Ya hace varias semanas que el gobierno ruso decidió invadir Ucrania, algo que ha vuelto a poner al mundo al límite y que nos preocupa a todos enormemente porque nos hace revivir situaciones del pasado que esperábamos no volver a ver nunca más. Una consecuencia directa de la invasión de Ucrania es el incremento de los precios del gas, la electricidad, el petróleo; algo que nos afecta como individuos y que tiene un efecto muy negativo en muchas empresas, algunas de ellas llegando a verse forzadas a cerrar.
Si algo ha hecho esta crisis es reforzar la creencia de que es necesario reducir la dependencia de terceros. Con la pandemia nos dimos cuenta de que era imperativo repatriar la fabricación de muchos productos para evitar ser dependientes de fábricas ubicadas en el otro lado del mundo, pero eso era una visión sesgada, incentivada por la escasez a la que nos tocó enfrentarnos y por los problemas logísticos. Sin duda esta nueva crisis nos ha recordado que la dependencia energética es otro punto débil para muchas economías; es por ello que estamos viendo movimientos geopolíticos de gran calado y movimientos para impulsar más la transición hacia energías limpias.
Desde que estalló el conflicto, Alemania ha suspendido el gasoducto Nord Stream 2 y ha anunciado planes para acelerar los proyectos de energía eólica y solar en su intento de frenar su dependencia energética de Rusia. Esto no es un hecho aislado, sólo hace falta ver como la Unión Europea se está moviendo para minimizar nuestra dependencia energética. No cabe duda de que la transición desde los combustibles fósiles a las energías limpias es algo que necesita años, pero no es menos cierto que los recientes acontecimientos están acelerándola. Podemos confirmarlo mirando la cotización de grandes empresas que saldrán beneficiadas de ello, pero también mirando las crecientes inversiones en startups. Es importante recordar que todavía necesitamos mejorar muchas cosas para que las energías limpias sean la solución al problema, estamos alineados para evitar una catástrofe climática global, aunque tenemos que encontrar y mejorar muchas soluciones.
Buscando un poco de información, vemos que hay startups innovadoras en casi todos los aspectos de cómo se genera y utiliza la energía. Por citar algunos ejemplos, Yosemite Clean Energy (EEUU), produce hidrógeno y gas natural más ecológicos a partir de desechos de madera de granjas y bosques; y está construyendo su primera planta de producción de hidrógeno verde y gas natural renovable con emisiones de carbono negativas en California. Por otro lado, BasiGo (Kenia), está ayudando al país a hacer la transición a una flota de transporte totalmente renovable con sus autobuses eléctricos para transporte público.
En clave local, Repsol a través de su fundación tiene una clara estrategia para impulsar una transición energética rápida, inclusiva, eficiente en coste y apuesta por el desarrollo tecnológico e industrial. Esta apuesta se visibiliza con sus inversiones de impacto en empresas sociales (Hispaled, Recycling4all, Koiki…) enfocadas a contribuir al reto global de la transición energética y generar oportunidades profesionales para personas de colectivos vulnerables. Del mismo modo vemos que la apuesta por la parte más industrial tiene una derivada muy importante, en la que se han unido a otras grandes empresas (Gestamp, Navantia, Técnicas Reunidas, Telefónica y Microsoft) para promover la primera asociación para la Inteligencia Artificial del sector industrial en España: IndesIA.
De IndesIA, del uso de los datos, de la inteligencia artificial, del impulso de la economía del dato y de todo lo que la posibilita os hablaré en una próxima columna, centrada en Gaia-X y el hub de España constituido el día 18 de marzo en Talavera de la Reina.