, es fácil de fabricar y tiene bajo coste. Y, supuestamente, ya hemos garantizado que no tiene efectos secundarios".
Añade que el medicamento surte efecto incluso en dosis muy bajas, es "una solución muy sencilla, en comparación con otras que se están utilizando" y cree que "en unos pocos meses" su organización estará en condiciones de "suministrar las necesidades de todo el mundo".
"Esta es una plataforma que puede tener ahora esta finalidad, pero podremos utilizar esta nueva estrategia para tratar muchas otras enfermedades devastadoras", afirma.
La magia, al descubierto
La explicación científica facilitada a continuación por la responsable del laboratorio, Shiran Shapira, sube quizás demasiado el listón científico.
Simplificando mucho, la acción de la molécula CD24 tiene efectos antinflamatorios en los tejidos dañados (en el interior de los pulmones, en este caso), mientras los exosomas intervienen en la comunicación intracelular y en la difusión de los agentes patógenos.
Según Shapira, el compuesto actúa vinculado con la inmunoglobulina humana como un "potencial punto de control inhibidor con antinflamatorios".
Tras haber realizado pruebas con ratones y con tejidos in vitro, el pasado 24 de septiembre la autoridad sanitaria israelí autorizó a Arber una prueba con 30 pacientes humanos, de los cuales un grupo de cinco recibió primero pequeñas dosis en aerosol; otro grupo equivalente recibió después dosis medias, cinco veces superiores; y, a continuación, otros veinte pacientes, dosis altas, diez veces más elevadas que el primer grupo.
Entre paciente y paciente esperaron 12 días, para asegurarse de que no hay efectos secundarios. Arber reconoce que al tipo de prueba realizado le falta poder compararla con un "efecto placebo", es decir observar a pacientes aparentemente tratados, pero sin dispensarles realmente el compuesto sometido a prueba.
No obstante, declara con satisfacción que los enfermos le decían que "en uno o dos días sentían que podían volver a respirar", sin escucharse entre ellos, y con la prueba efectiva de una progresiva menor necesidad de oxígeno. Cada paciente recibió el tratamiento durante cinco días. En ningún caso hubo efectos secundarios.
La edad media de los participantes en los tres grupos es de 58 años, con una horquilla desde los 37 hasta los 77. Una tercera parte son mujeres y todos ellos se encontraban en estado grave. Sólo en uno de los casos se detuvo el tratamiento porque sufrió otra infección. Todos los tratados "están ya en casa".
Una vez concluido el trabajo con el tercer grupo, el más numeroso. Arber recibió autorización para reclutar a otros cinco pacientes, en condiciones de mayor gravedad, para suministrarles el tratamiento en muy altas dosis, cien veces superiores a las del primer grupo.
Más allá de la Covid-19
Mirando más allá del coronavirus, Arber menciona otras enfermedades pulmonares que podrían beneficiarse de su nuevo medicamento para los que no hay cura:
- El síndrome de dificultad respiratoria aguda, para el que no hay un tratamiento eficaz, que suele acarrear hospitalizaciones de 47 días, como media, con más de un 40% de mortalidad.
- La enfermedad pulmonar intersticial, que no tiene cura y requiere tratamientos continuados con esteroides.
- El asma, que afecta a 339 millones de personas según estadística de 2016 y también requiere medicación de por vida.
- Múltiples enfermedades autoinmunes, sepsis anafilaxis, infecciones por ébola y gripe aviar, diversas respuestas inflamatorias del organismo y heridas abiertas, en proceso de curación.
El paso siguiente será establecer la capacidad de producción del medicamento con alguna empresa farmacéutica, una vez que se confirme la seguridad de su uso y obtenga las autorizaciones, para poder suministrarla a todo el mundo "en unos meses".
"Hemos de ser conservadores y prudentes", reitera Arber, aunque también reconoce que el primer ministro israelí ha tenido ya contactos con otros mandatorios extranjeros para establecer acuerdos de suministro.