Hace ya años que la banca viene debatiendo si debe medir el riesgo de no digitalización de las empresas a la hora de conceder créditos. Esta semana una consultora le ha puesto números al problema. Lo publicaba D+I el martes, seis de cada diez pymes industriales no han abordado con seriedad la digitalización de su proceso de producción, por lo que tienen un "alto riesgo" de continuidad, según un estudio de IPYC.
De lo que están hablando es de sensorizar, de aplicar internet de las cosas e inteligencia artificial, de tener datos de los costes unitarios reales, acceder a información en tiempo real para, precisamente, poder gestionar en tiempo real. Que la contabilidad analítica se base en datos y no en conceptos subjetivos. Eso implicaría poder reducir los costes entre un 9% y un 18%. La situación es especialmente crítica en sectores como el embalaje, papel, madera, agroalimentario, textil, plástico o cosmética.
La parte buena del problema es que hay muchas soluciones en el mercado, baratas, algunas de ellas as a service (pago por cuota mensual), fáciles de rentabilizar en pocos meses. ¿Por qué no se aplican? Seguramente por falta de información, de ahí la importancia de dar a conocer este informe, o porque muchas pymes no ven todavía como prioritaria la inversión en digitalización. Quizás porque la pandemia nos ha despistado a todos.
Un ejemplo claro es lo que hacen dos marcas clásicas como Cola Cao o Nocilla. Idilia Foods que tiene a éstas y otras muchas enseñas conocidas en su oferta, habla de "exprimir el dato" para tener una gestión real en todo momento, para tener un relato único. Lo explicaban el miércoles en D+I. Y ojo cómo han cambiado también sus campañas de marketing: el 25% del presupuesto a redes sociales. La digitalización tiene un efecto dominó, de la industria a la estrategia de los medios de comunicación.
Por eso es muy cierta esa frase de que la digitalización no es una opción. Nos van a abocar los demás, incluso los ajenos a nuestro sector.
Realidad y necesidad
Claro que algunos de esos empresarios señalados en el estudio podrán decir que cómo van a hacer esas aplicaciones si no tienen ni fibra óptica en su polígono industrial. Ayer conocíamos que el 40% de los polígonos de Castilla-La Mancha carece de alta velocidad para los datos.
Eso ocurre en el país que presume de más kilómetros de cable de Europa. Y ocurre mientras el World Economic Forum realizaba esta semana una serie de recomendaciones para tener infraestructuras 4.0. Interconexión entre lo ya construido, los humanos y lo material; prepararnos para la fase de transición y educación, educación y más educación digital. Nada nuevo bajo el sol.
No estamos ya a las puertas de la revolución digital. Nos encontramos dentro del túnel, en una carrera ya avanzada. Los que salgan de él con más tecnología tendrán no sólo muchos cuerpos de ventaja, sino certezas de su continuidad futura. Porque ante unos saltos de costes tan elevados se va la capacidad de competir de cualquier empresa, por muy asentada que haya estado en su sector durante años.
Pero hay ámbitos con más y menos dificultades. Lo que está pasando en el sector agrario es un claro ejemplo. Los avances se han expandido mucho sobre todo en los cultivos extensivos. Ahora está el reto de la agricultura de alto valor añadido, de esos terrenos muy intensivos. De progresar en la precisión de muchos árboles o arbustos pegados.
Uno de los ejemplos conocidos esta semana es el que publicaba D+I el lunes. E-Stratos, una startup surgida en 2017 de la combinación de tres pymes de mapeo, drones y consultoría. Controlan mediante nanosatélites 40.000 hectáreas en buena parte de la España rural y en siete países de Latinoamérica.
El escalado
Lo que hizo E-Stratos hace cuatro años es una de las necesidades del sector de las startups. Wayra, la aceleradora de Telefónica, una de las veteranas del sector, en alianza con Bankinter y Endeavor están en esa fase ahora. En hacerlas crecer, en pasarlas de startups a scale ups. El viernes leía la crónica de D+I en la que se contaba cómo funcionaba esa iniciativa que pusieron en marcha para 11 startups a finales del año pasado.
