Según el Servicio de Cambio Climático de Copernicus, del Centro Europeo de Predicciones a Medio Plazo, el pasado mes de abril ha sido el cuarto más caluroso en el mundo, especialmente en España y Portugal, donde ha sido el más cálido desde que se tienen registros.
Parece que, por fin, empezamos a creernos esto del cambio climático, a pesar de que haya aún mucho negacionista suelto, aunque sea para echarnos a temblar por el verano que nos espera y para pensar dónde podríamos pasar un verano más fresco, cómo refrigerar nuestras casas o cómo nos vamos a desplazar sin pasar un calor horrible.
Ya desde los años 90, muchas empresas y gobiernos, causantes del mayor porcentaje de la contaminación mundial, comenzaron a reconocer la necesidad de luchar contra el cambio climático, del que se venía hablando desde la década de los 70, intentando buscar soluciones más sostenibles y respetuosas con el medioambiente. De ahí nació el término clean tech, o tecnología limpia, como un término paraguas para englobar las distintas tecnologías, prácticas y procesos destinados a reducir el impacto ambiental de la producción y el consumo de energía, enfocándose sobre todo en la reducción de la huella de carbono.
En las últimas décadas, la conciencia pública sobre la necesidad de abordar el cambio climático y otros desafíos ha aumentado, sobre todo al ver el efecto que están provocando en el medioambiente. Por ello, hoy en día, muchas empresas y gobiernos están invirtiendo en medir su huella de carbono e intentar reducirla a través de tecnologías limpias y prácticas más sostenibles.
Una de las iniciativas más interesantes es la conocida como 'Ciudad de los 15 minutos', término acuñado por el urbanista y científico franco Carlos Moreno y popularizado por la alcaldesa de París, Anne Hidalgo. Este concepto consiste en un modelo urbano que se enfoca en crear comunidades más sostenibles, donde todo lo que necesitamos esté a una distancia accesible y se pueda ir a pie, en bicicleta o en transporte público en menos de 15 minutos. Este modelo de ciudad tiene como objetivo reducir el tráfico, las emisiones de gases de efecto invernadero y mejorar la calidad de vida de los residentes.
Además, la pandemia de covid-19 aceleró nuestro deseo de vivir en espacios, sean ciudades, barrios o pueblos, funcionales, y con un tamaño asequible al ser humano.
La relación entre la ciudad de los 15 minutos y la clean tech es que ambos se enfocan en crear comunidades más sostenibles. Al reducir la necesidad de transporte, la ciudad de los 15 minutos puede reducir la huella de carbono de la ciudad y mejorar la calidad del aire. Al mismo tiempo, la clean tech puede ayudar a las empresas y las ciudades a reducir su impacto ambiental y cumplir con los objetivos de sostenibilidad.
La ciudad de los 15 minutos promueve el uso de modos de transporte sostenibles, como caminar, andar en bicicleta y tomar transporte público. La clean tech puede ayudar al proporcionar bicicletas eléctricas, sistemas de bicicletas compartidas y autobuses eléctricos. Estos modos de transporte pueden ser más eficientes y limpios que los vehículos impulsados por combustibles fósiles, reduciendo así las emisiones de gases de efecto invernadero.
Pero no se trata sólo de desplazamientos, sino que la clean tech puede ayudar al desarrollo de la ciudad de los 15 minutos a través de edificios sostenibles que reduzcan la huella de carbono con soluciones como sistemas de iluminación inteligentes y de calefacción y refrigeración de alta eficiencia.
O puede ayudar a impulsar la adopción de energía renovable al proporcionar soluciones como paneles solares y sistemas de almacenamiento de energía, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles. También la clean tech puede ayudar a reducir el desperdicio al proporcionar soluciones de gestión de residuos más eficientes, como el compostaje y el reciclaje automatizado.
Algunas ciudades que están llevando a cabo proyectos de ciudad de los 15 minutos son París, Melbourne, Copenhague, Barcelona o Portland, donde se han implantado medidas como expandir las redes de carriles para bicicletas, peatonales y de transporte público, reducir la velocidad máxima en muchas calles, promover la agricultura urbana, implementar medidas para reducir el uso de los coches, fomentar la eficiencia energética de los edificios, crear más espacios verdes en la ciudad, e implementar incentivos fiscales para fomentar la eficiencia energética en los edificios.
Tal vez en lugar de hacer las preguntas del principio de este artículo, tenemos que ir pensando en usar la bici para desplazarnos por nuestra ciudad, crear un huerto en nuestra azotea, o reducir nuestros residuos comprando más productos sin embalajes. No parece que el calor vaya a bajar… ¡o quizá en otra glaciación!
*** Epi Pascual es country manager de LetMeShip.