Solía decir el CIO de una importante compañía cotizada que el mejor indicador de que España se encuentra a la cola en materia de innovación es la falta de vuelo directo todo el año entre Madrid o Barcelona y San Francisco (EEUU). No había puente aéreo con Silicon Valley, el lugar donde se producen muchas ideas clave capaces de revolucionar sectores enteros. En abril, Iberia comenzó a programar tres vuelos semanales, pero la alegría sólo durará hasta septiembre. A partir de entonces, vuelven las escalas en Chicago. Medio puente aéreo, pues, y turístico mayormente. Los directivos de nuestras principales empresas achacan esta carencia a la falta de tensión del Gobierno. Debería ofrecerse a garantizar la viabilidad económica para las aerolíneas, dicen. Suena a clásica derivación de responsabilidades, aunque hay mucho de cierto en la indolencia de la Administración.

Hay otro indicador más relevante aún que la falta de vuelo directo a San Francisco, y es el de las patentes. Telefónica registra 26 al año en Europa y Repsol, 24. ¡Y son las primeras de nuestro país! En un viaje a Londres se lo comenté al CEO de la segunda de ellas, Josu Jon Imaz, después de escuchar a las 10 petroleras integrantes de la Oil and Gas Climate Initiative (OGCI) asegurar que iban a cambiar el modelo energético para cumplir con los objetivos de sostenibilidad de París. Sólo una de esas 10 petroleras está entre las 100 compañías que más patentan en Europa, y sólo dos entre las 300 primeras en patentes registradas en EEUU.  ¿Cambiar el mundo comprando ideas y tecnología?

En su vídeo de presentación de los resultados semestrales, colgado esta semana en las redes, el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, la describe como una «compañía de plataformas» y reivindica su papel de «distribuidores de tecnología, propia o de terceros». Propietaria de la mayor red de fibra del continente, sí, con «tecnología propia o de terceros».

Por no hablar de la inquietud que está generando el vuelo rasante de Apple sobre el sistema financiero español. La banca se ve forzada a incorporar su plataforma de pago móvil si no quiere quedarse fuera, a costa de perder dinero y con la inquietud de qué puede significar esto a medio plazo. 

Las empresas tecnológicas globales llevan tiempo advirtiendo al Ibex35 de que el lobo se acerca, pero los equipos directivos muestran una enorme resistencia a transformar su cultura corporativa. Los signos con los que cierra el primer semestre indican que el tiempo se acorta. Y son nuestras grandes compañías la gran esperanza para que el ecosistema de innovación español sea competitivo. Su reacción es clave.

EUGENIO MALLOL es director de INNOVADORES