Que conste que me he reprimido de poner de titular algo así como 'inteligencia artificial y renacimiento nuclear', aunque entonces habría usado nuestra querida buzzword de moda. Lo hemos comentado en múltiples ocasiones, pero es evidente que si no hablas de inteligencia artificial en estos tiempos, parece que estás totalmente desactualizado. Sin duda es un tema apasionante, aunque muy amplio y con muchas derivadas, no todas positivas, como por ejemplo la creciente concentración de poder en unas pocas manos y en dos países en particular (Estados Unidos y China); o su consumo energético.
Del mismo modo, si no eres antinuclear también debe ser porque no has estado muy atento durante lo que va de siglo... o eres francés. Bueno, leyendo titulares varios puede ser que esta afirmación sea errónea. No me refiero solo a que la gran banca de inversión lleva un tiempo poniendo sobre la mesa el debate sobre energía nuclear y finanzas sostenibles, sino al giro respecto a la energía nuclear del Banco Europeo de Inversiones (el BEI es el mayor prestamista multilateral del mundo) explicando su renovada estrategia y mostrando su disposición a financiar nuevos proyectos nucleares, aumentar las inversiones en defensa y asumir más riesgos.
Es más, ya el año pasado, en un post de las GatesNotes: I’m in Wyoming to celebrate the next nuclear breakthrough (Estoy en Wyoming para celebrar el próximo avance nuclear) Bill Gates nos explicaba que estaba en Kemmerer, en Wyoming, para celebrar el último paso de un proyecto que llevaba más de 15 años en desarrollo: diseñar y construir una planta de energía nuclear de próxima generación. Tal como comenta en el mencionado post, está convencido desde hace tiempo de que el mundo necesita hacer una gran apuesta por la energía nuclear. “Como escribí en mi libro How to Avoid a Climate Disaster (Cómo evitar un desastre climático), necesitamos energía nuclear si queremos satisfacer la creciente necesidad mundial de energía y al mismo tiempo eliminar las emisiones de carbono. Ninguna de las otras fuentes limpias es tan confiable y ninguna de las otras fuentes confiables es tan limpia.”
Por otro lado, hace poco me regalaron un libro de Kate Crawford, Atlas de la Inteligencia Artificial; y he empezado a leerlo durante estos días de vacaciones con la familia. La verdad es que el libro me parece interesante y los mensajes de la autora a mi entender son muy potentes. Pero me cuestioné si el libro y los mensajes que contiene no se habrían quedado obsoletos dado que fue escrito en 2021. Cabe recordar que el mundo sufrió un cambio mayúsculo a finales de 2022 con la irrupción de la IA Generativa y su primer y más famoso vástago: ChatGPT.
Dicho y hecho, me puse a buscar información y ví que la autora ha realizado proyectos muy interesantes como Anatomía de un sistema de IA, realizando un análisis de toda la vida de Echo (de Amazon) desde su nacimiento hasta su deseable reciclado, básicamente como un mapa anatómico del trabajo humano, los datos y los recursos planetarios implicados o su reciente artículo en Nature, Generative AI’s environmental costs are soaring — and mostly secret (Los costes ambientales de la IA generativa se están disparando, y en su mayoría son secretos), donde habla del primer proyecto de ley estadounidense que abordará los costes ambientales de la tecnología y destaca un comentario de Sam Altman, de OpenAI, durante su participación en el World Economic Forum de Davos a principios de año, admitiendo que la industria de la inteligencia artificial se dirige hacia una crisis energética ya que la próxima ola de sistemas generativos de IA consumirá mucha más energía de lo esperado y que los sistemas energéticos tendrán dificultades para hacerle frente.
En su libro, Kate sostiene que “la IA no es artificial ni inteligente, sino que existe de forma corpórea, como algo material hecho de recursos naturales, combustible, mano de obra, infraestructuras, logística, historias y clasificaciones”. De hecho he encontrado datos alarmantes como que se estima que el 2027 la IA Generativa consumirá tanta energía como la mitad del Reino Unido o que el consumo de agua para refrigerar los centros de datos en algunas zonas está entre el veinte y el treinta por ciento del total consumido en las mismas. Si realmente es así, contando que España es un país en el que el agua es un bien escaso, igual deberemos analizar detenidamente si debemos replantearnos cultivar fruta intensiva en el consumo de agua o potenciar industrias que tan bien lo son, como las de los centros de datos.
Acabaré esta columna diciendo que a lo mejor el futuro de la IA Generativa y el siguiente paso para su democratización (más allá del acceso a las herramientas de un puñado de empresas y países) y la racionalización de su impacto medioambiental debe ir más hacía modelos de tamaño medio pero totalmente enfocados en los datos adecuados usando IA Privada. A esto hay quien le llama Small o Medium Language Models, modelos mucho más personalizables y eficientes con los que controlamos el impacto de nuestras acciones, las fuentes de los datos y la propiedad intelectual de nuestras organizaciones.