Se llama VUCA y es ese concepto del que todos hemos oído hablar y que tiene sus orígenes en la designación del escenario mundial posterior a la Guerra Fría, ya casi hace un siglo.
Hoy en pleno siglo XXI vivimos otra guerra, la guerra de un virus que ha desmantelado nuestro sistema, nuestra economía y un derecho universal, “el derecho a la Vida”.
Nunca habríamos pensado que, en la escala de necesidades de esa conocida “Pirámide de Maslow”, no podríamos pasar al escalón de cubrir nuestra seguridad hasta no tener cubierta nuestra “Supervivencia”, necesidad fisiología por antonomasia.
Y hemos tenido que lidiar forzosamente con todas las etapas de una curva de gestión del cambio.
Poco antes de mediados de marzo se nos alertaba de una cosa llamada coronavirus que nos dejó a todos en estado de shock. Se supone que en un estado así es importante la información y el soporte al que está sufriendo ese cambio, “cada persona”, “cada uno de nosotros”. Pero ¿cómo podían decirnos mucho de algo de lo que se sabía poco y darnos tranquilidad y soporte ante una situación semejante?
Después pasamos a la fase de la resistencia, y ahí en pleno confinamiento tuvimos miedo, mucho miedo, algunos miedos fueros reales y otros imaginarios, pero solo había una realidad que cada uno hacía suya; en este momento necesitamos más que nunca ser escuchados, comunicarnos con nuestros seres queridos y reforzar las relaciones y el diálogo social buscando algún consuelo.
Y resonaba en nuestros balcones, esa canción tan recurrente en todas sus versiones de “Resistiré” que nuestro querido Dúo Dinámico lanzó en 1988.
Tras casi 8 meses después de ese 14 de marzo no puedo decir que hayamos pasado a la fase de aceptación.
¿Cómo aceptamos que un virus ha parado un mundo entero? ¿Cómo aceptamos que nos priven de nuestra libertad? ¿Cómo aceptamos la distancia de nuestros seres queridos?
¿Cómo aceptamos que un país lleno de alegría, de bares, de relaciones, de vida, esté medio muerto? ¿Cómo aceptamos quedarnos con nuestros abrazos en los brazos? ¿Cómo aceptamos no poder ver las sonrisas?
¿Y cómo aceptamos la muerte de algunos que se han marchado y que de los que ni siquiera nos hemos podido despedir?
Por eso en medio de ese caos, he mirado las cosas por un momento desde el prisma de los ojos de mi pequeña Luna, (mi hija de 6 años) y he tenido una idea, me he generado mi propio VUCA.
El VUCA de la valentía, de la unión, de la capacidad y de la actitud.
La V de mi VUCA es la V de la Valentía que es la determinación para afrontar cosas arriesgadas o difíciles. En una mayor o menor medida, aunque el miedo paraliza, es valiente el que sigue a pesar de todas las dificultades, de toda la incertidumbre, de toda pérdida.
La U de Unión que es la acción o el efecto de unirse, que es la capacidad para ayudar a los que no tienen, animar a los que desfallecen, consolar a los que pierden y simplemente querernos un poquito más.
La C de Capacidad, propiedad de poder contener cierta cantidad de alguna cosa hasta un límite determinado.
¿De verdad no creéis que hay capacidad? Simplemente el acto de levantarse cada mañana en el entorno actual, abrir los ojos y ver que lo que vivimos no es un sueño y seguir ya denota una capacidad infinita.
La A de Actitud, un procedimiento que conduce a un comportamiento en particular. Es la realización de una intención o propósito. Siempre digo en las entrevistas de trabajo que yo necesito que un candidato tenga aptitud y actitud, ahora cada persona está demostrando que tiene la intención de seguir adelante y el propósito de no rendirse a pesar de que el enemigo es fuerte, muy fuerte.
Este es mi VUCA porque solo tengo clara una cosa: “aparentemente no hay nada que no pueda pasar hoy”.
*** Olga Serrano es Shoreside HR director de Costa Cruceros y miembro de la Asociación Española de Directores de RR. HH.