Tiene 10 años y nunca ha llevado bien que un médico se acerque a él. Ánder -nombre ficticio para preservar su intimidad- es un niño asturiano que sufre trastorno de espectro autista (TEA) y ni tan siquiera una leve caricia en el pelo le tranquiliza. Al contrario, le tensa aún más.
Pero hoy es diferente. Ya en la sala de espera ha conocido a Nao, sutilmente ubicado junto a él y que, también sutilmente, ha entrado antes que él a la consulta. Mientras esperaban la llamada del médico, han interactuado brevemente.
Para su sorpresa, al entrar en la consulta, Ánder se ha reencontrado con su nuevo amigo Nao. Primera sonrisa en un entorno que habitualmente siempre le es hostil.
La cosa va a mejorar. Porque cuando el médico, una vez completados los saludos, dice una frase que, en otro momento, hubiera estresado a nuestro pequeño protagonista, la situación se relaja.
—Vamos a ver cómo late ese corazón—, dice el facultativo con el estetoscopio en la mano.
—¿Se puede saber qué es ese aparato?—, responde inmediatamente Nao.
A continuación, el doctor empieza a explicar las funciones de ese instrumento y no duda en utilizarlo con ese paciente tan preguntón.
—¡Me haces cosquillas!—, advierte ahora Nao riéndose a carcajadas.
La reacción de Ánder no se hace esperar. Él también está riendo al ver la reacción de su nuevo amigo al ser auscultado. Sin darse cuenta, accede a que el médico, esa persona a la que tantas veces ha temido, haga lo mismo con él. Prueba superada.
La transformación tecnológica de este sector también va de favorecer entornos benignos a personas especialmente sensibles y con tendencia al desequilibrio emocional ante lo que ellos identifican como entornos hostiles.
La historia de Ánder, contada a D+I por la coordinadora de esta iniciativa, la doctora Elena Fernández, es una de las más llamativas y emocionantes de las nueve que han protagonizado esta experiencia piloto.
Es más, hace unos días, la doctora recibió una llamada que aún la emocionó más. El niño había conseguido ir a una cita odontológica totalmente relajado y sin necesitar la ayuda de un robot.
Hemos conocido a Nao, pero hay más herramientas que se han probado con éxito durante los últimos meses en el marco de este proyecto.
Así, se ha utilizado un entorno diseñado con realidad virtual que recrea la consulta médica para que las personas autistas puedan anticipar visualmente ese espacio físico. Al ofrecer a los pacientes la oportunidad de explorar de manera virtual la zona antes de su visita real, se les brinda la posibilidad de familiarizarse con el entorno y reducir la ansiedad.
Se ha puesto a disposición de pacientes y familiares un temporizador digital que permite a las familias establecer un tiempo determinado de espera antes de entrar a la consulta y reduce la incertidumbre de los pacientes con autismo. En definitiva, mejora la espera en personas con autismo.
Una plataforma de seguimiento de datos para mejorar la monitorización de los pacientes, relojes inteligentes para realizar un seguimiento remoto y en tiempo real de diversos aspectos vitales y de bienestar de los pacientes con TEA y un dispositivo -aún en pruebas- para la monitorización del sueño completan una serie de recursos que -salvo el robot y este último dispositivo- pueden ser descargados por la población que lo necesite a través de la página web de la iniciativa.
Una iniciativa que data de 2022
TeCuidas es una iniciativa que se acogió en el año 2022 al programa Misiones Científicas del gobierno del Principado de Asturias, creado en 2020 y que tras dos ediciones ya ha promovido un total de once proyectos con una financiación total de 1,5 millones de euros.
Esta misión tiene como objetivo favorecer la longevidad autónoma y saludable de colectivos vulnerables con dificultades para la comunicación y la interacción social, como personas con deficiencia auditiva, trastornos específicos del lenguaje, daños neurológicos o con trastorno del espectro autista.
El consorcio público-privado que forma parte de TeCuidas cuenta con una docena de socios y colaboradores: Alisys, Aritium, Finba-Ispa, Idonial, Human Analytics, micrux, Fundación Vinjoy, BQC, DXC, Eterna Diagnostics, Startquaque, Universidad de Oviedo y la Asociación de Familiares y Personas con Autismo (Adansi).
Uno de los planes del proyecto ha sido la creación de una consulta piloto en la red de atención primaria, destinada a desensibilizar a pacientes con TEA en relación con el entorno sanitario, eliminando barreras percibidas y facilitando su acceso a la atención médica en su centro habitual.
En esa consulta, instalada en el centro de salud de Pumarín, en Oviedo, han sido asistidos nueve pacientes en seis meses, con una atención específica apoyada por las nuevas tecnologías. Y con la participación estelar del robot Noa.
Además, se han instalado pictogramas de señalización para familiarizar al paciente con la consulta.
800 pacientes vinculados al tratamiento del TEA
El reto ahora es que esta iniciativa tenga continuidad. Actualmente hay cerca de 800 pacientes y familias vinculadas al tratamiento del TEA y más de 40 profesionales especializados en este ámbito, según los datos de Adansi.
El caso es que, lamentablemente, cada vez hay un mayor número de diagnósticos, con una proporción de uno de cada 68 menores. La doctora Elena Fernández explica a D+I que en EEUU esta proporción es de uno cada 32.
Fernández vincula este aumento de la frecuencia del autismo, entre otras cuestiones, a que engloba a personas con menos necesidades de apoyo, así como a un diagnóstico más precoz por parte de los profesionales. "Este sería un campo para seguir avanzando", asegura la doctora, que constata que la tecnología y la innovación asistencial es el mejor aliado para facultativos, familias y pacientes.
"Con este proyecto hemos facilitado que la población y los médicos se beneficien de los recursos que hemos probado, ya que se los pueden descargar desde la web para mejorar sus procesos de gestión de emociones de este tipo de pacientes", argumenta.
El objetivo final es continuar avanzando y extender a otros centros de la red sanitaria el plan piloto que ha resultado un éxito en Pumarín.
Por cierto, el programa TeCuidas incluye también un segundo plan piloto vinculado al diagnóstico precoz. Para ello, se han utilizado marcadores del estrés oxidativo como potenciales biomarcadores de TEA.
El proyecto ha permitido fijar bases sólidas para avanzar hacia la fabricación de dispositivos de diagnóstico y biosensores claves para mejorar el envejecimiento activo y saludable.