Cometerían un grave error las empresas tecnológicas si no ejercieran su auctoritas, con verdadera responsabilidad social, en el debate público sobre las consecuencias y el impacto de sus innovaciones. De un tiempo a esta parte han recuperado vigor, por ejemplo, las advertencias acerca del riesgo de desaparición de puestos de trabajo a causa de la robotización y las mejoras en inteligencia artificial y machine learning, cosa de la que se viene hablando en oleadas desde la primera eclosión digital de las puntocom.

Caen a plomo visiones distópicas y viralizables, tan del gusto de los neopopulismos, y esos gurús que cambian de criterio en lo que cuesta sustituir una slide se frotan las manos: otro filón para seguir colando conferencias a precios de oro. Pero la realidad es mucho más compleja y esquiva los atajos. Fijaos en los tres libros de economía más recomendados este año en EEUU. Su común denominador sigue siendo, y es una tónica consustancial al género, la resolución de problemas inherentemente humanos.

Nos da cuenta de esos títulos en su blog Todd Sattersten, editor adjunto de Bard Press y autor del libro que cabría esperar de un lector empedernido: The 100 Best Business Books of All Time. Después de repasar las listas de recomendaciones y los premios concedidos en 2019, de entre los 11.000 libros publicados escoge un triunvirato formado por Range de David Epstein, Nine Lies About Work de Marcus Buckingham y Loonshots de Safi Bahcall.

El primero aborda la relación entre el talento generalista y el especialista, que debe diferir si el entorno es amable o malvado, hasta el punto de que "a menudo esperamos que el hiperespecialista, debido a su experiencia en un área estrecha, pueda mágicamente extender sus habilidades a problemas perversos", pero "los resultados pueden ser desastrosos".

El segundo analiza la posibilidad de sostener afirmaciones tan populares en el ámbito laboral como "A las personas les importa para qué empresa trabajan" o "Las mejores personas se rodean bien". Sattersten concluye tras su lectura que "lo que realmente le importa a la gente es su experiencia de trabajo individual y localizada". Por último, Bahcall analiza el equilibrio que deben conseguir las empresas que quieren ser innovadoras entre los perfiles ejecutivos, los soldados los llama, y los más creativos, los artistas. "Los líderes de éxito apoyan y alientan ambas funciones por igual", dice.

En fin, a las máquinas lo que es de las máquinas y a los seres humanos lo que es de los seres humanos, que es fundamentalmente la capacidad de generar problemas y dedicar miles de libros a sugerir cómo resolverlos. Porque como se suele decir, traído el asunto a casa: a veces da la impresión de que en España somos los más innovadores en idear formas para evitar la innovación.

Eugenio Mallol es director de INNOVADORES