Pronto será imposible tener un trabajo aburrido, y será gracias al avance de la automatización y la inteligencia artificial.
Y lo afirmo así de tajante dado que las capacidades tecnológicas ya permiten a los trabajadores, en toda la gama de sectores empresariales, renunciar a tareas repetitivas y de poca importancia y utilizar ese tiempo recuperado para centrarse en tareas más emocionantes y atractivas.
Hace unos meses, incluso un tribunal francés falló que una empresa debía indemnizar con 40.000 euros a un trabajador después de que su salud mental se deteriorara debido al ‘boreout’, la antítesis del ‘burnout’. Sin embargo, si se analiza más detenidamente, la desafortunada gestión de la empresa fue el resultado de una estricta legislación que complica el proceso de despido en Francia. Evidentemente, la legislación laboral francesa necesita actualizarse.
Hay que tener en cuenta que para 2030 hasta una quinta parte de la población activa mundial, es decir, 800 millones de personas, verán sus puestos de trabajo sustituidos por la automatización, según un famoso informe de McKinsey & Company de noviembre de 2017.
Esta cifra no tiene en cuenta todas las nuevas y más interesantes funciones que la tecnología creará en la próxima década. Sin embargo, la conclusión clave para los líderes empresariales debería ser que es crucial invertir en los equipos o arriesgarse a pagar un precio más alto por no evolucionar los ‘trabajos aburridos’. Los empresarios que reduzcan la brecha de habilidades digitales y ayuden a que humanos y máquinas trabajen codo con codo obtendrán una ventaja competitiva.
¿Un ingrediente fundamental? La autonomía
El modelo presentado a mediados de los años 70 por los psicólogos organizativos Greg Oldham y Richard Hackman sigue siendo el modelo de diseño ideal de los puestos de trabajo: identificaron que la importancia del trabajo, la posibilidad de ver el resultado de éste, la variedad, la autonomía y la retroalimentación eran fundamentales.
Y si nos fijamos, en general, los puestos de trabajo se están volviendo más interesantes, en parte porque las organizaciones son más conscientes del diseño del trabajo, pero también porque la tecnología puede hacerse cargo de las tareas más repetitivas y que requieren poca cualificación. Las organizaciones se apoyan también en ésta para lograr entornos seguros en situaciones como la que estamos viviendo y que los trabajadores se encuentren tranquilos desarrollando sus funciones y, además sean más eficientes y productivos. Pero si hay algo que hace, que además esas tareas sean más agradables todavía, es la autonomía.
La acumulación de conocimientos unida a la autonomía es la combinación perfecta para motivar a los trabajadores. El aprendizaje se produce cuando uno se ve obligado a salir de su zona de confort. La dopamina es el sistema de recompensa del cerebro y se segrega cuando se realiza una tarea desafiante. Si la tarea es demasiado desafiante o no lo es tanto, aparecen emociones negativas, como el estrés, la apatía, la frustración y el aburrimiento.
Y como ejemplos, el éxito de nuevos trabajos que no hace ni cinco años que existen y que son fruto del avance tecnológico, como creador de contenidos de TikTok, operador de drones, o un ingeniero de coches autónomos…, pero si observamos, veremos también que el umbral de aburrimiento de las personas nunca ha sido tan bajo. El modo ‘siempre activo’, el flujo de información y la estimulación 24/7 conducen a una distracción constante y a un ansia de novedad.
Las empresas deben diseñar los puestos de trabajo e identificar el talento adecuado para tener éxito, y eso pasa por conocer y entender el ikigai, algo así como ‘su razón de ser’, y del que tanto sabe y habla mi querido Nacho Villoch, de quienes forman parte de nuestros equipos y así lograr mantenerles comprometidos y felices.
La tecnología, ese gran aliado
El objetivo final es crear una cultura en la que nuestros equipos se sientan inspirados, desafiados y capacitados, y la buena noticia es que hoy en día la tecnología realiza cada vez más trabajos bien definidos, arriesgados y repetitivos, lo que reduce los puestos aburridos y arriesgados. Desde taxistas hasta trabajadores de tiendas o soldados, el abanico de trabajos tradicionales que disminuirán o desaparecerán es enorme.
Un estudio publicado hace unos meses por la multinacional de software Pega sugiere que la automatización inteligente tiene un papel fundamental en la creación de un nuevo futuro laboral postpandémico basado en la tecnología. El estudio global encuestó a más de 3.000 directivos y personal técnico de primera línea de todo el mundo, y el 76% coincidió en que el mayor uso de la tecnología está mejorando la satisfacción de los trabajadores.
Otro dato a tener en cuenta es que más de la mitad de las empresas afirman que la automatización robótica de procesos (RPA) les ahorra más de diez horas de trabajo por persona a la semana, liberando aproximadamente una cuarta parte de su tiempo. Y con ese tiempo disponible, las tres principales actividades son trabajar junto a las máquinas, enfocarse más hacia los clientes e innovar.
Sin duda, la tecnología es una de las principales tendencias que están configurando el futuro del trabajo. Y es que, además, el nivel tecnológico y de automatización también es tenido en cuenta por los posibles candidatos a una posición determinada. Y más en un entorno como el actual en el que el teletrabajo es una de los escenarios que se presentan y en donde las organizaciones han de asegurarse que su tecnología y conectividad funciona a la perfección y ofrece una experiencia impecable a sus equipos.
Pero ojo, que no todo es tecnología. Hay que encontrar el equilibrio y los directivos tienen que conocer y entender lo que motiva a las personas que forman parte de sus equipos. Hay que fomentar una cultura en la que todos se sientan cómodos hablando de lo que necesitan y quieren.
Las organizaciones que no estaban preparadas para el trabajo a distancia masivo cuando llegaron los confinamientos, se están poniendo al día en lo que atañe a la participación del personal, sobre todo de los recién contratados, porque la falta de tiempo de contacto o de formación sobre la marcha puede hacer que algunas personas se sientan perdidas, desconectadas y alejadas de la cultura y propósito de la organización. Un desapego y falta de sentido de de pertenencia que puede provocar, desinterés, desánimo y una posible fuga de talento.
Crear el mejor entorno pasa por una mayor atención, disponibilidad y transparencia por parte de los líderes. Una conexión más estrecha que haga que todos los miembros del equipo se impliquen mucho más, se sientan más motivados de cara a lograr su máximo potencial y que estén centrados en los objetivos empresariales.
Las organizaciones con visión de futuro han encontrado nuevas formas de impulsar el compromiso de los empleados más allá de las actividades y modos de trabajo vinculados a las oficinas físicas. Adaptan su forma de operar para apoyar a un equipo distribuido, desde el cambio de la forma de comunicarse hasta la forma de rastrear, gestionar e informar sobre los proyectos. Pasan de formas de trabajo muy síncronas a un trabajo más asíncrono y colaborativo. Y fomentan la camaradería del equipo a través de actividades virtuales, como concursos, búsquedas del tesoro, formación de temas ajenos a la actividad de la empresa…
Sin duda, el futuro del trabajo no depende de la ubicación de las oficinas ni de los espacios de trabajo físicos, sino de la adaptación a las nuevas formas de hacer el trabajo y así ofrecer a nuestros equipos el mejor entorno y tecnologías para lograr el éxito.