Para optar se les pide facturar más de un millón o haber recibido la última ronda de financiación por ese importe o tener un crecimiento de más del 60%. Al leer la lista de los elegidos he reconocido a una startup a la que ayudamos a nacer en un programa de aceleración hace ahora cuatro años. Declarando, una adaptación de la gestoría tradicional al ámbito digital orientada a los pequeños. Y liderada por una mujer con pasión.
Es una de las grandes satisfacciones de este momento. Debe ser parecida a la sensación de los profesores cuando saben de la trayectoria exitosa de sus alumnos. En este caso, haberles visto pelear, sufrir,... Recuerdo que en alguna ocasión se quejaron del retraso en los datos que les facilitaban las grandes corporaciones para las que trabajaban o de la liquidez... Es un placer compartido verles ahora en esa fase de crecimiento hacia la consolidación.
Y en ese texto, Andrea Baber, directora general de RatedPower, otra de las seleccionadas, plasmaba muy bien uno de los grandes problemas de las startups en ese salto: "El mayor desafío con el que nos encontramos una vez consolidado el negocio es saber cómo escalar. Gestionar un equipo de 20 personas es relativamente sencillo, pero pasar a 50 es difícil y no sabíamos por dónde empezar”.
Y ahí la pregunta que surge es ¿debemos aplicar los mismos métodos de una empresa clásica a un startup en la gestión del personal? Sin duda que se necesita método. Que ya no sirve sólo con reunirse en una esquina de un co-working. Que el vértigo atenaza las decisiones.
El virus salva a la ciencia
El jueves conocimos el Anuario 2021 de la Fundación Cotec en el que se constató cómo España está recuperando la senda de la inversión en investigación tras una década perdida. Después de un inicio del milenio en el que nos colocamos casi al nivel de la UE, desde que llegó la recesión de 2008 la caída ha sido catastrófica.
Sin embargo, en 2019 ya llegamos al 1,25% del PIB y todo apunta a que cuando salgan los datos oficiales de 2020 habremos pasado el 1,5%. Y será no sólo por el efecto estadístico de la caída de la producción por la pandemia. Será porque "hay remontada" por otro efecto, el de la apuesta por la investigación en un momento de necesidad. La ciencia ha salvado la economía. Una situación que nos deja una paradoja preciosa.
La volvió a plasmar con maestría la presidenta de la Fundación Cotec, Cristina Garmendia. La también exministra de Innovación repitió por fortuna esa frase que le había escuchado hacía un mes y medio mientras le moderaba la primera mesa redonda del Wake Up Spain!. En aquel momento me dio mucha rabia haber perdido la literalidad de la frase. En medio del fragor de aquel macroevento la busqué, pero no la pudimos reproducir con exactitud. Pero esta semana Garmendia la volvió a lanzar: "El virus puede que salve a la ciencia". Es un titular perfecto para resumir ese anuario.
Lo que pidió esta semana la presidenta de Cotec ante el Rey es que gestionemos bien los presupuestos que llegan, que aseguremos la rampa presupuestaria para los siguientes años y que no pongamos en riesgo nuestra prima de riesgo reputacional lograda al principio de la década.
Somos animales de costumbre, que repetimos nuestro fallos cíclicamente. Necesitamos de crisis para reinventarnos. En ciencia hemos demostrado que tenemos capacidad, aunque no haber mantenido ese nivel nos ha dejado en evidencia en el sprint final de la creación de la vacuna.
De la misma forma que la pandemia ha hecho resurgir la chispa de la innovación, que el "virus haya salvado a la ciencia"... Quizás ese virus pueda acelerar a ese 60% de pymes industriales que todavía no han visto los grandes beneficios de medir con sensores e inteligencia artificial todos los datos que precisa su contabilidad analítica. Los ahorros de gestionar en tiempo real.
La nueva realidad, la digitalización, la necesidad de salir del túnel, nos está haciendo volver la mirada a la industria de la que nos despistamos en la era del ladrillo. Quien sabe si quizás sea este "virus quien salve a nuestra industria"...¿Y por qué no?
** Rafa Navarro es editor de D+I y CEO de Inndux Digital Group