Un hombre en una cabina mueve una palanca y la pala de la excavadora baja hasta coger una porción de tierra. Nada del otro mundo. Si no fuese porque el operario no está a pie de obra, al contrario, se encuentra muy lejos de allí, en la oficina, ajeno a las inclemencias meteorológicas. Con este vídeo, el presidente y CEO de la operadora nipona NTT Docomo, Kazuhiro Yoshizawa, quiere ejemplificar el potencial del 5G para “resolver algunos de los grandes desafíos de la sociedad”. En este caso, la falta de expertos en determinados sectores. En 2025, Japón contará con 1,28 millones menos de trabajadores de la construcción que en 2014. La solución que NTT Docomo propone junto la empresa de equipamiento Komatsu es una excavadora de cinco toneladas que podrá controlarse por completo en remoto gracias al 5G.
Este es el nuevo Mobile World Congress. Un lugar donde los últimos dispositivos y ‘gadgets’ se ven eclipsados por las promesas de un mundo mejor gracias a la quinta generación de las redes de telefonía móvil. Mayor calidad de conexión, velocidades inauditas (1 Gbps) o una latencia (tiempo de respuesta) de un milisegundo son algunas de las características que han disparado el ‘hype’ de esta tecnología. Coche autónomo, cirugía a distancia, ciudades inteligentes, realidad virtual, fábricas conectadas…
Todas beberán del 5G y ninguna ha faltado esta semana en Barcelona. Promesas. Su implantación (y más aún su popularización) aún queda muy lejos. En 2025, el 5G sólo representará el 14% de todas las conexiones móviles del mundo, aunque este 2018 ya se lanzarán los primeros dispositivos con conexión 5G. Mientras tanto, el 4G se llevará la mayor parte del pastel, un 53% del 29% que representa en la actualidad, según el último informe ‘Mobile Economy’ de GSMA presentado esta semana.
Si hay un interesado en que el 5G sea real, ese es el sector de las telecomunicaciones. “Los operadores ven esta generación de telefonía como la oportunidad para recuperar el valor de la red”, explica el presidente y CEO de Ericsson, Börje Ekholm, en una de las conferencias de la gran feria del móvil. Sin embargo, su interés por recuperar un protagonismo perdido colisiona con las condiciones de su marco de trabajo. Por eso, las grandes operadoras han aprovechado su paso por la gran feria del móvil para dejar caer todo tipo de reivindicaciones que, generalmente, apuntan hacia la normativa y, especialmente, a la europea. “Europa se está quedando atrás”, advierte Ekholm.
“Mientras la industria móvil se mueve hacia el 5G, la necesidad de una política proinversión, proinnovación y de régimenes de regulación modernizados nunca ha sido mayor “, arranca el anfitrión del evento, Mats Granryd, director general de GSMA. “Necesitamos un entorno que provea de altos niveles de certeza y consistencia”, añade. El presidente y CEO de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, habla de “una nueva mentalidad”. Reclama un entorno regulatorio que soporte las “enormes” inversiones que la industria realiza cada año. “Hace falta un marco de inversión amistoso, no se trata de regular a los demás, sino de tener un campo de juego nivelado”, destaca durante su presentación en la jornada inaugural del Mobile World Congress.
El CEO de Vodafone, Vittorio Colao, se moja más, con nombres y apellidos. “Resulta irónico que las teleoperadoras tengamos que dar cobertura a todos, pero que Facebook o Google no tengan obligaciones”, afirma en su paso por el escenario. “Facebook Messenger ha convertido al gigante tecnológico en la principal empresa de telecomunicaciones del mundo, aunque prácticamente no tienen ninguna obligación en cuanto al acceso que debe ofrecer a los diferentes grupos de usuarios”, añade. Y acto seguido reclama: “Necesitamos las mismas reglas para todos”. Una demanda que podría interpretarse como una advertencia velada a las administraciones, si quieren que las operadoras asuman la (no poca) inversión que supone la construcción de las redes 5G.
“Un asunto que tenemos que tratar y sin el que el futuro no será tan positivo como creemos es el dominio digital de los grandes titanes Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google [conocidos popularmente como FAANG]”, continúa Colao. “El sábado, la capitalización de mercado de estas cinco compañías era de tres trillones de dólares, mientras que la de las 10 principales telcos del mundo, incluida Vodafone, era de un trillón”, agregó. Pero, después, el directivo subraya que su preocupación no es económica, sino que está relacionada con el papel del humano (y del trabajo) en un mundo en el que convivirá con la inteligencia artificial.
Sin olvidar el espectro
“El 5G y el internet de las cosas son habilitadores de nuevas soluciones que mejorarán el futuro, creo que la combinación de ambos en una gran oportunidad para crear alianzas, usar el poder de la tecnología y mejorar el trato de la sociedad con el ciudadano”, comenta. “Tenemos una oportunidad única para sentar los fundamentos y definir las prioridades”. De nuevo, vuelve a advertir que para alcanzar ese futuro idílico no sólo se necesita una regulación igual para todos los actores involucrados, sino que es esencial acelerar la velocidad de la infraestructura del gigabit. Y aquí entra en juego otro aspecto que despierta susceptibilidades en la industria, el espectro, es decir, el ‘espacio’ radioeléctrico que las operadoras ‘alquilan’ para ofrecer sus servicios.
“Hasta ahora ha sido muy caro, necesitamos hacerlo asequible”, dice Colao. Y para conseguirlo, las telcos piden que se amplíen los plazos de las licencias. ¿Cuánto deberían durar? El presidente y CEO de Ericsson, Börje Ekholm, contesta en tono burlón que infinitamente. “Necesitamos permitir al operador que reordene el espectro e invierta a largo plazo”, puntualiza. Actualmente este tipo de licencias en Europa está entre los 15 y los 17 años, un periodo “demasiado corto”. Cómo mínimo, dice Ekholm ahora con seriedad, tendrían que ser de 25 años. Cifra con la que coincide el CEO de Vodafone, quien añade: “Soy optimista con los próximos cinco años… si se cumplen todas estas premisas”.
El mejor campo de pruebas, las Olimpiadas
El desarrollo del 5G necesita de campos de pruebas y los actores del sector han encontrado el terreno perfecto: los Juegos Olímpicos. El gigante tecnológico Intel, junto a una serie de socios, acaba de realizar el mayor despliegue de la tecnología 5G visto hasta el momento, dentro de las Olimpiadas de Invierno de PyeongChang (Corea del Sur). 22 enlaces en 10 sitios para ofrecer diferentes puntos de vista en la captura de imágenes, IPTV, realidad virtual o Wi-Fi.
En total, 3.800 terabytes de capacidad de red
“Éramos muchos socios y muy distintos entre sí”, afirma la vicepresidenta primera y directora de estrategia en Intel Corporation, Aicha Evans. “El principal reto ha sido gestionar el ecosistema en tiempo real para poder trabajar juntos”, añade.