La tribuna
Polución cognitiva
Desde hace unos años, hay un tema tabú en la información de los medios de comunicación: las tecnologías bloqueadoras de anuncios en internet. Una publicidad que, incluso, ha sido utilizada para justificar la ‘independencia’ de ciertos medios de comunicación y que, por su abuso, ha acabado convirtiendo internet (y antes la TV) en una selva cognitiva, en la que te mortifican con interminables secuencias de anuncios.
La publicidad, y no los datos como se dice, es el verdadero ‘combustible’ que hace funcionar los medios de comunicación en internet. Incluso los medios públicos que presumen de ‘ser de todos’, y se supone que no deberían incluir contenidos publicitarios, están incrustando en noticiarios anuncios de productos propios, como si eso no fuera publicidad, y/o patrocinios culturales, es decir, el eufemismo para incluir en la emisión marcas y productos comerciales. La falta de respeto y el desprecio a la audiencia están en el centro de todo ello.
El mundo publicitario ha usado todo tipo de coartadas, desde estéticas (es algo ‘artístico’) hasta informativas (así estás más informado). Sin embargo, la realidad es que su objetivo fundamental es la modificación, subliminal o no, de la conducta y la persuasión; o bien para que compres algo que no pensabas comprar, o para que hagas algo que no pensabas hacer.
El paradigma de este universo viene del marketing, una disciplina inventada en la era industrial que hubo de poner en marcha cuando su eficaz sistema de producción comenzó a fabricar mucho más de los que los consumidores necesitaban. El marketing y su ‘brazo armado’, el mundo publicitario, crearon mil necesidades ficticias en la gente para que acabase consumiendo constantemente. El consumo sin fin es en gran parte producto de esa visión descerebrada que podría acabar incluso con los recursos naturales del planeta, si no se le pone freno. Es un sistema insaciable, por efímero y retroalimentado.
Es legal bloquear anuncios en internet
No hay duda de que internet está cambiando el mundo. Es un instrumento universalizado capaz, en principio, de algo maravilloso: el acceso horizontal de todos al conocimiento. Pero el nuevo internet social ha acabado por convertirse en un universo cultural depredado por la publicidad ubicua e intrusiva, que finalmente se ha saltado a la torera todos los principios básicos y criterios sobre el fair use (uso correcto), con los que los ‘padres’ de internet impulsaron la cultura abierta inicial de la red. No es casualidad que Wikipedia, el quinto sitio web más visitado], con más de 500 millones de usuarios únicos y más de 3.000 millones de visitas cada mes, no tenga anuncios. Y no los tiene, fundamentalmente porque “son molestos y distraen; suponen una violación de la privacidad y una amenaza a la neutralidad en el contenido”.
Las redes sociales e internet en general ya hace tiempo que se saltaron, tanto por parte de usuarios como de las plataformas, las citadas recomendaciones del ‘uso justo’ de los inventores de la Red. El internet global de las redes ya es un universo de unos pocos monopolios dominantes cuyos ingresos dependen esencialmente de la publicidad, que es lo que lo ha convertido en un ‘territorio global sin ley’. Por ahí hemos llegado a las fake news y a que la red y sus tecnologías se estén usando para usos bastardos y reprobables, incluidas las amenazas a la democracia, la privacidad y los derechos digitales de los conectados.
Pero la comunidad de usuarios que cree en el internet que representa Wikipedia está reaccionando usando la tecnología bloqueadora y los propios sistemas legales. Hace solo unos meses, Eye/O GmbH, una empresa de tecnología web de código abierto fundada en 2011 por Wladimir Palant, ha conseguido que el Tribunal Supremo alemán declare que “es legal bloquear anuncios” y también su tecnología AdBlock Plus para ello, tras una intensa y larga batalla legal contra el gigante editorial alemán Axel Springer.
Google, que suele tener más reflejos que otros, ya ofrece en su tienda online Chrome web store tecnología bloqueadora. Y no solo eso: ha desarrollado para su navegador Chrome, una extensión propia capaz de bloquear anuncios incluso de vídeo. La nula o fingida autorregulación, el impacto intrusivo y el abuso de confianza contra los usuarios conectados de la publicidad, basada en recolección masiva de datos, es lo que ha movido, incluso a Google, a ofrecer su propio bloqueador.
Palant y su equipo, que son muy imaginativos, han aprovechado la celebración del Día Mundial contra la Cibercensura, mostrando en una campaña conjunta con Amnistía Internacional, a sus más de 100 millones de usuarios, imágenes en las que aparecen el artista chino Ai Wei Wei, Edward Snowden, Pussy Riot y otros conocidos activistas de la libertad de expresión. La gente de Eye/O no es fundamentalista y permite que un usuario si lo desea pueda recibir anuncios ‘respetuosos’.
Todo sea por bajar el nivel de asfixiante polución cognitiva, nada buena para el cerebro, que la publicidad ubicua e intrusiva infringe a los usuarios, sobre todo a través de los smartphones. En 2018 en Alemania, el 49% de los internautas ya usaron software bloqueador. Y esto no ha hecho más que empezar porque no se puede abusar contra todos y todo el tiempo. La comunidad conectada responde.