En el corazón de la requemada Sierra de la Culebra, en Zamora, paradigma de la despoblación, un pueblo de apenas 400 habitantes, Villardeciervos, se convierte durante tres días en epicentro mundial de la innovación dirigida “a los cuidados”.
Ese es el objetivo de la primera Feria Internacional de Innovación y Tecnología al Servicio los Cuidados (FITECU), que ha reunido a expertos en inteligencia artificial y robótica de primer nivel mundial como Kenji Matsui (director del centro de diseño y robótica del Instituto de Tecnología de Osaka); Juan Manuel Corchado (director del IOT Digital Innovation Hub y presidente del Air Institute); José Luis Pons (del Instituto de Rehabilitación de Chicago); y Miguel Ángel Salichs (director del master en robótica y automatización de la Universidad Carlos III de Madrid y responsable de la secretaría técnica de la Plataforma Tecnológica Española de Robótica).
Además, una veintena de empresas especializadas en la materia muestra sensores, robots, gafas de realidad virtual y artefactos como los exoesqueletos de Gogoa, los controles hospitalarios de Alcad (para seguir movimientos de pacientes, visitantes y, eventualmente, intrusos, abriendo y cerrando el acceso a determinadas zonas), las camas robotizadas de Teknomechanics, los dispositivos para telemedicina de Homedoctor…
Y añádase la participación en la organización del clúster SIVI (Soluciones innovadoras para la vida independiente), la transmisión de las conferencias por streaming y la presencia de la plana mayor de la Comunidad Autónoma de Castilla y León, con su presidente Fernández Mañueco a la cabeza.
Lorenzo Jiménez, alcalde de Villardeciervos, confiesa a D+I que esta insólita oleada robotizada que ha sacudido su pequeño y tranquilo pueblo en la comarca Sanabria-Carballeda surgió de una propuesta de la consejera de Familia de la Junta, Isabel Blanco, durante una entrega de premios.
El paisaje de casas recias, construidas en piedra la mayoría, unas más modernas y otras añosas, realza el mensaje central: facilitar, con tecnología, que los ancianos y personas con alguna discapacidad puedan vivir en su propio hogar, con la mayor autonomía posible, seguridad y confort. Donde quiera que sea.
En directo, dos octogenarios
Según Luis Barriga, director general del IMSERSO (y que habla en clave nacional), “el 96% de las personas quiere permanecer en su hogar”.
La prueba es un escalofriante directo, cámara viva y presentador improvisado, desde el domicilio de un matrimonio octogenario del pueblo, cuya casa se ha llenado de sensores y dispositivos, incluyendo sendas pulseras inteligentes en sus muñecas, con botón de alarma. “Todavía no la he usado”, rezonga él, con graciosa indiferencia.
La pareja cuenta con una “asistenta personal”, de la atención pública y también vecina del pueblo, que está con ellos siete horas al día, de lunes a sábado. El resto del tiempo puede seguir pendiente a través de una aplicación, con inteligencia artificial, que vigila los sensores de posicionamiento (avisadores de dónde están o de una eventual caída), temperatura, humedad, pastillero digital, cámaras, diseñadas para respetar totalmente la intimidad, y un concentrador para las comunicaciones de Telefónica.
Las comunicaciones son, obviamente, uno de los requisitos esenciales, que debe ser solucionado en los núcleos rurales de población dispersa. “Redes y conectividad en todos los territorios”, es la reivindicación de Pablo Gómez, presidente del clúster SIVI.
Se trata de “que las personas puedan vivir donde quieran, en su casa o en nuevos modelos de residencia”, afirma Mañueco. Según los datos que expone el presidente de Castilla y León, el presupuesto para Dependencia ha evolucionado en la Comunidad de 120 a 800 millones. Pero la clave es “que la tecnología [necesaria] llegue a todos los hogares”.
Fijar la población en el territorio
Mañueco destinará “40 millones para que la teleasistencia llegue a 50.000 personas en 2025”. Aprecia que el modelo de atención a través de la red “genera empleo”, porque por cada 100 dependientes hacen falta 76 trabajadores y asevera que el modelo ha de servir también para “fijar la población en el territorio”.
