Al ser humano le cuesta cerrar las heridas. No importa la edad ni la experiencia ni los siglos de evolución. No somos capaces de sufrir un daño, curarlo y cerrarlo, sin que queden, a veces, cicatrices imposibles de borrar.
Tampoco nos ocurre en la parte física; curamos la herida, el daño interno, la enfermedad, pero una señal, a veces casi imperceptible o de dimensiones descomunales, nos recordará para siempre la experiencia vivida, sean cuales sean las secuelas.
Por este motivo, la ciencia busca sin parar una forma de curar la herida, la enfermedad, el daño, pero también quiere recuperar esa piel maltratada y marcada para siempre.
Porque, no nos engañemos, el ser humano busca la perfección, ser invencible, que su cuerpo no evidencie el paso del tiempo, el dolor, las imperfecciones y, en definitiva, la realidad.
Pero, como no, ha llegado la ciencia para solucionar los problemas. Un equipo de investigadores del CSIC y del Centre de Recerca en Agrigenomica han creado un biopolímero capaz de curar las heridas de las plantas.
Tal vez consigan también curar las heridas de amor de algunos idiotas aficionados a escritores, sí, los que van marcando su amor en cada árbol que se encuentran por el camino. Y encima nunca vuelven para escribir si les quieren de vuelta o no… léase por favor la ironía.
Hace poco descubrí que hay formas de curar y cerrar las heridas de las plantas. El resultado es realmente sorprendente, ya que este desarrollo usa celulosa bacteriana para ayudar a la planta a formar nuevas capas de células y acelerar así su curación.
La cicatrización se produce en 48 horas… en fin, que el día que desarrollen un producto así en humanos, me abono a la farmacia más cercana. Eso sí, la celulosa bacteriana se usa ya en medicina humana.
Este producto, como imaginaréis, ayuda a plantas dañadas de forma natural o tras ser podadas… otra vez la mano del hombre. Pero además de cicatrizar, lo que conlleva es que evita la entrada de cualquier tipo de patógeno que pueda causar una infección, una enfermedad. Ya sabemos que no hay nada más peligroso que sufrir un daño nuevo cuando la herida está abierta. Por eso hay que protegerse, y proteger a las plantas, que de eso va el tema, claro.
Así, y como decía, tras cientos de años de evolución, seguimos siendo como una planta, porque curamos las heridas físicas, pero para curar las otras solemos necesitar ayuda. Vamos a tener que hablar más con los científicos…