¿Os habéis preguntado alguna vez qué son las cada vez más notorias agritech y qué incluye exactamente bajo su paraguas? Agritech es el uso de tecnología e innovación tecnológica para mejorar la eficiencia y el rendimiento de los procesos agrícolas. Es la aplicación de tecnología para mejorar todos los elementos de los procesos de cultivo, desde la monitorización del campo hasta la propia cadena de suministro de alimentos. No me queda muy claro si incluye la tecnología aplicada a las granjas, pero por lo que he leído intuyo que sí.

Los problemas del crecimiento de la población, los eventos climáticos adversos y las limitaciones de la tierra han ejercido una enorme presión sobre el sector agrícola. La demanda de productos alimenticios asequibles y de alta calidad está en su punto más alto y existe una necesidad urgente de adoptar prácticas agrícolas sostenibles.

Paradójicamente, según datos de la ONU, una de cada nueve personas en el mundo se acuesta con hambre y una de cada tres padece desnutrición. Está muy claro que el mundo necesita sistemas de producción de alimentos eficientes y sostenibles. Esto exige nuevas tecnologías agrícolas, un uso más eficiente de los recursos y cadenas de valor responsables y sostenibles.

Precisamente, este último punto, el de la sostenibilidad en el mundo agritech, es una tendencia que se ha acentuado a la par que se ha acelerado el cambio climático y han aumentado los fenómenos meteorológicos extremos – por ejemplo, el huracán Ian y su 258.000.000.000 de dólares de coste estimado –. La industria contribuye significativamente al calentamiento global y es responsable de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Por otra parte, en España nos encantan los cerdos, mejor dicho comer distintos productos basados en los mismos, con especial predilección por el jamón. Pues resulta que los cerdos gustan en todo el mundo, tanto es así que la industria porcina es la más grande dentro de las distintas industrias cárnicas a nivel mundial.

Incluso hay proyectos como PigSustain, de la Universidad de Leeds, que está utilizando un enfoque de sistemas integrados multidisciplinarios para modelar y evaluar la resiliencia de la industria porcina del Reino Unido para garantizar que cualquier intensificación futura de la producción se equilibre con una mejor salud y bienestar animal.

Es aquí dónde me pregunto por el papel que tienen los efectos contaminantes de esta megaindustria, especialmente si me creo las leyendas urbanas que dicen que los neerlandeses crían los cerdos en España para esquivar algunas regulaciones locales más estrictas que las españolas o las que dicen que en Galicia y Aragón también se crían un montón…

No estoy pensando sólo en los malolientes purines, sino también en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) y demás. Mis preocupaciones sobre este tema se acrecientan todavía más si tengo en cuenta que el pasado 10 de junio, la ministra neerlandesa de Naturaleza y Nitrógeno, Christianne van der Wal, reafirmó la “transición radical pero necesaria del área rural” para reducir el óxido de nitrógeno y el amoníaco para 2030. Las reducciones previstas de entre el 12% y el 95%, dependiendo de la zona, se centran en gran medida en el sector agrícola, con medidas que incluyen una reducción del número de cabezas de ganado de alrededor del 30%.

Todo ello mientras leo noticias como que el caparazón de los cangrejos y las langostas podría ser el futuro de las baterías eléctricas o que el principal productor de pollo del Reino Unido advierte sobre la espiral de costes de CO₂ (utilizado para aturdir a las aves antes de sacrificarlas) derivado de la invasión de Ucrania.

Hay quienes enarbolan la bandera del smart farming o de la agricultura 3.0 y las indudables bondades del uso de tecnologías como la móvil, el cloud computing, el edge computing… como la solución a todos los problemas. Creo firmemente en la Convergencia Digital ESG, y que debemos buscar el beneficio de todos los grupos de interés (incluida la Tierra), dicho de otro modo, aprovechemos todas las tecnologías disponibles, pero teniendo en cuenta los efectos colaterales que pueden generarse en forma de incremento de hambrunas, contaminación…