Hay gente que piensa que las victorias salen gratis, que los héroes nunca caen heridos en la batalla y que de las grandes heridas uno no se puede recuperar. Yo, como vengo del deporte profesional, puedo confirmar que eso no es cierto; que cada segundo cuenta, que los partidos se remontan y que, sí, cuando te caes al suelo hay que volver a levantarse, coger la raqueta, devolver la pelota y empezar así la remontada. Así que, si quieres empezar una guerra, debes analizar con calma la resistencia del ejército al que te enfrentas.

Por eso, tras las batallas siempre hay heridos, pero en algunos mundos esos heridos pueden recuperarse. Es lo que le ocurre a los suelos arrasados por el fuego, una batalla a vida o muerte a la que se enfrenta la naturaleza iniciada en muchos casos por el hombre. Porque el hombre es, según los estudios existentes, el responsable de forma directa o indirecta de más del 95% de los incendios.

Pero, como en las batallas, los suelos arrasados pueden volver a recuperarse. En este caso, las heridas de la tierra las cura un sustrato biodegradable hecho de desechos de la industria cervecera y papelera y de la quema de biomasa. Asimismo, contiene, entre otros, un tipo de microalgas llamadas diatomeas. Estas microalgas proporcionan nutrientes al suelo; algo muy necesario tras un incendio, y son además un buen insecticida para los cultivos. Todo ello permite que el suelo empiece a recuperarse poco a poco para que vuelva a ser el mismo, aunque todos sabemos lo difícil que es volver a ser uno mismo tras un evento tan duro.

La idea ha venido de la Universidad de Jaén y la empresa Agroforestal Montevivo, que tienen la patente. Este tándem sabe que el ser humano aprende de sus errores, bueno, algunos lo hacen. De hecho, tras haber perdido una batalla, nuestra estrategia cambiará y mejorará. Por eso este producto es mejor que el que se utilizaba hasta ahora. Es más económico, con él se aprovechan deshechos que generarían residuos y el material es fácil de colocar en las zonas quemadas. Entre sus características, además de usar materias primas 100% recicladas e inocuas para el medio ambiente, está la de ser más baratos que los actuales, hasta un 40%.

Las pruebas en laboratorio y en el campo han sido muy positivas. Y así, tras la batalla, el bosque podrá volver a crecer, porque mientras quede una brizna de hierba sin quemar, estad seguros, la batalla no ha terminado. Creed en la innovación, que muchas veces sí tiene la última palabra. Eso sí, como el mayor culpable es el hombre, sí recomiendo llevar más cuidado, que siempre tiramos de la ciencia para solventar los problemas que nosotros causamos… y todo tiene un límite.