Todos los que estamos metidos de lleno en la industria tecnológica estamos más que acostumbrados al sinfín de premios, galardones, reconocimientos y celebraciones varias del sector. Cada mes se suceden diferentes entregas de estatuillas de metacrilato, con formas más o menos similares y otra constante no tan positiva: muchos de estos trofeos distan mucho de ser algo objetivo, realmente basado en el mérito del vencedor.
Intereses personales, motivaciones comerciales e incluso el patrocinio directo de los galardones suelen reproducirse en la mayoría de estas ocasiones. ¿Cuántas categorías de premios se han creado 'ad hoc' para que uno de los 'sponsors' tuviera su momento de gloria? ¿Quién duda de que muchos de los responsables de otorgar estos premios han optado por entregárselos a sus amigos o contactos estrechos del sector?
Desgraciadamente, esa es la norma todas las industrias, verticales y sectores. Pero que suceda en un nicho de nuevo cuño, como el tecnológico, resulta especialmente doloroso. Y es algo que siempre me ha llamado la atención, cabreado y, al mismo tiempo, motivado. Inspiración, sí, a que se podía hacer algo distinto: unos premios que de verdad reconocieran los mejores proyectos, de forma completamente independiente de cualquier interés y sin sospecha alguna de conflictos de interés.
He participado como juez en diferentes competiciones nacionales (Junior Achievement, X Startup Programme, IBM Hackatown) e internacionales (Red Hat Innovation Awards 2021 y 2022) y siempre he valorado especialmente la autonomía del jurado de la que disfruté en todas ellas. Estaba claro que, si surgía la oportunidad de crear unos nuevos premios, estos debían regirse por ese mismo principio.
Y ese momento ha llegado. Desde Disruptores e Innovadores (D+I) nos hemos atrevido a dar vida a los Innovation Awards, unos premios que el próximo dos de diciembre reconocerán a las mejores iniciativas en startups, aceleradoras, inversores, digitalización de empresas, investigación, parques y centros tecnológicos, CIOs, Administración Pública y América Latina. Y que, por supuesto, parten de la premisa de ser éticamente impecables.
Vaya por delante el gigante agradecimiento a los jueces que han aceptado este difícil encargo: Paco Bree (Deusto Business School), Teresa Rodríguez de las Heras (UC3M), David Cierco (Fundación Alianza Digital 2030), José Antonio Cano (IDC), Víctor Calvo-Sotelo (DigitalES), Francisco Hortigüela (Ametic), Mónica Villas (profesora y asesora) y Julio Miravalls (periodista). Y también a unos patrocinadores de la entrega de premios (SAP, Amazon Web Services, Entelgy, Sothis, Globant, EVO o Qualcomm) que han aceptado esta frontera ética y coincidido en que es mucho más interesante formar parte de unos galardones de calidad que recibir o decidir sobre una estatuilla sin valor alguno.