La gente de la criptomoneda Ripple se decantó hace unos años por el término Internet del Valor (Internet of Value) para recordarnos el hecho de que el dinero es un medio, del mismo modo que el precio sirve para estandarizar una forma determinada de transacción, pero en última instancia todo intercambio se fundamenta sobre un valor. Y el valor, dicen en Ripple, puede moverse de forma tan inmediata como la información.
"Hasta ahora, vender, comprar o intercambiar activos ha requerido de un intermediario como un banco, un mercado (físico o digital), una compañía de tarjetas de crédito o un servicio de reserva de terceros como Airbnb. La tecnología blockchain permite que los activos se transfieran de una parte directamente a otra, sin intermediarios. La transferencia se valida, es permanente y se completa al instante. Por fin, el valor será capaz de moverse alrededor del mundo como lo hace la información", escribió en su día la directiva de Ripple Shanna Leonard.
El asunto no pasaría de la mera retórica, de un simple ejercicio de elucubración, si no fuera porque esta misma semana el Internet of Value ha protagonizado una de las mesas de debate más intensas de la London Fintech Week. Compartía escenario con un peso pesado de los cenáculos tech, el proyecto Libra de Facebook, y quizás para algunos eso lo explicaría todo. Pero las proclamas que se lanzaron al auditorio remitían más al concepto de Ripple que al de Zuckerberg, que recibió críticas por su excesiva centralización: "Nos dirigimos hacia la globalización completa del dinero"; "el dinero ya no será necesario"; o "los bancos centrales intentan poner barreras y garantizar la supervisión, pero en última instancia no podrán evitar los acontecimientos".
De la London Fintech Week no han llegado grandes ideas disruptivas de negocio, startups sorprendentes, pero sí una potente advertencia de cambio de paradigma. Lord Anthony St John predijo que en 20 años todos los servicios financieros serán fintech y, además de coincidir con él, Chad West de Revolut pronosticó la transformación del negocio bancario en un modelo de suscripción.
Banca forzada a colaborar con la competencia, a compartir datos para hacer frente a los gigantes tecnológicos que, tras tomar posiciones en pagos y créditos, han comenzado a moverse para entrar en cuentas corrientes y seguros (Amazon ya tiene acuerdos con JP Morgan y Berkshire Hathaway). La señal de alerta tecnológica debe seguir encendida, por mucho tiempo, en el Banco de España. La limpia va a ser brutal.
Eugenio Mallol es director de Innovadores by Inndux