La Revolución Francesa marcó, a finales del siglo XVIII, el fin del absolutismo, el feudalismo, la servidumbre y los privilegios del clero y la nobleza. Fue un hito en la construcción de la Europa que todos conocemos hoy en día y la formación de algunos de los valores éticos (libertad, igualdad y fraternidad) que siguen estando presentes en nuestras democracias y en el corazón mismo de la Unión Europea. Pero el devenir de los tiempos nos ha llevado al dislate de que estos principios estén en riesgo y que la causa de esa debilidad nos haya llegado desde el otro lado del Atlántico.
Es la democratización del ‘cloud computing’, de la informática en la nube, la que amenaza estas líneas rectoras. Con los gigantes norteamericanos copando la inmensa mayoría de este mercado y a medida que se antoja como el modelo de despliegue TIC por defecto, la dependencia tecnológica de una regulación y una política ajena (más cuando la encarna alguien como Donald Trump) es una amenaza a la línea de flotación de los valores europeos. El ejemplo más paradigmático de ello lo encontramos en la Patriot Act, una norma que permitiría al gobierno estadounidense acceder a los datos de los usuarios y empresas fuera de su territorio si están gestionados por las firmas radicadas en suelo de EEUU.
¿Cómo puede Europa reencontrarse con esa visión que representó la Revolución Francesa? La clave, como ya hemos ido explicando en estas hojas, pasa por el proyecto Gaia-X: una alianza francoalemana para crear una red de nube pública 100% europea y ligada a reglas lógicas y esenciales como la transparencia, la seguridad, la portabilidad y la interoperabilidad. Una suerte de nuevo lema que sustituye al de "libertad, igualdad y fraternidad" y que se eleva como el estándar de defensa de los derechos individuales y privacidad que deberán seguir el resto de países del globo.
"Necesitamos una alternativa real a los gigantes americanos. La carrera ‘cloud’ no es una cosa solo de innovación o tecnología, sino que también importa la política y la ética", defendía esta semana Michael Paulin, CEO de OVH y una de las firmas pioneras de Gaia-X. "Europa es y debe ser la preferida para los datos estratégicos y sensibles", sentenciaba.
Eso sí, Gaia-X no tendrá éxito si no es con la implicación de todos y cada uno de los países del Viejo Continente. Y, por el momento, desde España apenas hay movimiento: sólo cinco compañías han solicitado su acceso a la iniciativa. Una cifra ridícula si tenemos en cuenta que Gaia-X empieza a funcionar oficialmente el próximo año. La Revolución de las Nubes ha empezado...