No habrá forma de volver a confiar en nuestra capacidad de recuperación que no pase por el refuerzo innovador e inteligente de nuestro sistema de salud. Si bien la crisis provocada por la COVID19 ha puesto al descubierto enormes debilidades en todos los rincones de nuestro maltrecho sistema de salud pública: desde el abastecimiento hasta la gestión primaria, pasando por los paupérrimos salarios que cobran nuestros sanitarios; no deja de ser sorprendente que al otro lado de la balanza haya florecido una oferta renovada de servicios sanitarios que aspiran a la universalidad a través de la digitalización. Este tren no podemos dejar que se nos escape.
Tanto el Ministerio de Sanidad y como el de Ciencia e Innovación han estado rápidos al anunciar un PERTE que quiere colocar a nuestro país en la vanguardia de los sistemas de salud mundiales. ¿Cómo? Pues fundamentalmente digitalizando la atención primaria, mejorando la deficiente gestión de los datos (los errores en su tratamiento encarecen más de un 30% los costes al producirse repeticiones de pruebas o alteraciones en la prelación de las terapias que hacen que gastemos en bucle y sin sentido), invirtiendo en medicina personalizada (la IA permitirá desarrollar terapias y fármacos personalizados a unos costes asumibles) y fomentando la capacitación permanente y la formación de nuestro Sistema Nacional de Salud.
Para ello han anunciado mil quinientos millones de euros de inversión pública y privada, y quieren vehiculizarlo a través da la promoción de consorcios. Lo que subyace a esta estrategia es la búsqueda de consorcios multi player: públicos y privados, que agrupen a varias regiones, que integren la investigación y el desarrollo con la industria, que conecten con las startups y las scaleups. Para poner en marcha este macro proyecto será necesaria la interoperabilidad con todos los sistemas regionales de salud, y, lo más importante, que se haga rápido.
Velocidad. Ahí radica el problema. Siendo las intenciones claras y el plan comprensible e incluso asumible a corto plazo, fallaremos en la ejecución. El sector público, y especialmente el de la salud, no está preparado para contratar y ejecutar rápido. Sus pliegos son complejos, los procedimientos eternos y los más innovadores, los más disruptores, no están preparados para esa eternidad. En el PERTE de salud de vanguardia una de las piezas clave debería ser la compra pública de innovación. Lo que sería supersónico es montar un laboratorio enorme de pruebas del sector público al que puedan conectarse cientos de soluciones al año: cada hospital, cada centro de salud, cada departamento de innovación sanitaria podría así estar conectado a las soluciones healthtech de todo el mundo. ¿Cómo? Pues contratando pruebas y proyectos piloto rápido. Se trata al fin y al cabo de volver a aquello de probar rápido y fallar barato.
La segunda fase estaría centrada en el crecimiento. Una vez probado en el laboratorio habrá que facilitar el acceso a la financiación de segunda fase: fondos de inversión, VCs, apuntalados en rondas internacionales. Podemos hacerlo. El CDTI ya está indagando en ese mundo y el Fondo Next Tech (un fondo de fondos lanzado por el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital) puede suponer un revulsivo en este sentido. A esta partida podrían sumarse los gobiernos regionales con sus agencias de inversión pública y los convenios que están suscribiendo con los operadores privados.
Para que todo esto funcione es fundamental garantizar un efecto llamada internacional. Tenemos que vender que se puede venir a España a digitalizar la salud, pero también a instalarse y crecer y consolidar así un nuevo ecosistema de empresas emergentes en el sector del eHealth. La nueva Ley de Startups y los fondos Next Generation suponen un importante efecto palanca que no debemos desaprovechar. Desde los ministerios responsables de la co gobernanza del PERTE se debería poder auspiciar la creación de un gran mapa de necesidades y de retos, sinérgicos, eso sí, evitando que cada región saque los suyos y cada hospital los suyos y cada centro local los suyos. Sólo así el plan tendrá sentido y una auténtica vocación de permanencia.