Empiezan a ser ya numerosas las voces de alarma sobre una posible diáspora del mejor talento sobre ciencia y tecnología desde EEUU, lugar que hasta hace poco había sido el paradigma para atraerlo desde todo el mundo. Un flujo que está cambiando velozmente e incluso en parte invirtiéndose (37% científicos extranjeros menos contratados que el año anterior).
Hoy en día, la disputa en la geografía mundial por el mejor joven talento científico y/o tecnológico está al rojo vivo. Recuerdo referencias sobre las crecientes hostilidades en la citada batalla ya hace dos años, cuando Shane Savitsky ponía como ejemplo a Linsen Li un postdoc del programa de Ingeniería y Ciencia de Materiales del MIT, originario de China, con un doctorado en Química en la Universidad de Wisconsin-Madison, una de las universidades técnicas destacadas en EEUU, país en donde ya llevaba viviendo siete años y siendo padre de un hijo estadounidense.
En el MIT dicho científico se especializó en sistemas de baterías avanzadas en uno de los equipos de investigación más prestigiosos del mundo en ese campo, dirigido por el científico Yet-Ming Chiang. Un campo que hoy es estratégico y de absoluta vanguardia. Cuando leí sobre su historia me interesó y le he seguido la pista. Su trayectoria anterior el MIT ya era muy destacada y mostraba ser alguien de gran capacidad.
La batalla global de China por repatriar su mejor talento
Finalmente, tras pasar casi una década en EEUU, Linsen Li decidió irse a trabajar a China. Los motivos se explican fácil. El instrumento de China que consiguió su vuelta se llama: Plan Thousand Talents. Paso a las cifras. Li aceptó un puesto de ‘Associate Professor’ de Ingeniería Química en la Shanghai Jiao Tong University, con un sueldo inicial de 65.000 dólares; además, recibió unos seis millones de yuanes (900.000 dólares) en financiación inicial para investigación; y, combinado con lo anterior, el equivalente a 250.000 dólares para comprar una casa. Resultado. Hoy, Lisen Li ya lidera su propio grupo en la Jiao Tong University de Shanghai, con puestos disponibles para investigadores interesados en almacenamiento de energía electroquímica, estudios de rayos X in situ y síntesis de materiales funcionales.
En su caso, China ha ganado la batalla por repatriar su talento, igual que con otros de los mejores en muchos campos tecnológicos estratégicos (la electroquímica para baterías y los nuevos materiales sintéticos en los que trabaja Li son dos de ellos). Y China lo ha hecho mejorando ofertas económicas y científicas de países muy posicionados en la batalla global por el mejor talento científico como Canadá, Francia o Alemania.
El programa chino Thousand Talents ha financiado (en cifras de hace dos años) a 143 científicos chinos que regresaron el mismo año (de 1.100 que solicitaron) y 590 más en ese periodo (de 3.048 solicitudes). He citado a Li como ejemplo, pero solo es un caso entre miles. En total, dicho programa ha atraído ya a más de 7.000 personas.
No todas las prácticas, tanto en el mundo científico como en el mundo tecnológico chino, son edificantes, pero en el conjunto de China ahora mismo se calcula que hay en total 96 millones de investigadores dedicados a la ciencia.
En cualquier caso, la batalla global por el talento es despiadada. Hay acusaciones de EEUU sobre el citado programa de China. Un informe de junio de 2018 del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC) de EEUU señalaba que una de las motivaciones subyacentes del programa era “facilitar la transferencia legal, pero también ilícita, de tecnología, propiedad intelectual y conocimientos desde EEUU a China”.
La batalla por el mejor talento, a la luz con lo que he dicho antes, está mostrando que también tiene lados oscuros, si creemos al National Intelligence Council (NIC) de EEUU que, obviamente, no expresará opiniones objetivas. A todo esto, comparen lo leído con lo que saben sobre el papel español en estas contiendas globales del siglo XXI por el talento.