Cuando visitó los talleres filipinos donde se curtía el cuero, Carmen Hijosa sufrió "un choque completamente impactante físicamente, emocionalmente y anímicamente. Fue pensar, no es posible trabajar así. No es posible que yo trabaje con un material que es tóxico...". Precisamente, Hijosa había construido su prosperidad en torno al diseño y fabricación de artículos de cuero.
Ese impacto de horror que confiesa a D+I, temblándole la voz por la emoción, tuvo unas extraordinarias consecuencias: dejó su trabajo, llegó a "rehipotecar la casa", porque tuvo que dejar su trabajo de consultoría para el Banco Mundial, y se dedicó de lleno cinco años al estudio de un doctorado en textil en el Royal College of Art de Londres, en busca de una solución con "responsabilidad" hacia esa "gente que no tiene las posibilidades que tenemos gente privilegiada como nosotros".
Hijosa condensa un relato que abarca 12 años de su vida: "eso [la visita a los curtidores filipinos] fue como en los cómics, se me encendió la bombilla: ¿qué pasa si hago un tejido con una malla de fibras, que es lo que es nuestra piel de cierta manera? Esa fue mi primera idea".
"Como una persona creativa que soy, tengo una idea y la veo perfectamente inminente", prosigue, "aunque tardé 12 años en verlo físicamente. Pero tenía muy claro que además podía dar una solución a un problema tremendo para el medioambiente, la gente y los animales también".
La "serial entrepeneur" (como ella se define: "esta es mi quinta empresa") desarrolló un nuevo tipo de tejido, a partir de hojas de piña, que sustituye perfectamente al cuero. Y esa invención ha sido reconocida ahora por la Oficina Europea de Patentes (EPO) nombrándola finalista para sus European Inventor Award 2021, en la categoría de pymes, que se fallarán el próximo 17 de junio.
En 2011 presentó una solicitud de patente para su tejido y en 2013 fundó la startup Ananas Anam, con sede en Londres. Pero su producto se escribe con una eñe española: Piñatex. "El doctorado de cinco años me dio el tiempo, las conexiones y la concentración para hacerlo. Tenía muy claro que no quería solamente convertir una idea en un prototipo para mí, porque vengo de la industria".
Su reto era "probar que podía funcionar técnicamente y ponerse industrialmente en producción. Y que había un mercado. Cuando hice la exposición [de la tesis], al final de mi doctorado, estas preguntas estaban resueltas".
Todavía le faltaba constituir su empresa y convertirla en un negocio rentable. Añade su agradecimiento a la mallorquina Camper "que hizo uno de los primeros prototipos" de zapatos y a Puma, que también le ayudó en aquel 'reinicio' vital.
Una vida ligada al cuero
Carmen Hijosa, asturiana de Salas, 69 años, con 19 se marchó a Irlanda y fue cofundadora de su primera empresa a los 25. La Chesneau Leather Goods fabricaba cuero de lujo, "exportando a las mejores tiendas del mundo". Ella fue directora de diseño y ventas. Al cabo de 15 años en la compañía se convirtió en consultora textil para el Banco Mundial, colaborando en institutos de investigación con la Unión Europea. Y empezó a entrar en contacto con ciertas realidades.
"Empecé a viajar a países que, obviamente, necesitaban ayuda en Latinoamérica. Eran los años 90. Estuve en Bolivia, en el altiplano, con comunidades quechua y aymara que no trabajaban cuero, eran diseños de otros productos, pero me di cuenta en aquellos tiempos de que la sostenibilidad no formaba parte de ellos", recuerda.
"Eso no existía en la conciencia popular y ni en la de la industria, pero yo me di cuenta del gran impacto que nosotros, creadores, diseñadores y empresas, podemos tener en la gente normal que hace las cosas".
Empezó a fijar su atención en "la cadena de suministro, porque estaba trabajando con gente que no tenía otra manera de producir. Y comprendí, por primera vez, lo importante que es la cadena de suministro completa y entender quién hay detrás de un producto", afirma.
El momento que lo cambió todo
Con estas ideas implantadas en su mente, "con esta claridad y responsabilidad social", inició su aventura en Filipinas en 1993. Y decidió buscar "el origen del material, de dónde viene, cómo está hecho". Y descubrió la penosa realidad del curtido ‘tradicional’.
"Hoy las cosas son diferentes. Tenemos muy buenos curtidores en España, donde todo es muy transparente, pero estamos hablando de otros tiempos. No tan lejanos, pero sí un poco. Y de otros países", señala.
Fue tal el impacto que decidió "justamente ahí, que sin tener una solución, no trabajaría más con cuero". Habló con el centro de diseño filipino, con el que actuaba como consultora del Banco Mundial, y les dijo: "No puedo trabajar así, esto no va conmigo".
