Termina un verano extrañamente normal. Poco a poco, vamos recuperando una parte de esa vida social que teníamos en un pasado que ahora se antoja lejano. Recuerdo vagamente aquella ingenua sensación de seguridad, de comprender el mundo y sus dinámicas.
Ahora me creía a salvo de esa inconsciencia, más sabia, más precavida. Pero este verano, al conversar con personas ajenas a mi círculo habitual, he comprendido que durante este último año y medio nos hemos sumergido en nuestras propias burbujas, reafirmando nuestras opiniones previas.
En mi caso, he reconocido una fe ciega en la digitalización. Para mí, el que la digitalización es la clave para que todos tengamos más oportunidades, ganemos más dinero y cuidemos mejor del medio ambiente es una verdad tan incontestable como que la Tierra es redonda y las vacunas funcionan. Desde esa premisa, creía que, con un poco de divulgación y formación en competencias digitales, todas las pymes españolas querrían afrontar su transformación digital.
“Entiendo lo que me dices, pero es que NO QUIERO digitalizar mi negocio. Tengo mucho que ganar, sí, pero también tengo mucho que perder”, me dijo una persona durante una velada de agosto. ¡Zas!, golpe de realidad.
- “No quiero”.
¿Y por qué no iba a querer alguien digitalizarse? Hablamos de optimizar inversiones, de mejorar los márgenes de beneficios y la productividad, de aumentar la penetración en el mercado, de llegar a nuevos tipos de clientes, de tomar mejores decisiones (basadas en datos)… Y encima ahora todas estas herramientas son accesibles para las pymes, muchas están en la nube y son muy sencillas de usar…
- “Llevo muchos años en esto, tengo varios negocios y con cada uno de ellos he aprendido cosas mucho más determinantes que lo que me puede ofrecer un software X”.
Bueno, lo cortés no quita lo valiente, la tecnología no sustituye el conocimiento humano sino que lo potencia. ¡Encima va a haber muchas nuevas ayudas públicas precisamente para estas cosas, procedentes de los fondos europeos Next Generation EU!
- “Si me digitalizo todos mis números serían transparentes y tendrían que cuadrar a la perfección. Nosotros facturamos casi todo en A pero a veces se hacen trueques con un proveedor, a veces un empleado cobra de más o de menos al cliente (o roba dinero de la caja), a veces la franquicia te impone unas ofertas ‘solo online’ que te hacen perder dinero…”
¡Ajá! He aquí uno de los grandes tabús sobre la transformación digital de las pymes: el dinero negro y la picaresca. Todo lo que suene a añadir transparencia provoca reticencias, y la digitalización parece eludir precisamente a eso.
Voy a procurar desterrar algunos mitos sobre este asunto, a partir de algunas de las ideas que compartimos aquella tarde de verano:
- No existe una fórmula única para la transformación digital de una empresa: cada negocio integra las herramientas que necesita.
- El cobro con tarjeta conlleva comisiones, pero no olvidemos que el cobro en metálico también tiene un coste (asegurarse de tener siempre cambio, vaciar la caja registradora con frecuencia, la inseguridad, etcétera). Amén de que las comisiones por transacciones están llamadas a reducirse cada vez más.
- La transparencia (incluso la contable) compensa a largo plazo. Las relaciones de confianza con proveedores, colaboradores, clientes o con los mejores empleados se basan, cada vez más, en culturas corporativas abiertas, transparentes y colaborativas. Todo esto tiene mucho que ver con la transformación digital, que en el fondo es principalmente un desafío cultural.
- Por supuesto, la experiencia y la intuición tienen mucho valor, pero todos tenemos sesgos, ideas preconcebidas y acabamos siendo víctimas de las trampas cognitivas de nuestra mente… ¿Sabías que la intuición humana es incapaz de procesar pruebas contradictorias? En los ámbitos de inteligencia artificial/analítica de datos, se aplica la Regla de Bayes para sortear estas paradojas. Por todo esto, no es ninguna casualidad que las mayores empresas del mundo sean 'data driven companies'.
- La velocidad a la que cambia el mundo se está acelerando. Esto altera los patrones de consumo, los criterios que influyen en las decisiones de compra e incluso los elementos que pueden constituir una ventaja competitiva. Los datos y la digitalización serán tus mejores aliados en los momentos de incertidumbre.
- Evitar conscientemente la digitalización de tu negocio no solo no te está protegiendo de las distopías del futuro, sino que te está haciendo perder oportunidades en el presente.
- Por último, como refleja el nombre de esta columna, es AHORA O NUNCA. Los fondos europeos de recuperación nos brindan una oportunidad inmejorable e irrepetible para abordar el reto de la transformación digital. España ya ha recibido los primeros 9.000 millones del mecanismo Next Generation EU y es probable que a lo largo de septiembre conozcamos las primeras convocatorias del Digital Toolkit del Gobierno, orientado a las pymes.