Las empresas tecnológicas están llamadas a adelantarse al futuro y traerlo al presente. Normalmente eso tiene que ver con hacer real la innovación y la disrupción, de visualizar las tendencias más vanguardistas y sentar sus bases en la actualidad. Pero, en otras ocasiones, ese poder de prestidigitación tiene algunas connotaciones no tan positivas.
La prueba inmediata está en la ola de despidos en que estamos inmersos en el sector tecnológico. Es prácticamente imposible adentrarnos en una nueva semana sin que nos sorprenda alguna de esas noticias: cientos o miles de profesionales hasta ahora bien pagados y extraordinariamente solicitados que se ven en la calle. De un día para otro, la eterna promesa de la industria digital se está viendo sometida a un ajuste extremo, comparable a la de la crisis de las 'puntocom' o los años 2011-2012.
Empecemos con la lista: la empresa israelí de seguridad Cybereason despidió en junio al 10% de su plantilla, unas 100 personas. En octubre, la firma volvió a despedir a otro 17% de su fuerza laboral. Sigamos en esta misma arena con OneTrust, que en verano redujo su plantilla en 950 profesionales, el 25% del total. Nutanix anunció en pleno agosto el despido de 270 trabajadores, el 4% de sus empleados; a la vez que Avaya hacía públicos sus planes para reducir en hasta 250 millones de euros sus gastos, con un número indeterminado de despidos como medida estrella.
Vayamos con los grandes nombres. El desarrollador de herramientas de comunicación Twilio está despidiendo a hasta 900 trabajadores, de su total de 7.860 contratados. Microsoft despidió a unos 1.000 empleados en octubre, Oracle se deshizo de 200 trabajadores en octubre y F5 hizo lo propio con 100 personas de sus 6.900 profesionales. A su vez, Salesforce ya ha confirmado que tiene en mente un recorte laboral de calado, cifrado por Protocol en 2.500 personas y por Axios en "cientos".
Eso por no mentar los casos más mediáticos: Twitter se ha desprendido del 50% de su plantilla, incluido todo su equipo en España, desde que Elon Musk ha tomado cartas en la multinacional. Meta, matriz de Facebook, acaba de anunciar el despido de 11.000 trabajadores, el 13% de su plantilla. Y el popular fabricante de chips Intel podría, según Bloomberg, anunciar su propio plan de despidos antes de final de año.
En todos los ejemplos anteriores, la premisa es la misma: la situación económica general presente -y futura- no es nada halagüeña. Las tecnológicas están anticipando los posibles recortes presupuestarios y de inversión TIC de 2023, fruto de la incertidumbre generalizada y los miedos a una recesión generalizada. Se da además la dualidad de que este sector sea el más resistente a cualquier impacto a corto plazo, pero al mismo tiempo el primero en hacer notar esas dificultades.
Como reza el dicho popular, "cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar". Los despidos que estamos viendo en el sector digital no son más que el anticipo de la dinámica global a la que podremos asistir el próximo curso, a menos que todos los eventos extraordinarios -como la guerra de Ucrania o la crisis de suministro- se vean mágicamente resueltos.