Aunque el anuncio se ha hecho público esta semana, la comunidad y el profesorado del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) ya hace un tiempo que son conscientes de la enorme transformación que está en marcha con esta nueva ola de la inteligencia artificial. El lanzamiento de una nueva Escuela de Ingeniería de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial (MIT Stephen A. Schwarzman College of Computing), solo hace que confirmar la magnitud y capacidad transformación del mundo que la inteligencia artificial está llevando a cabo.
La forma con que aborda estos profundos cambios el MIT es, como siempre, especial. En el titular de su comunicado: El MIT se transforma a sí mismo para dar forma al futuro reconoce que la aceleración actual le obliga literalmente a reinventarse como institución, y como uno de los líderes mundiales de la innovación que ha sido y aún ahora. El hecho de crear una nueva escuela de ingeniería no sucedía en el MIT desde 1950, hace ahora 70 años, momento en que se crearon la Escuela Sloan de Administración y Dirección de Empresas y la de humanidades (MIT School of Humanities, Arts, and Social Sciences MIT SHASS), cuyos activos van a ser un factor importante en esta ‘reconfiguración’ del MIT, ya que la segunda digitalización y su inteligencia artificial necesita en su seno de la ayuda y protagonismo de las humanidades.
En palabras del propio presidente del MIT, Rafael Reif: “Los avances tecnológicos deben ir de la mano con el desarrollo de directrices éticas que anticipen los riesgos de innovaciones tan poderosas. Es por eso que debemos asegurarnos de que los líderes que graduamos, ofrezcan al mundo no sólo la magia tecnológica, sino también la sabiduría humana, la conciencia cultural, ética e histórica que exige usar la tecnología para el bien común”.
Y añade “con esta iniciativa el MIT busca fortalecer su posición como actor internacional clave en la evolución ética y responsable de tecnologías que están capacitadas para transformar fundamentalmente la sociedad”. Por cierto, Reif, que está liderando esta transformación histórica, es el primer hispanohablante de origen (nacido en Maracaibo, Venezuela), que ocupa la presidencia del MIT en sus más de 150 años de historia.
Tecnología, computación, políticas y ética, todo en uno
En el MIT, para afrontar esta gran transformación “horizontal” el cómo también es diferente. Implica a las humanidades, la ética y la política especialmente y, por ello, la nueva escuela “buscará ser no sólo un centro de avances en ciencias de la computación, sino también un lugar para la enseñanza y la investigación sobre políticas y ética relevantes para asegurar que las tecnologías innovadoras del futuro se implementen de manera responsable, en apoyo del bien común”.
Y para ello, el MIT desea, “además de transformar su metodología interna creando nuevos planes de estudio que conecten la informática y la inteligencia artificial con otras disciplinas”, implicar a otros actores externos, con una intensidad no conocida hasta ahora. Va a poner en marcha “foros para involucrar a líderes nacionales de los sectores empresarial, gubernamental, académico y periodístico, a fin de examinar los resultados esperados de los avances en la IA y el aprendizaje automático y formular políticas en torno a la ética de la IA”.
Además, esta escuela seguirá el característico estilo del MIT: “Alentar a los científicos, ingenieros y especialistas en ciencias sociales a colaborar en el análisis de las nuevas tecnologías y en la investigación al servicio de la industria, y también implicar en ello a los responsables de la formulación de políticas y a la comunidad investigadora en general”.
En este sentido, el vicerrector del MIT Martin Schmidt subraya que la Escuela de Computación e IA se ha diseñado para “no ser un silo, sino un tejido conectivo para todo el MIT”. Con esta nueva iniciativa, se pretende una reorientación completa de la institución “para llevar la potencia de la computación y la IA a todos los campos de estudio e investigación del MIT, para conseguir que el futuro de la computación y la IA se construya a partir de los conocimientos de todas las demás disciplinas”.
La transformación académica que esto implica se refleja en la creación de 50 nuevas cátedras que se ubicarán tanto dentro de la nueva Escuela, como conjuntamente con otros departamentos del Instituto. Esto significa que casi se va a doblar la capacidad docente e investigadora del MIT, concretamente en informática e inteligencia artificial. Es un cambio de dimensiones históricas para la institución.
Recursos económicos y grandes nombres
Naturalmente no está en la naturaleza del MIT empezar la casa por el tejado ni hacer brindis al sol. La dirección de la institución es consciente que una transformación de esta magnitud no es posible sin grandes recursos económicos. Aunque el anuncio se ha hecho ahora, las cabezas pensantes del MIT hace tiempo que llevan trazando un plan para estos cambios y buscando los medios económicos necesarios para hacerlo con excelencia colaborando socios, no solo en el aspecto financiero, sino con quienes posean la cultura y filosofía adecuada.
En septiembre de 2017 el MIT ya puso en marcha el IBM-MIT AI Lab con una inversión a 10 años del gigante tecnológico de 207 millones de euros y unos meses después lanzó la iniciativa MIT Quest for Intelligence poniendo al frente de ambas al científico español de inteligencia artificial, Antonio Torralba. Ahora quien se ha unido al MIT ha sido Stephen A. Schwarzman, presidente, CEO y cofundador de Blackstone -una de las principales empresas de inversión del mundo, que gestiona más de 440.000 millones de dólares en activos-. El inversor ha donado 302 millones de euros para la constitución de esta nueva escuela en el campus del MIT, que lleva su nombre.
