En la contienda digital que se libra a escala global, la soberanía de los datos se antoja como uno de los campos de batalla más interesantes. Es una cuestión monetaria (si la información está radicada en un determinado lugar, la industria asociada a ella también, comenzando por los centros de datos), pero que atañe especialmente a la privacidad y los derechos más básicos de los ciudadanos en esta era tecnológica. Por eso, cuando Estados Unidos (que aglutina a los grandes proveedores de nube pública, como AWS, Microsoft, Google, Oracle o IBM) decidió -mediante la controvertida Cloud Act en 2018- requerir a las empresas de ese país que entregaran datos de usuarios incluso allende sus fronteras, la ansiada soberanía europea que pregona Margrethe Vestager se vio amenazada como nunca antes.
La respuesta, más allá de iniciativas legislativas que plantaran cara al movimiento de Trump, vino en otra parte del tablero: la respuesta empresarial. Así surgió, en verano de 2019, una colaboración al más alto nivel entre Francia y Alemania que daría lugar a lo que hoy es Gaia-X: el sueño de una infraestructura de nube pública 100% europea que funcione de acuerdo a nuestra legislación y valores compartidos. Y, de paso, que genere más riqueza dentro del tejido tecnológico del Viejo Continente al configurarse como una alternativa real a Estados Unidos y Asia.
"Europa necesita tener su destino en sus propias manos. La nube es la habilitación clave de todos los activos digitales de las industrias y organizaciones europeas y, por lo tanto, garantizar la soberanía sobre los datos y la creación de valor es clave", defiende Michel Paulin, CEO de OVHcloud, una de las empresas que lidera esta iniciativa. "No podemos confiar en tecnologías donde estamos encerrados, y todo depende de áreas geopolíticas no europeas que emiten regulaciones extraterritoriales que amenazan los intereses europeos. Nuestra visión con Gaia-X es hacerlo posible, basándonos en la apertura, la transparencia, la reversibilidad y la protección de datos".
El enfoque tomado en esta ocasión es radicalmente distinto al que nos llega desde el otro lado del Atlántico: en lugar de reducir las alternativas en el mercado a unos pocos actores de gran tamaño, se ha buscado impulsar una red de empresas comunitarias que puedan trabajar de forma conjunta y en base a unos determinados estándares y compartir capacidades y sinergias operativas. Más de 300 socios de diferentes países componen, por tanto, Gaia-X, de entre los que solo hay una firma española: Gigas. Su CEO, Diego Cabezudo, explica que "no se trata de dar la espalda a los proveedores americanos ni de proteger la industria europea, sino de competir y hacer cumplir nuestra legislación. El ecosistema está muy fragmentado en Europa y, por eso, surge esta federación de proveedores con la que recuperaremos la soberanía digital, fortaleceremos el tejido industrial y, además, servirá de elemento de innovación para no sólo almacenar datos, sino ponerlos a disposición del público y desarrollar nuevos negocios en la economía del dato".
Y es que, si bien el origen de Gaia-X es una reacción defensiva ante una amenaza legislativa extranjera, su verdadera magia se encuentra en la capacidad tractora para volver a situarnos en el mapa competitivo de esta nueva revolución industrial a la que hemos llegado tarde y mal. "Si el sector queda concentrado en unos pocos actores no europeos, corremos el riesgo de quedar como meros consumidores de tecnología. Y eso es un problema enorme. Además, cuando vemos que los grandes nombres norteamericanos están montando centros de datos en la Unión Europea, o ahora en España, lo cierto es que no están creando puestos de trabajo porque las inversiones milmillonarias van a los proveedores de infraestructuras de fuera de la UE, con lo que quedan pocos empleos de baja cualificación asociados al mantenimiento de los CPD", afirma Cabezudo.
Meses cruciales
La propuesta es claramente ilusionante, pero todo está en pañales y los próximos meses serán cruciales para el devenir de Gaia-X. Sobre la base de todo el trabajo de CISPE (un código de conducta compartido por numerosas empresas europeas para la portabilidad de información), este verano se han sucedido los grupos de trabajo para definir el funcionamiento de esta federación cloud que han culminado, por ejemplo, con la configuración legal de la misma en forma de fundación con sede en Bélgica. Y, en la actualidad, se están definiendo las especificaciones de interconexión entre los distintos agentes y la financiación europea que recibirá esta iniciativa.
Por el camino, ya se han anunciado los primeros proyectos conjuntos entre socios de la alianza (Deutsche Telekom y la propia OVH, por ejemplo) y los próximos 18 y 19 de noviembre está prevista la celebración del Summit de Gaia-X, en el que ya se verán los primeros casos de uso vinculados al sector financiero, la automoción y otras industrias estratégicas en Europa. Será ya en 2021 cuando se hagan oficiales los primeros desarrollos formales y con altura de miras de esta propuesta, que espera ser además acicate de la migración a la nube pública de la siempre recelosa Administración Pública.
"Ya hemos logrado construir una visión común del tema, y eso ya es un logro significativo. Por lo tanto, los principales desafíos están frente a nosotros, con el fin de entregar una gran propuesta de valor", reconoce Paulin. "La mayoría de los proveedores europeos estarán referenciados dentro de Gaia-X, lo que permitirá a los clientes cambiar de proveedor rápidamente y compartir grandes conjuntos de datos para crear valor en varios sectores verticales y entre sectores como salud, energía o movilidad inteligente aprovecharán la plataforma. La industria europea debería poder garantizar una mejor soberanía de los datos y crear más valor a partir de ellos, y podrá innovar más rápidamente. Algunos proveedores y clientes no europeos también se unirán desde los EE. UU., Japón, Corea o algunos otros países".
¿Dónde está España?
Lo cierto es que fuentes conocedoras de los trabajos con Gaia-X confirman que ni el gobierno nacional ni el tejido empresarial patrio -con excepción de la ya mencionada Gigas- han estado involucrados ni en la gestación ni el desarrollo hasta el momento de esta iniciativa comunitaria. Eso a pesar de que Gaia-X figura como una de las prioridades del Ejecutivo en la Agenda Digital 2025 presentada por el propio Pedro Sánchez antes del verano. Queda la esperanza de que, conforme vayamos viendo los progresos de nuestros vecinos, nos subamos al carro de la última oportunidad de gestar un actor cloud regional.