Vamos a hablar de unir puntos, sinergias, catalizadores del cambio, grandes y pequeñas iniciativas que al conectarlas conforman el futuro de la innovación en nuestro país.
Aunque solamente hayan pasado algunas semanas y en estos tiempos acelerados parece una eternidad, en la reciente edición del Mobile World Congress 2024 en Barcelona, escaparate privilegiado del panorama digital mundial, era realmente complicado encontrar un expositor, compañía participante o asistir a una ponencia que no incluyera entre sus propuestas a la omnipresente de una manera u otra.
Este MWC 2024 deja un poso de vuelta por fin a la normalidad y también de contrastes. 2.700 compañías expositoras, una agenda y actividad muy intensas que cada vez más llevan al límite el envidiable don de la ubicuidad -más de 1100 ponencias (el 40% de mujeres)-, y sobre todo, un gran punto de encuentro. Grandes espacios que exhiben drones gigantes, prototipos de coches voladores, robots de variadas formas con frecuencia intencionadamente no humanoides. Dispositivos futuristas que ya son realidad compiten por atraer la atención de los visitantes y se contraponen a otros espacios exclusivos de entrada controlada y que recuerdan a la recepción de un hotel donde solamente asoma al exterior el mostrador de admisión con cita previa.
Una de las propuestas más interesantes es la de 4YFN, “Four Years from Now” que tiene como objetivo llevarnos en un salto en el tiempo a lo que se hará realidad dentro de unos años. Con una estética austera y muy alejada física y estéticamente de los leds brillantes de los pabellones principales, aquí se respiraba un bullicio y una actividad efervescente y contagiosa, con casi mil pequeñas empresas y grandes organizaciones, fondos inversores y gobiernos que apoyan con hasta 50.000 millones de euros a los que tienen el arrojo de emprender en tecnología e innovación.
Uno de los actos más emotivos que se celebra al amparo del MWC es la ceremonia de entrega de la medalla de oro de Ametic. Durante el evento se comparte el dato de que ya hay 140 hubs internacionales de empresas y organismos establecidos en Cataluña, un 10% más respecto al año pasado. Junto al gran orgullo de ver premiada por primera vez a una mujer, la exitosa profesional del mundo de la tecnología Emma Fernández, amiga y compañera de grupo en #SomosMujeresTech, qué estupenda noticia que nuestro país crezca en atractivo para atraer a los mejores a nivel mundial.
En mi tierra, el Parque Tecnológico de Málaga, que ha cumplido más de 25 años, es ya otro referente en todo el mundo para empresas tecnológicas nacionales e internacionales y un maravilloso ejemplo de colaboración público-privada que beneficia a todos. El Instituto Ricardo Valle, nacido junto al Parque, innova en el modelo de desarrollo de la innovación proponiendo un ecosistema replicable de industria, universidad y empresas para crecer la industria generadora de tecnologías digitales en España.
Frente a la marea de jóvenes que cada año abandona nuestro país en busca de mejores oportunidades, Yolanda Prezado decide volver a España para continuar sus trabajos en protonterapia, una radioterapia basada en haces de protones mucho más precisa para atacar solo los tejidos tumorales. En sus propias palabras, España puede convertirse en la quinta potencia mundial en este prometedor campo de lucha contra el cáncer gracias a los recursos sanitarios públicos y privados, con un componente muy importante de donaciones privadas.
Hace unos pocos días asisto en Palma de Mallorca a una mesa redonda para hablar de mujeres y tecnología con varias de mis compañeras de #SomosMujeresTech y dos estupendas profesionales de la isla. Terminamos la sesión llenas de energía tras compartir casos reales con impacto positivo en sanidad, en educación, en la industria, en servicios ciudadanos y también cómo utilizarla beneficiándose de todas sus ventajas y gestionando sus riesgos de forma segura.
Un buen ejemplo de comunicación eficaz es la del médico inglés John Snow, considerado el precursor de la epidemiología moderna. Ante la epidemia de cólera que arrasaba Londres en 1854, en vez de escribir largas y complejas argumentaciones técnicas para los dirigentes, Snow se hizo con un mapa de la ciudad y junto al párroco local fueron visitando todos los lugares afectados y dibujando sobre el mapa los puntos que correspondían a las cifras de muertos de cada lugar. La nube de puntos fue la imagen que habló por sí misma al mostrar dónde estaba el foco de la infección. Así consiguió convencer a los gobernantes a actuar y cerrar el pozo concreto que causaba la epidemia, y salvar innumerables vidas.
La nube de puntos de innovación, talento e ilusión ya tiene forma. Ahora sólo falta ir a buscar el mapa.
*** Pilar Torres es CEO de Atos Eviden Iberia, Italia y MEA