El 5G es evolutivo… y revolucionario”. Sandra Rivera, vicepresidenta senior y directora general del grupo de plataformas de red de Intel Corporation, admite que la última generación de comunicaciones móviles, al igual que las anteriores, mejora la capacidad y la cobertura. Aunque, matiza, tanto el 2G como el 3G y el 4G trataban de conectar a personas; mientras que el 5G hace hincapié en las cosas. Hasta ahí, todo lo esperado.

La gran disrupción del 5G viene, según la experta, de la oportunidad de “llevar la computación más cerca del destino”. Es el edge computing. “Una vez que se introducen plataformas de computación programable en lugares donde no habían existido antes, se crea una plataforma para la innovación que es como un lienzo en blanco”, destaca a INNOVADORES.

Esta descentralización hacia el extremo de la red abre la puerta a un nuevo mundo que va desde el coche autónomo hasta las operaciones de equipamiento industrial, la telemedicina o, incluso, el entretenimiento. Todo ello “sin requerir una conexión física”. ¿Por qué? “Porque a través del nuevo espectro somos capaces de transmitir grandes cantidades de datos a muy poca latencia”, explica. Hasta el 4G era imprescindible desplegar fibra o cobre.

“Para conseguirlo, un operador tiene que obtener una aprobación municipal, cavar las calles, instalar el cable… es muy caro», comenta Rivera. Con el 5G, se usará nuevo espectro de la torre de telecomunicaciones para trasmitir los datos. «Por eso seremos capaces de servir más rápido y ofrecer nuevos servicios sin invertir en infraestructura física”.  

“Los estándares abiertos, el código abierto, el ecosistema abierto… es el camino para que la innovación continúe”

Para llegar a ese escenario idílico, primero habrá que superar una serie de obstáculos que Rivera resume en tres. El primero, la estandarización. “Si pensamos que cualquiera está desarrollando dispositivos, ya sea un móvil, una tableta, un robot o un coche, hay que asegurarse de que el estándar está estabilizado y completado”, comenta. Sin embargo, la experta de Intel reconoce que en el último año este proceso “se ha acelerado mucho” por el interés que despierta el propio 5G y la posibilidad de mover la computación hacia el usuario. “La estandarización está avanzando mucho más rápido que en las generaciones previas”, dice.

El segundo reto es la identificación de las aplicaciones monetizables. “Se trata de saber quién va a pagar y cuánto va a costar cada servicio que se pueda crear”, indica. “Probablemente éste sea uno de los grandes desconocidos», añade. “Es un proceso de descubrimiento, realmente aún no lo sabemos, estamos en ese camino”.

Por último, Rivera apunta hacia la necesidad de un integrador de sistemas. “Su papel es crítico teniendo en cuenta el nivel de complejidad, con esos bloques de hardware y software desconocidos”, declara. “Es necesaria una figura que entienda como juntar esas piezas”.

Aun así, se muestra optimista. “Ningún de esos retos es imposible”. Según la directiva de Intel, todo forma parte de un proceso. Un proceso donde será clave la colaboración. “Los estándares abiertos, el código abierto, el ecosistema abierto… es el camino para que la innovación continúe”.

Un ejemplo real de comunicación

Intel ya ha experimentado la importancia de la colaboración en el despliegue del 5G durante los pasados Juegos Olímpicos de Invierno. “Era muy difícil por tratarse de un escenario mundial muy grande y porque había una fecha límite fijada”, comenta Rivera. Aquello reforzó la colaboración porque «todos dependían de todos”. “No hubo mucha competición, incluso teniendo en cuenta de que había competidores trabajando juntos”, reconoce la experta de Intel.

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