Cuando estamos metidos de lleno en la vorágine de esta llamada digitalizacion, damos por hecho el éxito de tendencias como la inteligencia artificial, la nube o el internet de las cosas. Llevo más de una década escribiendo acerca de estos términos, replicando estudios del potencial de estas tecnologías y dando voz a ilusionantes casos de uso de ellas.
Sin embargo, el problema de estar tan metido de lleno en la rueda es que podemos llegar a perder la perspectiva sobre la realidad de los hechos. Y, quizás, la implementación de estas capacidades no llega al nivel que podríamos -o nos gustaría- imaginar.
Esta semana, el ONTSI publicaba algunos reveladores datos sobre el uso de algunas de estas tecnologías clave para la transformación digital de las empresas españolas. "Tecnologías emergentes", las denomina el organismo que dirige Lucía Velasco. Y es que, por mucho que a los que estamos inmersos en la ola nos parezcan ya manidas, siguen siendo incipientes para los negocios de nuestro país.
Por ejemplo, apenas el 8,3% de las empresas españolas usaron algún tipo de inteligencia artificial en su operativa durante 2021. En cuanto al 'big data', el 11% de las compañías patrias aprovecharon el poder de los datos el pasado curso. Visto desde la perspectiva positiva, ambas tecnologías han crecido notablemente en su adopción (un punto en el caso de la IA, tres para el 'big data'). Desde el prisma negativo, no podemos perder de vista que apenas una de cada diez empresas se han subido a este tren... una década más tarde de su despertar.
Estamos aún madurando y reposando el despertar de la inteligencia artificial; no sería un problema como tal de no ser porque el mismo estado embrionario lo encontramos en otros paradigmas que sí están considerados suficiente consolidados, como la nube. Los modelos 'cloud' (fundamentales además para democratizar la digitalización entre las pymes, que constituyen el 99% del tejido productivo español) apenas son usados por un 32% de los negocios. Son cuatro puntos porcentuales más respecto a 2020, pero sigue siendo llamativo el largo camino que queda por recorrer.
Nos encontramos con un escenario similar al tratar otra de las tendencias más en estos momentos: el internet de las cosas. A pesar de que esta tecnología crece once puntos porcentuales en adopción entre 2021 y 2020, todavía nos movemos en una implementación del 28% dentro del tejido productivo nacional. No hay duda de que las empresas encuentran utilidad en la sensorización masiva y la hiperconectividad por doquier, pero de nuevo hay mucho por explotar todavía.
Para nada debe entenderse esta columna como un reproche: el ritmo acelerado de adopción tecnológica por parte de las compañías españolas anticipa grandes éxitos en la digitalización del país. Pero sí que ha de servir como aviso a navegantes para aquellos que 'venden' éxitos aún por llegar o tergiversan la realidad, consciente o inconscientemente, por motivos comerciales o de cualquiera otra índole.