El tamaño es relativo. Por ejemplo, ¿cómo de grande se supone que debe ser el big data? Para 2020 se generarán más de 44 zettabytes de información (la mayoría creados por máquinas, no por humanos). Ni terabytes ni petabytes ni exabytes. ¡Zettabytes! Visualícelo así: un uno seguido de 21 ceros. Un número mucho mayor, seguro, que cuando se acuñó el término big. Tal cantidad de información obliga a aprovecharla en todas sus fases. Incluida el almacenamiento, que quiere superar el estado de commodity, empezar a aportar valor y, por qué no, ingresos económicos. La estadounidense Pure Storage está empeñada en conseguirlo a través de una tecnología llamada flash. (Algo debe estar haciendo bien cuando sólo cinco años después del lanzamiento de su primer producto ha facturado 1.000 millones de dólares).
El CEO de la compañía, Charlie Giancarlo, recurre a una metáfora muy apropiada para la ocasión. Está en San Francisco y qué mejor manera de defender la relevancia de los datos que remontarse a la fiebre del oro californiana. "En aquel entonces el oro era limitado y los mineros tenían que volver a casa cuando se acababa, pero hoy la cantidad de oro está creciendo". El público aplaude. Es el arranque de Accelerate, el evento anual de Pure Storage, donde saca pecho por sus avances en el almacenamiento de datos, quizás la rama menos mediática de la computación, ante 500 personas traídas de todo el globo.
"Yo lo veo como un taburete de tres patas: procesadores, red y almacenamiento", dice. "Y las dos primeras han crecido a un ritmo mayor". Eso significa que el simple hecho de guardar los datos se ha convertido en un cuello de botella. Los discos magnéticos que tradicionalmente se han utilizado con este fin no son capaces de alcanzar las velocidades requeridas. Parecía que la industria del almacenamiento había tocado techo.
Ya no había lugar para la innovación y la diferenciación. Sólo existía una fórmula para competir en un mercado dominado por la comoditización: reduciendo los costes. Y en este panorama (en principio) desolador es donde Pure Storage ha encontrado su oportunidad. Gracias a la memoria flash. La empresa lo ha apostado todo a esta tecnología (se autocalifica como all-flash) y ha reforzado esta jugada con la presentación durante Accelerate de la familia completa de su FlashArray.
Este avance requiere inevitablemente un nuevo modelo de arquitectura en el almacenamiento de datos. ¿Qué significa esto? Que urge ordenar esas piezas de ‘Lego’ de la manera más eficiente posible. En los 90, la estructura predominante era la monolítica (basada en islas de almacenamiento); después, en el 2000, se optó por la virtualización, que prácticamente mantenía la misma arquitectura de la aplicación. Hoy, el modelo "se invierte por completo".
Las apps ahora se desarrollan con el objetivo final de dar acceso a los datos (antes toda la relevancia recaía en ellas y no en su contenido). La información, por fin, es la protagonista. Así se empieza a hablar por primera vez (aunque parezca lo lógico desde un principio) de una arquitectura con los datos en el centro. En definitiva, se trata de una infraestructura "más rápida, 100% compartida, simple y construida para permitir la innovación rápida". Hasta tal punto que el data as a service se convierte en una realidad. "Es el paso lógico en la evolución de los centros de datos", revela Giancarlo.
"La consultora Gartner ha creado una nueva categoría para ello, el almacenamiento compartido acelerado", dice el vicepresidente de producto y soluciones de marketing, Matt Kixmoeller. "Nuevo nombre, nueva categoría, nueva arquitectura". Y explica: "Este tipo de arquitectura disocia el almacenamiento y la computación, así que permite escalarlos y mejorarlos independientemente, manteniendo al mismo tiempo el rendimiento y la eficiencia".
El diseño se optimiza realmente para los datos aportando (de nuevo) velocidad. "Se acabaron los datos fríos", asegura el vicepresidente de ventas en Norte América, Matt Burr. El estancamiento de la información en silos independientes ha conseguido que los datos "sean el activo más caro en lugar del más valioso". Nunca más. Giancarlo reconoce que no se puede comprar una arquitectura centrada en los datos, sino que debe construirse y para ello es imprescindible un cambio no sólo tecnológico, también de procesos y de organización. ¿Cómo saber si se va por el buen camino? "Cuando nadie en la organización sabe quién es el administrador del almacenamiento, simplemente sus aplicaciones funcionan… igual que en la nube".
Y la inteligencia artificial
Como no podía ser de otra forma, el tema de los datos acabó derivando en la tecnología estrella del momento, la inteligencia artificial. La multinacional estadounidense encargó una encuesta al MIT Technology Review para indagar en la estrategia de 2.300 empresas de todo el mundo. El resultado ha sido que un 82% confía en el impacto positivo de la inteligencia artificial en sus negocios, pero el 78% revela que le cuesta digerir, analizar e interpretar grandes volúmenes de datos. Se produce el abismo de Geoffrey A. Moore. Los negocios necesitan poder desplegar rápidamente plataformas de inteligencia artificial para poder centrarse en construir sus aplicaciones sin preocuparse por la complejidad de la infraestructura.
Ante esa realidad, parece lógico que Pure Storage se haya aliado con el líder del sector, NVIDIA, para crear un puente que permita cruzar ese desfiladero con éxito. Esta solución se llama AIRI y AIRI Mini. "Las empresas necesitan arquitecturas de referencia", dice Rob Ober, de NVIDIA. "La premisa fundamental de AIRI ha sido democratizar la inteligencia artificial en la empresa", añade Burr. El vicepresidente de ventas cree que el objetivo de las empresas es mejorar, de alguna manera, el mundo; "un mundo que no va a ser mejor si las compañías siguen encontrándose con ese tipo de barreras".
Hasta la pizza es cosa de software
"Todas las compañías de hoy forman parte de la economía de software", afirma el CEO de Pure Stoge. Hasta Domino's. "¿Se puede ser más analógico que una cadena de pizza?", pregunta. La compañía de comida rápida ha instalado un sistema de inteligencia artificial para analizar las llamas telefónicas de los clientes. No contestan personas, sino un chatbot. Después, el asistente virtual envía la orden al establecimiento más cercano y así reduce el tiempo de entrega.