La transición hacia a una economía circular está produciendo cambios en la tecnología, en la organización, en la sociedad, en la financiación... En este contexto, la cooperación entre el sector público y el sector privado -una asociación donde ambas partes trabajan hacia objetivos comunes compartiendo recursos y beneficios- se presenta como estrategia disruptiva de futuro.
Esta colaboración se aplica de múltiples formas, sólo tiene que cumplir una condición: ser ventajosa para ambas partes. Hay ámbitos donde la colaboración público-privada puede ser un ejemplo demostrativo de que cuando en un proyecto ganan todos, no hay quien lo pare.
Hay proyectos que irrumpen por necesarios. Cuando se transita hacia nuevos horizontes que implican hacer frente a la obsolescencia tecnológica, nos encontramos con una administración que quiere ser plenamente funcional capaz de adaptarse a los nuevos paradigmas.
Una administración que quiere reforzar sus instrumentos digitales para mejorar su eficiencia y provisión de servicios. Sólo las empresas tecnológicas son quienes tienen la capacidad, de una vez homogeneizados, normalizados y homologados los procesos administrativos, de agilizar, simplificar y reducir trámites para conseguir una real digitalización que ahorre tiempo y dinero al contribuyente.
El crecimiento económico tradicionalmente ha ido en paralelo a grandes espacios creados para el desarrollo productivo, con sus infraestructuras portuarias, ferroviarias y viarias. Ahora toca regenerar ese suelo degradado y reutilizarlo dándole un uso racional para nuevas actividades económicas, con industrias más sostenibles y verdes.
En esa cualificación del suelo industrial y en esa renovación de los espacios productivos, van de la mano intereses públicos y privados que quieren fomentar la productividad del suelo, teniendo en cuenta exigencias de futuro, como aspectos bioclimáticos de eficiencia energética y de funcionalidad.
La crisis demográfica agrava el déficit de talento. Europa ya no manda, se está quedando en un museo. Representa apenas el 5,7% de la población mundial, trabaja un mes menos que la media mundial, y en la UE la esperanza de vida es 10 años superior al resto del mundo. Atraer, recuperar y retener actividad económica y talento basado en la innovación, el conocimiento y la tecnología es un reto de todos los territorios de la Unión y de España en particular.
Reducir la brecha entre la academia y la empresa, adecuar el talento a las tecnologías más avanzadas, parece la estrategia. Sin embargo, sistemáticamente se deja fuera al 50% de la población. Estudian más, se gradúan más, están peor pagadas y ocupan menos cargos de responsabilidad.
Ellas sí, sí son la generación mejor formada de la historia. Ese 50% de la población inaprovechada, la sociedad no se lo puede permitir. La colaboración público-privada está intentando mitigar esa brecha de género orientando la educación tradicional hacia disciplinas STEM como garantía de futuro profesional.
La innovación tecnológica, y especialmente la tecnología digital son el verdadero motor e impulsor de los procesos de cambio de la sociedad y seguirán siéndolo en el futuro. Impulsar ese desarrollo tecnológico y extender procesos de innovación a todos los ámbitos es uno de los grandes retos del sector público.
El futuro será tecnológico y sostenible o no será. Esa apuesta constante poniendo el foco en la innovación y en la mejora continua es otro de los nichos de la colaboración público-privada. Y es implementar la innovación, no sólo en el sector empresarial, sino en la propia administración, mediante sistemas de inteligencia artificial, actuaciones administrativas digitalizadas y el big data.
Esa integración trasversal de la innovación como uno de los ejes principales para el desarrollo económico de las ciudades no deja de ser una renovación del modelo industrial con la irrupción de nuevos avances como la robótica, la sensorización, la nueva industria logística inteligente, la impresión 3D, el IoT, el Big Data, la realidad virtual, o la nanotecnología, que aspiran a que el engranaje producción-innovación genere un crecimiento más competitivo en la industria y en las ciudades. Ese espacio de transferencia de tecnología investigada y empresa es otro ámbito de colaboración público-privada.
La industria hace ciudad, reduce desigualdades, genera valor añadido, mejora salarios, impulsa el crecimiento, requiere altas cualificaciones. La industria que transforma la materia prima en productos elaborados mediante la energía está evolucionando. La Industria 4.0 cambia los métodos de trabajo, desarrolla nuevas formas de negocio, es más digital y mejora el uso de recursos, se hace más sostenible. La prioridad se asienta en el avance hacia un proceso donde la modernización industrial sea el elemento fundamental de desarrollo.
Todos estos aspectos inciden en la necesidad de vincular el desarrollo sostenible con la sociedad del conocimiento. Se plantea una renovación del modelo industrial basado en la irrupción de los nuevos avances antes mencionados. Establecer planes de reconversión de las industrias contaminantes para mejorar el comportamiento ambiental de sus factorías y disminuir los efectos adversos de sus actividades para las personas y el entorno, están en marcha.
Es otro ámbito donde la colaboración público-privada está funcionando, donde el crecimiento productivo va en paralelo al desarrollo de la ciudad, para que esta consiga su mejor versión. Es mantener y aprovechar la sinergia de la colaboración público-privada bajo una óptica de coherencia actual y requerimientos de futuro.
***José Luis Vega Álvarez es responsable de Promoción del PCT Avilés Isla de la Innovación.