Amelia salió del despacho del jefe con una extraña mezcla de confusión, decepción y rabia; podía haberlo hecho mejor. Sin embargo, con una media jornada y el mantra de que la recuperación económica aún no permite atender nuevas demandas laborales, su capacidad de ejercer presión para implantar el teletrabajo parcial era limitada.
"Sentaría un precedente...". Fueron las últimas palabras que profirió su jefe antes de que ella enmudeciera y abandonara la oficina con otro bofetón de realidad en medio de la cara. Uno más. Operación conciliar, abortada.
Esas tres palabras resonaban en bucle en su cabeza una y otra vez de camino a casa -"sentaría un precedente..."-, al tiempo que no podía borrar de su mente los ojos de aquel hombre, con esa expresión que ponemos cuando atisbamos el abismo y sentimos miedo a lo desconocido; cuando la inseguridad toma el control y nos saca de nuestra zona de confort.
La sensación no era ajena para ella. Más bien, se había convertido en su día a día. A sus 40 años, madre de dos niños pequeños y con una hipoteca que asumir en solitario, nada mejor que 'abismo', 'miedo a lo desconocido', 'inseguridad' y 'vivir al margen de la zona de confort' definía su modelo vital.
Corría el mes de septiembre de 2019. Era imposible imaginar que solo seis meses después sería su propio jefe quien la llamaría a ella. "Amelia, tenías razón. Debimos probar antes el teletrabajo. Esto nos ha cogido por sorpresa y sin estrategia para organizar el trabajo desde casa".
El 24 de marzo de 2020, solo diez días después de que España decretara la fase más dura del confinamiento por la covid, un nuevo elemento se autoinvitó a la lucha por la conciliación de millones de mujeres. Se llamaba transformación digital y para empresas como la suya, era una gran desconocida.
Aquel 24 de marzo la economía digital entró en la empresa de Amelia como un elefante en una cacharrería y, pese a la nueva etapa que comenzaba, no evitó que acabara inmersa en un ERTE.
Encerrada en casa, lidiando con las tareas escolares online de dos fieras de 3 y 6 años, y sabedora de que su tiempo en aquel trabajo estaba finiquitado, la mujer utilizó el arma más peligrosa que poseía: detenerse y reflexionar.
El 'riesgo' de repensarlo todo
"Cuidado con lo que piensas. Puedes llevarte una sorpresa". Lo asevera Cristina Martín, CEO de Usyncro, participante de la mesa redonda organizada por D+I con motivo de este 8-M.
Cristina habla con conocimiento de causa. Madre de trillizos, se marchó dos meses a Silicon Valley para perseguir su sueño. "Has de ser un ejemplo para ellos y la construcción de referentes empieza por cada una de nosotras", explica durante el coloquio.
La historia -de ficción- protagonizada por Amelia bien pudiera ser la de tantas y tantas mujeres en aquellos convulsos comienzos de la covid-19. Si finalmente se armó de valor para reformular su vida, lo dejamos a gusto del lector, aunque sean osados y arriesguen.
Reorientación vital y profesional
Den por seguro que Cristina Martín la animó a aprovechar su maternidad y el nuevo escenario de la pandemia para reorientar su trayectoria vital y profesional. No solo ella, Ana Laguna (Zoundream), Isabel García (Free Now España), y Carmen Muñoz (Exclusive Networks), las otras integrantes del plantel de lujo de D+I con motivo del Día Internacional de la Mujer, la acompañarían con gusto en su 'aventura'.
Porque con la movilidad geográfica anulada en la ecuación, la flexibilidad que conceden las nuevas herramientas digitales brinda a la mujer -no en todos los sectores económicos ni en todas las categorías profesionales, pero sí en un amplio espectro de la nueva economía digital- una oportunidad al cuadrado para atreverse a reflexionar.
Osadía, en el buen sentido de la palabra, es lo que nunca ha faltado en el día a día de estas mujeres. Y buen humor ante las dificultades porque, de otra manera, es difícil afrontar determinadas situaciones.
Ana Laguna, científica de datos de Zoundream, recuerda -con una media sonrisa que delata ironía- cómo en el pasado fue invitada por un compañero informático a "hacer tortillas y cuidar niños". "Pertenecía a otra cultura pero, da igual. Al final, no te queda otra que hacer oídos sordos y mantenerte firme en tus convicciones".
Su actitud decidida y madera de líder desde pequeña -era tan solo una niña cuando ya tenía claro que se dedicaría a dirigir empresas- también ha sido crucial en la carrera profesional de Carmen Muñoz.
Desgraciadamente, la directiva de Exclusive Networks Iberia tuvo que escuchar en sus inicios profesionales comentarios similares a los de Ana Laguna.
"Llegué a México a dirigir una empresa de 70 personas y tenía todo en contra: era mujer, joven y española. A mí me dijeron cosas peores que vete a hacer tortillas y cuidar bebés". En la actualidad, Carmen Muñoz es uno de los referentes femeninos del sector tecnológico español.
De establecer precedentes y construir los referentes necesarios para avanzar en igualdad de género versaron precisamente los consejos que Isabel García, directora general de Free Now España, recibió desde su niñez por parte de su madre.
"Vosotras -en referencia a ella y su hermana-, carné, carrera e independencia". "¿Y Juan?", replicaban ellas. "Carné, carrera e independencia. Él lo tendrá más fácil que vosotras", sentenciaba la mujer al explicar la diferente situación de partida que tendrían los tres hermanos en función de su sexo.
Pandemia y maternidad. Eso sí que son crisis -o catarsis- con mayúsculas. ¿Alguien es capaz de imaginar un binomio más favorable para que florezcan nuevas oportunidades? Atrévanse a detenerse y reflexionar. Háganlo también ustedes en este Día Internacional de la Mujer. Y sienten precedentes. Aunque solo sea por Amelia.