¿Cuántos de ustedes conocen a Venetia Burney? Es una de las pocas mujeres matemáticas de la Historia de la Humanidad que tienen un nombre en los mapas del espacio, concretamente en el lejano Plutón.
El suyo es uno de los tres únicos nombres de mujer, de entre los más de cuarenta que ya han sido cartografiados en la superficie de Plutón. Comparte territorio junto a Jeanne Baret, conocida por ser la primera mujer en dar la vuelta al mundo (en barco). “Una aventura que comenzaría en 1766, aunque para ello tuvo que ocultar su identidad disfrazándose de hombre, ya que de lo contrario no le hubiera estado permitido”, relata Sonia Pacheco, directora de Márketing y Comunicación de Globant para EMEA.
La tercera mujer inmortalizada en Plutón es Lisa Hardaway, la ingeniera aeroespacial sin la cual no hubiéramos podido ver cómo es el planeta enano: ella fue la responsable de dar vida a la cámara RALPH que hizo posible inmortalizarlo.
En Marte, de los 1.957 nombres cartografiados, una pequeña proporción (los grandes cráteres de más de 60 kilómetros de diámetro) están reservados para ser designados con nombres de científicos que hayan contribuido significativamente al estudio del planeta rojo, así como escritores y otros que hayan contribuido a la tradición marciana. Sin embargo, hasta la fecha, “no parece haber ninguno dedicado a científicas”, denuncia Pacheco.
Y de los 1.594 nombres de cráteres de la Luna reservados para homenajear a científicos y filósofos, solo 31 corresponden a mujeres*. Reiteradamente, las grandes innovadoras de la historia han sido olvidadas.
¿Quién decide las nomenclaturas espaciales?
La Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) es el organismo que se ocupa de designar y armonizar las nomenclaturas espaciales desde su creación, en 1919. La base de datos completa y actualizada está accesible, gratis y para todo el mundo, en el ‘Gazetteer of Planetary Nomenclature’.
El proceso para aceptar nuevos nombres es el siguiente: una vez que se obtienen las primeras imágenes de la superficie de un planeta o satélite, se eligen las temáticas para nombrar características y se proponen nombres de algunas características importantes. Generalmente, esta decisión la toman los miembros del grupo de trabajo correspondiente dentro de la IAU.
Después, a medida que se disponen de imágenes y mapas de mayor resolución, los investigadores que mapean o describen las superficies y las formaciones geológicas recién descubiertas pueden solicitar nombres para características adicionales. En este punto, “cualquiera puede sugerir un nombre específico, pero no hay garantía de que el nombre sea aceptado”, advierte esta organización.
Una vez que una designación es aprobada por el Grupo de Trabajo para la Nomenclatura del Sistema Planetario (WGPSN), ya puede emplearse en mapas y publicaciones. Los nombres no se pueden comprar. Las nomenclaturas espaciales comercializadas por diferentes empresas no tienen consideración oficial.
Un reconocimiento exclusivo
En realidad, solo una minoría de las nomenclaturas usan nombres de personas reales. Los satélites y los planetas enanos, por ejemplo, reciben sus denominaciones de las mitologías griega, romana o polinesia.
Las nebulosas y galaxias se identifican con acrónimos o secuencias alfanuméricas, al igual que la mayoría de las estrellas. “Los nombres están bien para pequeños grupos de objetos conocidos, como los planetas o las estrellas a simple vista, pero simplemente no son factibles para catálogos de millones de estrellas”, justifican desde la IAU. Aun así, unos pocos cientos de estrellas reciben nombres por razones culturales (mitología, navegación, temporadas agrícolas, cronometraje…) o científicas (variabilidad, proximidad, propiedades inusuales, estrella anfitriona de exoplanetas, etcétera). Ninguno de ellos, en cualquier caso, de personas.
Los exoplanetas también pueden llevar nombres propios, aunque en su mayoría adoptan el de la estrella más cercana (acompañados de números y una letra minúscula), el instrumento empleado para su descubrimiento, el nombre del proyecto…
Unos pocos grandes nombres de la ciencia sí han conseguido inmortalizar su recuerdo dando nombre a un exoplaneta. Es el caso del astrónomo italiano Galileo Galilei, el danés Tycho Brahe o el holandés Jacharias Janssen, a quien se le atribuye la invención del microscopio. La IAU prohíbe expresamente asignar nombres de personas vivas a los exoplanetas, así como individuos conocidos por su actividad, política, religiosa o militar, nombres comerciales, nombres de mascotas…
Como curiosidad, el Planetario de Pamplona consiguió dar nombre a cuatro exoplanetas (Quijote, Dulcinea, Rocinante y Sancho) y unos estudiantes de Físicas de la Universidad Complutense de Madrid lograron designar el único exoplaneta que, hoy por hoy, tiene nombre de una mujer real: Hipatia, en honor a la primera astrónoma conocida de la Historia. Hipatia fue directora de la escuela neoplatónica en Alejandría a principios del siglo V, hasta que una turba cristiana la asesinó en el año 415.
