¿Y si os dijera que el mismísimo Charles Darwin nos sugirió en su momento introducir más tecnología en nuestras empresas?

La teoría de la evolución de Darwin en su enfoque más generalizado, conocido con el nombre de “Darwinismo universal”, se puede aplicar a muchos ámbitos, entre ellos el laboral.

La globalización de la información como consecuencia del uso masivo de internet a partir de los años noventa ha cambiado drásticamente los hábitos de la sociedad y sus necesidades. En la era de la información digital destaca el requisito de la inmediatez: las relaciones sociales, los conocimientos, la forma de realizar cualquier acción de la vida cotidiana, como hacer la compra, elegir un medio de transporte, escuchar música o pedir comida a domicilio, pasan por soluciones digitales que minimizan los tiempos de espera.

Para poder sobrevivir y tener éxito en esta nueva era, las empresas y sus equipos deben evolucionar y adaptarse al entorno, puesto que el uso de la tecnología representa para todos, no solo una necesidad, sino también una gran oportunidad.

Gracias a las soluciones digitales y a la inteligencia artificial es posible mejorar la eficiencia laboral y, aún más importante, la calidad de vida de las personas. Reduciendo el tiempo que se dedica a tareas repetitivas y con poco valor añadido, los beneficios serán múltiples: incrementar la satisfacción de las personas, que podrán dedicar su tiempo a la realización de tareas donde es clave el uso de la creatividad e intuición; dar más espacio a las relaciones interpersonales de calidad y disponer de más tiempo libre, valioso aliado para un entorno saludable.

El departamento de personas no solamente puede adoptar soluciones tecnológicas para mejorar sus procesos internos (con Applicant Tracking System siempre más completos, chatbots y herramientas de IA que reducen las tareas administrativas), sino que también debe ser el principal promotor y facilitador de este cambio de paradigma en toda la empresa. Es el garante de que exista coherencia entre el ADN de la compañía y su estrategia, entre la cultura corporativa y sus procesos.

No obstante, hay que tener en cuenta que, si la adopción de tecnologías más avanzadas puede generar muchas oportunidades, también es cierto que las empresas pueden enfrentarse a dos grandes obstáculos: el temor al cambio y la brecha digital. El primero, generado de la incertidumbre respecto al “empleo de futuro” y de la sensación de no estar suficientemente preparado a esta transición. El segundo, determinado especialmente por edad, criterios económicos y geográficos. Éstos son aspectos relevantes que pueden transformarse en miedo a perder el puesto de trabajo.

Acompañar a las personas en esta fase de cambio a través de una comunicación honesta, empática y cercana, promocionar la formación de nuevas habilidades que permitan la conversión de puestos de trabajo clásicos a puestos más digitalizados y evitar la deshumanización de las empresas, son los grandes retos del departamento de personas.

Si bien es cierto que, aplicando el concepto de evolución darwiniana, el uso de la tecnología es sinónimo de adaptación y evolución, también hay que recordar que esta puede ser usada impropiamente y para fines poco nobles. Para evitar que esto ocurra, es responsabilidad de todos poner límites morales y éticos a la hora de adoptar estas soluciones, puesto que la difusión tecnológica es tan rápida y generalizada que se hace complicado incluirla en un marco legal constantemente actualizado.

 *** Rossana Montemurro es Chief People & Culture Officer en Cooltra y miembro de la AEDRH.