Personas de todo el mundo conmemoran hoy el Día Mundial de la Creatividad y la Innovación para crear conciencia sobre su importancia en la resolución de problemas con respecto al progreso de los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas. Dentro del mundo laboral, el Foro Económico Mundial incluye la creatividad y la innovación dentro de las 10 habilidades más importantes de cara al año 2025.
También este mes se publicaba el último estudio de las 50 empresas más innovadoras del mundo, según la consultora Boston Consulting Group, en el que se destacaba que la innovación sigue creciendo imparable dentro de las principales prioridades organizativas. En esta edición, las empresas líderes han sido Apple, Alphabet, Amazon, Microsoft, Tesla, Samsung, IBM, Huawei, Sony y Pfizer. El estudio profundiza en todo tipo de dimensiones relacionadas con la innovación empresarial como el talento, la cultura, la gobernanza o los ecosistemas.
Sin embargo, la creatividad empresarial se desconoce en mayor medida y por ello puede resultar interesante reflexionar sobre los potenciadores de la misma.
La experta en creatividad Emma Seppala proponía en un artículo de 2016 para Harvard Business Review cuatro técnicas recomendadas por distintos líderes innovadores de diferentes industrias para nutrir y fomentar la creatividad.
En primer lugar, hay que buscar entornos extraños, ya que parece ser que alcanzamos nuestras cotas más creativas cuando estamos en sitios o lugares poco familiares. La segunda técnica es obtener realimentación de diferentes fuentes. La tercera técnica consiste en disponer de tiempo y espacio para poder reflexionar y meditar. Finalmente, la última técnica que se proponía en el artículo es enfrentarse a las limitaciones que surjan a la hora de afrontar problemas o retos.
A su vez, la profesora en psicología y creatividad Liane Gabora argumentaba en un artículo de 2017 que las mejores ideas surgen cuando existe una buena mezcla de inventores e imitadores. También los autores Emma Schootstra, Dirk Deichmann y Evgenia Dolgova reflexionaban el mismo año en otro artículo para HBR sobre cómo la meditación no solo ayuda a reducir el estrés, sino que también fomenta la creatividad.
Pero la meditación aporta muchas más cosas.
Diversas investigaciones han concluido que favorece la innovación, regula las emociones y nos hace más resilientes. Los autores señalaban que dedicar de diez a doce minutos al día a la meditación concentrada tiene un efecto positivo en nuestra capacidad creativa y por ello podríamos incorporar la meditación como otra técnica para ayudar a liberar nuestras capacidades creativas. Los autores Susie Cranston y Scott Keller encontraron en un estudio de 2013 para McKinsey que los ejecutivos de alto nivel tienen un flujo quinientas veces más productivo. Cuanto más se concentra la mente en el estado de flujo más ideas conscientes brotan como una botella de champán descorchada. Los científicos incluso tienen evidencias que sugieren que los estados de flujo conducen a mejores resultados de aprendizaje.
El flujo o el fluir es un estado mental en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta. Las personas que alcanzan este estado suelen tener objetivos claros, son capaces de concentrarse y enfocarse, se retroalimentan, alcanzan un equilibrio entre el nivel de habilidad y el desafío y se benefician de una gratificación intrínseca de la actividad.
Durante la experiencia de flujo la persona aplica sus facultades al máximo. Los expertos consideran que alcanzar el estado del flujo es crucial para alcanzar nuestro verdadero potencial. El fluir también se conoce como «estar en la zona» y es un estado óptimo de consciencia. Es cuando nos sentimos lo mejor posible, cuando el tiempo se ralentiza, cuando estamos tan absortos en la tarea en cuestión que todo lo demás desaparece.
Un ejemplo que suele utilizarse es el de los surfistas que sienten al más alto nivel la experiencia de surfear alcanzando sentimientos y sensaciones muy cercanas al fluir. Tienen una concentración intensa, perciben algo así como deformaciones del tiempo, pérdida del sentido de sí mismos, les parece que la tarea la realizan sin esfuerzo, obtienen una inmensa satisfacción interna y un sentido más amplio y profundo de sí mismos. Durante el estado de flujo nuestro desempeño humano se dispara. En mi caso concreto, me acerco a ese estado cuando estoy creando arte digital o escribiendo novelas de ciencia ficción.
Para finalizar sobre estos potenciadores de la creatividad empresarial es interesante revisar las ideas que propuso Greg Satell en 2018 para Harvard Business Review explicando que el secreto para desbloquear la creatividad no es buscar personas más creativas, sino desbloquear más creatividad de las personas que ya trabajan en la empresa.
Para ello recomienda, en primer lugar, cultivar la experiencia, que es absolutamente esencial para producir un trabajo creativo de primer nivel. Para cultivar la experiencia a nivel empresarial se necesita aplicar la «práctica deliberada». Para ello se deben identificar los componentes de una habilidad, ofrecer asesoramiento y alentar a los empleados a trabajar en áreas débiles. Eso va mucho más allá de la capacitación habitual que hacen la mayoría de las organizaciones. En segundo lugar, es importante fomentar la exploración.
Según hemos comentado, muchas ideas cruciales acaban proviniendo de fuera del dominio original. A menudo es una idea aparentemente aleatoria que transforma el trabajo ordinario en algo muy diferente. La filosofía de David Hume ayudó a llevar a Einstein a la relatividad especial. Un equipo de investigadores que analizó millones de artículos científicos descubrió que el trabajo más citado es mucho más probable que provenga de un equipo de expertos en un campo que trabaje con un especialista en algo muy diferente. En tercer lugar, es importante empoderar a los empleados con nuevos recursos tecnológicos para que dispongan de mayor tiempo para experimentar.
*** Paco Bree es profesor de la Deusto Business School