Cada año, cuando la cumbre internacional sobre ciudades inteligentes organizada por Fira de Barcelona (Smart City Expo World Congress) da a conocer el nombre de la smart city del ejercicio en curso no solo está informando sobre cuál es la ciudad más avanzada en el sector.
Al enumerar los proyectos por los que ha sido reconocida, también está revelando tendencias de futuro, ideas que ya aplicadas allí, puede que no tarden en llegar aquí.
Como estos reconocimientos, además, incluyen diversas categorías que premian a otras ciudades con otras tendencias disruptoras, este tipo de congresos constituyen una especie de guía mundial de referencia sobre usos y costumbres que cualquier gestor público debería tener siempre a mano.
El reconocimiento de smart city de 2020 recayó en la ciudad china de Shanghái. Y Canadá o Israel son otras de las regiones que, gracias a ideas concebidas o aplicadas en ellas, merecen estar en esta 'guía' de referencia.
Ahora bien, los diferentes proyectos elevados a la categoría de referentes para cualquier ciudad inteligente tienen este año una lectura añadida que invita a la reflexión.
Una lección sobre la privacidad
¿Puede el uso de una determinada tecnología traspasar fronteras sin poner en peligro ciertos principios sociales o culturales en la región receptora? Por concretar: ¿es aplicable, por ejemplo en cualquier ciudad española, la tecnología del reconocimiento facial como fuente de datos para la toma de decisiones de movilidad?
Preguntas como estas son las que nos podríamos hacer al analizar algunos de los proyectos por los que Shanghái ha sido elegida smart city de 2020.
Uno de esos proyectos es el City Brain de Alibaba, que utiliza inteligencia artificial (IA) para resolver problemas de transporte, seguridad y planificación urbana entre otros. Las cámaras de reconocimiento facial biométrico, los drones y las imágenes de satélite ayudan a capturar millones de imágenes de las calles de la ciudad.
Según detalló la ciudad en la última edición del CES, los sistemas de IA de aprendizaje profundo pueden identificar problemas como infracciones de tráfico o vertederos de basura ilegales. El sistema también puede ajustar la sincronización de semáforos o alertar a los servicios de emergencia.
City Brain está implantado en al menos 23 ciudades chinas pero organismos como la española Fundación Innovación Bankinter se cuestionan si este método podría ser aplicable en nuestro país.
D+I revelaba esta misma semana cómo la ciudad de Santiago de Compostela está trabajando de cara a 2022 en un ambicioso proyecto que incluye soluciones similares para mejorar la movilidad en el centro histórico.
En este caso, los responsables del proyecto tienen muy claros los límites: más que un reconocimiento facial individualizado, lo que las 43 cámaras del proyecto transmitirán será una serie de datos genéricos que solo estarán a disposición de la Policía Local.
El anterior sería un ejemplo de la cautela con la que los gestores públicos encaran esta cuestión. Esta cautela, cabe resaltar, no es exclusiva de Europa. También en EEUU algunas ciudades (Los Ángeles, San Francisco, Boston, Portland...) han prohibido el uso de este tipo de tecnologías.
La Fundación Innovación Bankinter y compañías especializadas como Arsys coinciden en que esta barrera aún es muy importante en el mundo occidental y más concretamente en Europa. Ahora bien, argumentos como el de intentar evitar congestiones de tráfico -esgrimido en el proyecto de Santiago de Compostela- pueden ser una buena manera de adentrarse en este tipo de tecnologías aplicadas a las ciudades inteligentes.
Una lección sobre conectividad
La de intentar conjugar eficiencia y privacidad no es la única lección o reflexión que dejan Shanghai y su nueva etiqueta de smart city del año. Hay otra que tiene que ver con la importancia de estar bien conectados a través de redes potentes.
Lógicamente, no hay nadie en el mundo desarrollado que discuta esta necesidad. La diferencia que quizá existe entre regiones es la velocidad de implantación de redes como el 5G, por no hablar, de la imposibilidad que tienen algunos países de llegar al 100% de su territorio ni siquiera con banda ancha o fibra óptica.
En el caso de Shanghái, cabe destacar que ha logrado convertirse en la primera ciudad de 'doble gigabit', logrando una cobertura 5G completa en el área del centro de la ciudad y también logrando una cobertura de fibra de 1 Gigabit en el 99% de su territorio.
Es evidente lo que eso significa: a mayor y más potente conectividad, mejores oportunidades. Y entre esas oportunidades, lógicamente, están las que tienen que ver con la de desarrollar aplicaciones que conviertan a cualquier ciudad en una ciudad cada vez más inteligente.
Precisamente uno de esos desarrollos es otro de los proyectos que le han valido a esta megalópolis china su reconocimiento mundial. Se trata de una ventanilla única para la administración que ya utilizan 14 millones de vecinos (casi el 60% de la población). Sin una excelente conectividad no hubiera sido posible.
Por cierto, otra de las iniciativas que ha sido reconocida en la última edición de Smart City Expo World Congress en la categoría Governance and Economy también destaca por el uso de la inteligencia artificial y también tiene aplicación en gobiernos locales.
En este caso beneficia a los gobiernos locales de Zencity (Israel) y es una herramienta de toma de decisiones basada en datos e IA avanzada.
Otra lección y una tendencia (la movilidad)
La búsqueda de tendencias ante el futuro de las smart cities suele incumbir sobre todo a las administraciones públicas, aunque muchas de las ideas y desarrollos, como es lógico, provienen de la iniciativa privada. Esa colaboración público-privada tan necesaria es otra de las lecciones que cada año deja este congreso.
En cuanto a tendencias, a las ya mencionadas, cabría mencionar una última, que tiene que ver con la movilidad urbana.
Ya son muchas las ciudades que están implementando en todo el mundo soluciones de movilidad inteligente, pero este año el Smart City Expo World Congress sirvió para presentar una idea innovadora, la de la empresa Pantonium Inc., con sede en Toronto (Canadá).
Para esta compañía fue el premio Mobility gracias a un programa capaz de transformar el funcionamiento de la flota de vehículos de transporte público en una ciudad de un sistema de rutas fijas a un servicio flexible bajo demanda.
Los conductores son informados de las rutas óptimas a la vez que los usuarios solicitan servicios desde cualquier parada de la red hasta cualquier destino. La solución ya ha sido probada en los autobuses nocturnos de ruta fija en Belleville, Ontario (Canadá), incrementando el número de pasajeros y reduciendo el kilometraje de los vehículos.
Son, en definitiva, tendencias a nivel mundial que, antes de ser aplicadas por doquier, deben salvar barreras de todo tipo según en qué países vaya a ser implementada. De momento, en algunos casos, sirven para iniciar interesantes debates sobre si encajarían bien o no en un determinado territorio.
En el caso de tecnologías que puedan invadir nuestra intimidad el debate sigue (y seguirá) abierto.