Le pidieron que pensase algo. "Yo les había dicho: 'tenéis unas materias primas con gran potencial y una mano de obra para hacer cosas con gran futuro'. Veía que la gente podía trabajar con fibras, con madera, con cualquier cosa. Y empecé a trabajar con fibras naturales".
Su propósito era reemplazar el cuero, como material de alta calidad, para hacer el mejor diseño posible "a través de investigación e innovación".
La piña
Encontró las fibras de las hojas de la piña, "que es un desecho de la producción agrícola. Son muy finas, son muy fuertes, pero también muy flexibles. Y se usan en Filipinas desde hace muchos años, tradicionalmente", explica. La diferencia es que ella "tenía una gran idea industrial para producir en gran volumen".
El precio en años y esfuerzo que tuvo que pagar para hacerlo realidad ya está contado. Ahora, el invento de Hijosa, según detalla la descripción de EPO al anunciar su candidatura a los premios 2021, "ofrece un ingreso adicional a los agricultores y utiliza un recurso que, de otro modo, se desecharía". Los diez principales países productores de piña del mundo crean suficientes hojas como para reemplazar potencialmente más del 50% de la producción mundial de cuero.
El material Piñatex requiere menos agua que otros tejidos, como el algodón. Se fabrica con menos productos químicos y el proceso emite menos CO2 en comparación con la producción de cuero.
La réplica de la malla de fibras de colágeno del cuero implica quitar las fibras de celulosa de las hojas para fabricar fibras de calidad textil. Luego se procesan en una tela de malla no tejida, mejorando y suavizando esta alternativa al cuero, explica la presentación de la Oficina de Patentes.
"Producimos para empresas de moda. La mayor parte es para hacer zapatos", dice Hijosa. "Trabajamos, por ejemplo, con Hugo Boss, H&M… tenemos cientos de clientes. Funciona perfectamente con todas las pruebas técnicas y el mercado está creciendo. Estamos empezando a desarrollar un Piñatex especial para el mundo del automóvil".
Confiesa que también le gustaría empezar a diseñar y fabricar algún producto propio. Asegura en tono jocoso que no para de idear proyectos y en su empresa le dicen "ya no queremos más ideas, tenemos que producir más".
Pero lo que más le gusta subrayar es que, a partir de un desecho de la agricultura, "hay un nuevo material que puede sustituir no solamente el cuero, sino también los productos del petróleo [materiales sintéticos] que en realidad son todavía peor, porque tienes microfibras que se lanzan al aire, se van al agua... Es una producción de años y años, que no se desintegra".
Los premios de la EPO
En los premios al inventor del año, Carmen Hijosa competirá en la categoría de pymes con los británicos Ben y Pete Kibel, que han desarrollado una solución para evitar la captura accidental de aves marinas en la pesca con palangre; y con los suecos Henrik Lindström y Giovanni Fili, inventores de células solares flexibles para dispositivos portátiles.
En las otras categorías de los premios, los finalistas son:
En Industria, Per Gisle Djupesland (Noruega), por un sistema para administración nasal mejorada de fármacos; Christoph Gürtler, Walter Leitner y su equipo (Alemania), que usan dióxido de carbono para hacer plásticos más ecológicos; y Jan van der Tempel (Países Bajos), por un sistema de compensación del movimiento marino, para la transferencia segura de personas desde y hacia plataformas marinas.
En Investigación, Marco Donolato y su equipo (Italia / Dinamarca), por el uso de nanopartículas magnéticas para diagnosticar enfermedades; Robert Grass y Wendelin Stark (Austria / Suiza), por un almacenamiento de datos basado en ADN; y Mathias Fink y Mickael Tanter (Francia), por imágenes de ultrasonido usando ondas de corte.
En la categoría de Países que no pertenecen a la EPO, los candidatos son Bo Pi y Yi He (China), por sensores de huellas dactilares que detectan el flujo sanguíneo vivo; Kim Lewis y Slava Epstein (Estados Unidos), por herramientas para cultivar microbios; y Sumita Mitra (India / Estados Unidos), por el uso de nanomateriales en odontología.
Para el premio a la Trayectoria de toda una vida, los seleccionados son Metin Colpan (Alemania), desarrollador de herramientas eficientes para analizar ácidos nucleicos; Karl Leo (Alemania), por sus avances en semiconductores orgánicos; y Gordana Vunjak-Novakovic (Serbia / Estados Unidos), por sus trabajos en la ingeniería de tejidos orgánicos de tipo óseo, cardíaco y pulmonar.
Además, hay un premio por votación popular abierta al público, a través de la web de EPO.org, al que son candidatos los seleccionados de todas las categorías.