Impulsoras para España: brillantes e imprescindibles
Cómo no inspirarse ante mujeres admirables como Malala Yousafzai, que dijo que “un niño, un profesor, un libro y una pluma pueden cambiar el mundo”. Pero también, que “ninguna lucha puede tener éxito si las mujeres no participan en ella junto a los hombres”. Trasladadas sus palabras a los desafíos que afrontamos en España, podríamos traducir esa inspiración en una doble constatación: la educación es lo que puede cambiar nuestro país y ese cambio no lo podremos hacer sin las mujeres. O dicho de otra forma, necesitamos un impulso y quienes nos lo pueden dar son ellas.
Hablamos de un asunto que es crucial en España y en el mundo. Lo es para nuestra sociedad, pero también para nuestra economía. Y no hablamos de beneficiar y ayudar a ellas, sino de beneficiarnos y ayudarnos todos. Porque es innegable que necesitamos mujeres en todos los ámbitos. Y, sobre todo, las necesitamos en el mundo de la innovación, la ciencia y la tecnología.
A la vista de lo que nos dicen diferentes estudios sobre la realidad actual, parecería que hablamos de metas imposibles. En España, apenas el 1,3% de las adolescentes están interesadas en estudiar carreras relacionadas con las tecnologías de la información. Mientras suponen el 56% de las matriculaciones en la universidad, sólo representan el 36% de las matriculaciones STEM. A nivel global, sólo el 29,2% de los empleos en estas áreas están ocupados por mujeres. Y un estudio de la OCDE revela que un 66% de las personas encuestadas nombraron a un hombre famoso en el ámbito de la tecnología, mientras que sólo el 22% pudieron nombrar a una mujer.
Podemos hablar también de negocio. Un reciente estudio de AFI y Telefónica estima que, de cerrarse la brecha de género en las profesiones digitales, en tres décadas se generarían 71.700 millones de euros en la economía española, esto es, el 6,4% del PIB. O remitirnos a la Organización Internacional del Trabajo, que calcula que las empresas que fomentan la igualdad de género como factor competitivo incrementan sus ingresos en un 20%.
Pero dijo Concepción Arenal que “todas las cosas son imposibles mientras lo parecen”. Y dejan de parecerlo cuando reparas en que la directora del centro del I+D de Ericsson en España se llama Elena; la responsable de ciberseguridad de Alstom en España y Portugal se llama Gema; y Salma lidera el campus de innovación y digitalización de Dow en Tarragona. Podría hablar de mí y de otras mujeres que ocupamos puestos de responsabilidad en HP. O recordar que la actual ministra de Ciencia, Innovación y Universidades se llama Diana, y Teresa la secretaria general de Innovación en ese ministerio. Hay muchos más ejemplos. Y nos vienen a demostrar que, aunque nos queda mucho por recorrer, tenemos una buena base sobre la que podemos crecer.
Lo que necesitamos es creérnoslo y dar un paso adelante. Nosotras, sí, pero toda la sociedad y todos los agentes económicos y sociales. Las empresas, y en concreto puedo hablar de las multinacionales que traemos inversión a España, nos sentimos muy involucradas en esta misión. Lógicamente, somos parte interesada. Vivimos la necesidad y a la vez tenemos clara la oportunidad de atraer talento femenino. Independientemente de los sectores en los que operamos, todas necesitamos ingenieras, matemáticas, programadoras, expertas en IA, en robótica… Pero además de esas carreras y ese conocimiento, necesitamos aprovechar su particular forma de abordar situaciones, aplicar la creatividad, aportar su capacidad analítica, su sentido crítico… para formar equipos imbatibles.
Por otro lado, las empresas debemos ser conscientes de nuestro papel no sólo empleador, sin además formador y transmisor de conocimiento. De ahí que sean necesarios más programas de mentorización en las compañías, así como ampliar la colaboración con escuelas y actividades para que niñas y niños se interesen por lo que hacemos. También, en el caso de las compañías globales, nuestro alcance y experiencia global nos permiten captar, gestionar y aprovechar la diversidad. Y como embajadoras de España que somos ante nuestras corporaciones, nada nos ilusiona más que poner en valor España como un país con brillante y envidiable talento femenino.
Tenemos mucho que construir, pero es importante empezar por los cimientos. Decía Coco Chanel que "una mujer debe ser dos cosas: quien ella quiera y lo que ella quiera". Que sean conscientes de ello desde pequeñas y, si lo que quieren ser es ingenieras o científicas, animémoslas, hagamos por reafirmar sus vocaciones en vez de infundirlas desaliento. Porque no es que consigan romper techos de cristal, es que son ya y van a ser imprescindibles para las sociedades y las economías del futuro inmediato.
Todos hablamos casi a diario de este asunto, en los medios y en los foros, pero ha llegado el momento de dar un salto exponencial y elevarlo a cuestión de Estado. Desde el sector público y privado deberíamos ser capaces de desarrollar iniciativas conjuntas y ambiciosas para estimular el estudio de materias STEM entre las niñas y la matriculación en carreras universitarias tecnológicas y científicas. También que las mujeres rompan barreras y entren de lleno en los centros de toma de decisiones. Sabemos que no es una asignatura fácil, no lo está siendo para casi ningún país. Pero ya dijo Helen Keller que “la vida es una osada aventura o nada en absoluto”. Y como este artículo no se ciñe a cuotas, puedo terminar citando a Mario Benedetti cuando dijo “imagina lo precioso que puede ser arriesgarse y que todo salga bien". Merece la pena, porque todos tenemos mucho que ganar.
*** Inés Bermejo es directora general de HP Iberia y miembro del patronato de la Fundación I+E.