La promesa de la nueva generación de redes móviles, conocida como 5G, está comenzando a hacerse realidad. En 2020, operadores de telecomunicaciones de todo el mundo comenzaron a desplegar esta tecnología que augura velocidades de conexión mucho mayores a las actuales, pero especialmente una latencia prácticamente insignificante y una mayor densidad de dispositivos que podrá acceder a la Red en un mismo lugar.
Sin embargo, y como es bien conocido en la industria, el principal beneficiado de la 5G no será el consumidor de a pie, sino la empresa. Son los casos de uso en verticales como la fabricación los que verdaderamente marcarán la diferencia y posibilitarán una nueva vía de ingresos a las 'telco'.
En esa línea, Anne Chow, CEO de AT&T Business, explica que su operador (uno de los principales en EEUU) lleva "dos años trabajando con las empresas en casos de uso de 5G, anticipándonos incluso al despliegue de las propias redes".
Chow, en una intervención en CES 2021, admite que "todavía estamos en una fase temprana para entender todas las posibilidades de la 5G y en qué significa para los negocios".
Tanto es así que la directiva no se muestra interesada en las modalidades de despliegue concretas (por ejemplo, redes 5G privadas u ofrecer licencias sobre redes públicas), sino que su obsesión es encontrar esos usos que den valor a la infraestructura que están construyendo.
En eso también está enfocado Alejandro Holcman, vicepresidente senior de Ingeniería en Qualcomm. Para el ejecutivo, "estamos viviendo un momento de transición entre las redes actuales y la 5G. Todavía estamos confiando en el control 4G en los despliegues actuales -non stand alone- pero en 2021 empezaremos a ver las primeras redes 5G que no necesiten ese soporte".
A partir de ese momento, marcado en rojo en el calendario de la industria, es cuando empezaremos a vislumbrar las verdaderas bondades de la 5G. Virtudes que, en opinión de Holcman, veremos primero en terrenos como "la conducción autónoma, las experiencias inmersivas o el edge computing".