Mucho se habla en estos tiempos que corren del enorme desafío que supone la ciberguerra, esa batalla campal entre los distintos Estados con las tecnologías digitales como nuevo campo de batalla. Un combate bélico en el que hemos sustituido los tanques y las ametralladoras por hackers, códigos maliciosos y propaganda viral. Pero, ¿realmente hemos de olvidarnos de la guerra al uso, la que viene acompañando a la humanidad desde sus principios? ¿Acaso en la lucha armada no se están produciendo innovaciones que -más allá de un debate moral sobre las mismas- están articulando una importante industria?
La respuesta a ambas preguntas es un claro 'sí'. Sí a la llegada de tecnologías que prometen disrumpir en la guerra tradicional hasta el punto de convertirla en una 'guerra electrónica', por la extraordinaria expansión de sistemas de soporte digital, ataque y protección electrónica, plataformas para el control de aerotransportes, equipamiento de comunicaciones y soportes operativos de base digital. Y sí a la creación de un mercado de cifras astronómicas, de nada menos que 24.200 millones de dólares en 2017 y 30.320 millones de dólares para el año 2022.
Así lo asegura un estudio de MarketsandMarkets que recoge INNOVADORES en nuestro país. Hablamos de un incremento anual compuesto del 4,61% en los próximos cuatro años, motivado según los expertos por la