La IAU admite, asimismo, que los cometas puedan recibir el nombre de sus descubridores.
Más oportunidades para hacer homenajes a personalidades destacadas de la Tierra las encontramos en los asteroides. Aunque inicialmente tomaban sus nombres exclusivamente de la mitología, en la actualidad están abiertos a las sugerencias que cualquiera pueda realizar a la IAU. De hecho, el MIT ha propuesto el nombre de Maitane Alonso, una joven investigadora española que ha ideado una tecnología de conservación de alimentos, para bautizar un asteroide.
Los nombres de personas reales se usan también para designar elementos concretos de la topografía de los astros… Mejor dicho, de algunos de ellos. Así, de los cinco planetas enanos que hay en el Sistema Solar, solo uno, Plutón, admite nombres de escritores, científicos e ingenieros para denominar sus accidentes geográficos. Como condición, los personajes deben guardar una vinculación significativa con Plutón o con el cinturón de Kuiper.
También están reservados para homenajear a personajes históricos los grandes cráteres de Marte, de la Luna y, como ahora veremos, de Venus.
Venus, el 'planeta de las mujeres'
Conscientes de la escasa representación de mujeres en el espacio, la propia IAU ha reservado Venus como ‘el planeta de las mujeres’. Todos los cráteres de más de 20 kilómetros de diámetro están dedicados a “mujeres fallecidas que hayan contribuido a su campo de forma significativa o fundamental”.
A julio de 2019 había 881 cráteres nombrados en Venus. Encontramos en nuestro vecino del Sistema Solar referencias a mujeres reconocidas en muy diferentes ámbitos, desde el arte a la aviación, pasando por supuesto por la ciencia.
Como veíamos al inicio de este artículo, solamente 31 mujeres han conseguido ser distinguidas con un cráter en la Luna. Más de la mitad eran astrónomas. La más conocida es Marie Curie. Una sigue viva, aunque a sus 83 años está retirada: la cosmonauta e ingeniera rusa Valentina Vladímirovna.
Para Daniel Altschuler, físico uruguayo vinculado al radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico), y Fernando Ballesteros, doctor en Ciencias Físicas y jefe de instrumentación del Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia, “es distinto (y mejor) tener un cráter en la Luna que uno en otro planeta”, en tanto nuestro satélite es visible desde la Tierra, hasta con un modesto telescopio. “Si, en palabras de la primera persona en la Luna, Neil Amstrong, ‘Vinimos en paz en nombre de toda la humanidad’, entonces la humanidad está pobremente representada; no solo las mujeres, sino todos aquellos que viven por debajo del ecuador terrestre”, añaden.
“Se estima que hay 300.000 cráteres mayores de 1 kilómetro de diámetro en el lado visible de la Luna, es decir, que hay suficientes para remediar la injusticia”, animan Altschuler y Ballesteros en el libro ‘Las mujeres de la Luna’.
“Faltan nombres de mujeres en el espacio”, constata Pacheco. “Hemos comenzado a explorar planetas y satélites cuyos territorios vamos a ir descubriendo y conociendo. Poco a poco iremos nombrando sus mapas pero, si nada cambia, pocos serán en honor a una mujer tecnóloga”, añade.
Con el objetivo de visibilizar a estas mujeres, Globant organiza los premios Women that Build, en cuya primera edición fueron galardonadas Rosanna Sibora (Universal Music Entertainment), en la categoría de Tech Executive; Patricia Benito (Openbank), en la categoría de Game Changer; y Fátima El Baghdadi (CaixaBank) como ganadora Rising Star.
“Con el desarrollo de la nueva era espacial, es posible veamos en las próximas décadas cómo poco a poco muchos de los planes de conquista espacial puedan ir siendo alcanzados. No dudo de que ahí el talento de muchas tecnólogas y científicas tendrá un papel estelar”, concluye Pacheco.
*Fuente: ‘Las mujeres de la Luna’, escrito por de Daniel Altschuler y Fernando J. Ballesteros, tercera edición (julio 2019)
**Desde D+I, en colaboración con Globant y #SomosMujeresTech, en el marco del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que se celebra hoy, queremos impulsar la visibilización de las más brillantes y destacadas investigadoras españolas y latinoamericanas, para que sus nombres conquisten el espacio, y permanezcan para siempre.
***¿Qué mujeres creen que merecen ese reconocimiento? ¡Envíennos sus propuestas!
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