La lista de tareas de cualquier persona encargada de la tesorería empieza por recibir una factura por email, abrir el PDF, extraer manualmente la información en un Excel, o en el ERP, preparar emails de aprobación, acudir a la interfaz del banco, actualizar una transferencia anterior, o cargar un archivo XML, confirmar el pago, enviar email con justificantes de pago. Continúa por abrir el Excel para ver cuándo se deben realizar los pagos, acceder a múltiples bancos; hasta acabar por darse cuenta de que no tiene visibilidad de la tesorería ni a corto, medio ni largo plazo.
Todos ellos son los pasos e inconvenientes a los que se enfrentan estos profesionales cada día y que llevan años sin evolucionar.
Mientras somos capaces de enviar dinero en pocos clics a nuestros amigos, transferir dinero globalmente e intercambiar divisas con aplicaciones, las empresas se enfrentan a procesos totalmente manuales y tediosos cuando se pasa a hablar de pagos dentro de su entorno y operativa habitual.
Lo más impactante es que no es un problema focalizado en un sector, sino que lo sufren la gran mayoría. Desde pequeñas pymes, hasta medianas y grandes empresas que facturan millones de euros.
Es cierto que la pandemia puso la gestión de tesorería en el mapa. Lo que antes no se veía nada 'sexi', empezó a resultar ser clave para todas las compañías. De un día para otro, muchas pasaron de tener miles o millones de euros en ingresos a tener cero. Esto obligó a todos los directivos y financieros a gestionar y controlar la caja al milímetro para garantizar la supervivencia de la empresa. Los inversores empezaron a pedir informes de liquidez prácticamente a diario. De esta manera, la gestión de tesorería pasó a ser uno de los pilares fundamentales de cualquier empresa.
Por aquel entonces, mientras se iban digitalizando a pasos agigantados las soluciones de pagos para los consumidores, en el mundo de la empresa la gestión de la tesorería continuaba realizándose de la misma manera. Solo las grandes corporaciones, con el músculo financiero para hacer frente a largos procesos de implementación y costes que rondaban los miles incluso millones de euros, los llevaron a cabo.
Sin embargo, las pequeñas y medianas empresas, que suponen más del 99% de tejido empresarial de nuestro país, el 62% del Valor Añadido Bruto y el 66% del empleo total, siguen desatendidas. Una situación que lleva a estas compañías a dedicar enormes recursos económicos y humanos a procesos manuales que aportan escaso valor añadido.
El resultado de todo es el siguiente: cada vez hay más directivos, autónomos y emprendedores desesperados buscando una solución. Según el último 'Informe Mundial de Pagos', elaborado por Capgemini, casi nueve de cada diez pymes se plantean cambiar de banco porque consideran que los servicios que ofrecen están estancados y llevan años sin evolucionar.
Es más, la mayoría de las pymes afirman que luchan con problemas relacionados con el flujo de caja, los ciclos de conversión y la gestión y planificación de la tesorería, a los que no son capaces de ponerle solución. El resultado final, aseguran, es un lastre para su propio crecimiento.
En pleno proceso de digitalización de nuestra economía, es fundamental que haya servicios pensados y creados para facilitar el trabajo a estas compañías, para que puedan aumentar su productividad, ahorrar miles de horas, costes, posibles errores y dolores de cabeza al equipo, así como dotarles de herramientas que les permitan tener un mayor control, entre otros, de su propia tesorería.
Según las previsiones del Gobierno, la economía digital alcanzará un peso cercano al 40% del PIB en 2030, por delante de industrias como la automoción o el turismo. Unos cálculos que, de cumplirse, confirmarán que las empresas de este país están preparadas para hacer frente a los retos del siglo XXI.
La irrupción de nuevas empresas que apuesten por la digitalización y automatización es vital para desarrollar y mejorar nuestro tejido productivo. Eso nos lleva a considerar que la digitalización de nuestra economía es una cuestión de Estado. Pero en este camino, los emprendedores que creamos y ofrecemos soluciones tecnológicas para empresas, no podemos ni debemos olvidarnos de las pymes ni de los procesos más cotidianos, como la gestión de la tesorería, que permitirán a estas compañías dedicar estos recursos a otras actividades que ofrezcan un mayor valor añadido y dar así un importante salto cualitativo en la gestión de sus empresas.
*** Gorka Aguirre, cofundador y CEO de Snab.