Se estima que para desarrollar todos los cambios necesarios se necesitarán 864 millones de euro. Según las previsiones esta nueva escuela deberá estar funcionado académicamente en septiembre de 2019, cuando será inaugurada. Pero la finalización del edificio no está prevista hasta 2022.
En el anuncio del MIT, obviamente, no se habla de qué gestiones están realizando para recaudar el resto de la financiación y sobre el detalle de las asociaciones y colaboraciones con líderes de las empresas de tecnología, pero ya hay un rastro de pistas. Por ejemplo, en el anuncio del MIT, el CEO de Apple, Tim Cook, afirma: “Contamos con muchos graduados del MIT en Apple y hace tiempo que admiramos la forma en que esta universidad y sus alumnos abordan la tecnología, teniendo en cuenta las necesidades de la humanidad. La decisión del MIT de centrarse en la informática y la IA a través de la actividad completa de toda la institución muestra una enorme previsión”.
Otra opinión destacada es la de Eric Schmidt, ex CEO de Google, expresidente ejecutivo de Alphabet y hoy, además, profesor visitante de Innovación en el MIT: “Es un paso audaz para remodelar las fronteras de la informática”. Así, se muestra entusiasmado con esta “porque tiene una agenda obviamente humana”, haciendo referencia al aspecto sobre las humanidades que implica la iniciativa. El exCEO de Google se ha implicado a fondo en esta nueva revolución el MIT y forma parte del consejo asesor de otra iniciativa reciente sobre la inteligencia artificial, la citada MIT Quest for Intelligence y del consejo del MIT Work of the Future Task Force, que tiene que ver con el análisis de una de las posibles reiteradas amenazas de la IA, que es el efecto que puede tener sobre el trabajo y los empleos de los trabajadores humanos.
Por su parte, Ginni Rometty, presidente y CEO de IBM, también se declara “como socio del MIT en la configuración del futuro de la IA” y destaca que es “una inversión sin precedentes para las promesas de esta tecnología. Se basará, sobre todo, en pioneras investigaciones a través del MIT-IBM Watson AI Lab. Juntos, mediante las que continuaremos liberando el enorme potencial de la IA y explorando sus impactos éticos y económicos en la sociedad”.
Filosofía de retornos a la sociedad
Visto desde España, toda esta determinación del MIT para liderar una transformación radical de sí mismo produce, al tiempo, admiración y sana envidia, sobre todo por la mentalidad de algunos empresarios, como Stephen Schwarzman, que no se limita a hacer la donación fundacional para poner en marcha la escuela, sino que se implica desde la ideas, algo que aquí llamaríamos sentido de Estado: “No hay oportunidad o desafío más importante al que se enfrenta nuestra nación que aprovechar responsablemente el poder de la inteligencia artificial para seguir siendo competitivos a nivel mundial y lograr avances que mejoren toda nuestra sociedad”.
Y añade: “Nos enfrentamos a cuestiones fundamentales sobre cómo garantizar que los avances tecnológicos beneficien a todos, especialmente a los más vulnerables a los cambios radicales que la IA traerá, inevitablemente, a la naturaleza de la fuerza laboral. La iniciativa del MIT ayudará a EEUU a resolver estos desafíos y a seguir liderando la computación y la IA en el siglo XXI”.
Podría parecer que las palabras de Schwarzman forman parte de una operación de imagen personal pero sus hechos desmienten eso. Solo unos datos de detalle que el propio MIT menciona en su comunicado. En 2013, fundó un programa internacional de becas altamente selectivo, llamado Schwarzman Scholars en la Universidad de Tsinghua en Beijing (China), para educar a los futuros líderes mundiales de este país, y esto tuvo como consecuencia los 499 millones de euros que ha recaudado el programa hasta la fecha, según el modelo de la prestigiosa Beca Rhodes, convirtiéndose en el mayor esfuerzo filantrópico en la historia de China y que proviene en gran parte de donantes internacionales.
Además en 2015 Schwarzman donó 129 millones de euros a la Universidad de Yale para poner en marcha el Schwarzman Center, una sede universitaria única en su tipo. Y este año ha donado 4,3 millones a la Harvard Business School para apoyar el desarrollo de estudios de casos y otros programas que exploran las implicaciones de la IA en las industrias y las empresas. O sea, que es alguien que tiene conciencia de que la transformación de la segunda digitalización de la IA va a ser una transformación enorme.
Hay muchas lecciones que podemos extraer desde España de esta iniciativa del MIT y de cómo la están llevando a cabo, sobre todo la mentalidad, cultura y visión del mundo que muestran en sus acciones, y no solo en sus palabras, empresarios como Schwarzman. Podría parecer un tema sentimental de un exalumno por su antigua universidad, pero no es el caso. Schwarzman no se formó en el MIT, sino en Yale y Harvard. Y ha sido al MIT a quien ha elegido para asociarse y lanzar juntos esta gigantesca iniciativa para hacer algo con significativo impacto para afrontar el gran reto de la IA y su transformación del mundo, que ya está en marcha.
Hay empresarios españoles con igual o mayor capacidad económica que Schwarzman, no importa cuál sea su sector porque los cambios de la IA son horizontales. Solo hay que convencerles para que adopten formas de actuar como las que muestra Schwarzman. Un cambio cultural de esa especie en la élite empresarial española es necesario para “hacer del mundo un lugar mejor”, siguiendo el lema que Rafael Reif suele citar como principal propósito de su institución.