La cuestión que se plantea es cómo y qué tecnologías conviene aplicar. Para responder, “hay que mantenerse muy cercanos a las necesidades sociales y a las tecnologías emergentes”, subraya Julián Andújar, director de la Fundación Tecnología Social (TECSOS).
“Teníamos una debilidad: no sentíamos la necesidad de colaborar hacia fuera”, prosigue, para afirmar que ese planteamiento inicial se ha corregido con el proyecto Orientatech, de colaboración público-privada, en el que participan y colaboran ingenieros, tecnólogos, expertos en atención social, ancianos y discapacitados, para establecer las necesidades y los recursos aprovechables.
“Innovación y tecnología son cosas diferentes”, subraya, abogando por “servicios más personalizados y más preventivos”. Invoca la experiencia de 30 años que cumple ya la teleasistencia.
Y cuenta con el refuerzo de la opinión de Benedicto Caminero, director técnico de atención en esta materia de CyL. “Hay demasiados interlocutores [no usuarios] sobre lo que las personas quieren”, dice, argumentando que los servicios deben estar “ligados al lugar donde viven”, para facilitar un “envejecimiento saludable”.
Intimidad y dignidad
La visión de TECSOS busca el uso de dispositivos e inteligencia artificial para disponer de alarmas tempranas y “ser capaces de actuar antes de que ocurra” algún incidente. Y para que “las personas puedan hacer por si mismas” cosas relacionadas con su “íntimidad y dignidad” sin requerir “ayuda de otros, que no quieren”.
Caminero abunda en que se trata de buscar soluciones técnicas que sean “fáciles de manejar” y que sean “queridas” por los destinatarios y les resulte “fácil adherirse a ellas”.
El enfoque de esta cuestión desde Castilla y León es relevante porque es la segunda región española en porcentaje de envejecimiento, con un 26% de mayores de 64 años (le supera Asturias, 27%).
La misma búsqueda de soluciones atañe también a problemas de discapacidad, como es el caso mostrado en otro directo, durante la segunda jornada, desde Aguilar de Tera. Un joven, tetrapléjico tras un accidente, muestra a la cámara cómo cambia su vida gracias a un ratón óptico, que utiliza con el movimiento de sus ojos, para manejar el ordenador. Una instalación del asistente de voz Alexa le sirve para encender y apagar la luz de su habitación, la radio, un calefactor…
Ha sido necesario instalar en su casa fibra óptica, y no es cuestión menor. Hasta ese momento, su asistente de voz era su propia madre.
El mundo envejece
El envejecimiento de la población es un problema de alcance mundial. “Europa es un continente que envejece”, declara la vicepresidenta de la CE Dubravka Suica, responsable de demografía, en una alocución por vídeo, en la que señala a CyL como “un referente”, en su búsqueda de soluciones.
También es una cuestión que preocupa hondamente en Japón, cuyo Gobierno promueve las soluciones tecnológicas, desde hace muchos años. Pero “no sólo soluciones robóticas, también hay que usar otras tecnologías”, apunta Kenji Matsui.
El experto robótico, que también trabaja en Stanford en actividades de design thinking, apunta que en su país el grupo de mayores de 65 años “va a crecer al 40%, mientras la población total decrece”.
Esto supone que los más mayores tienen que prolongar su actividad laboral: “entre 60 y 64 años, el 70% trabaja, y de los mayores de 75 años todavía lo hace el 10%”.
Matsui destaca el cambio social que se ha producido en la aceptación y utilización de tecnología. “Hace 10 años los viejos no usaban internet. Ahora, como los jóvenes…”.
Pero el problema añadido es que “falta gente para trabajar en los cuidados y cada vez hay menos trabajadores”. La utilización de robots sustitutivos para algunas tareas es sólo una solución parcial. Desde los robots-mascota y conversacionales, para paliar la soledad y afecciones sicológicas, hasta los que ayudan en tareas físicas.
Proyecto Moonshots
Mientras, implicado en el proyecto de innovación profunda de su Gobierno llamado Moonshots, colabora en la búsqueda de nuevos usos y tecnologías que reemplacen u optimicen muchas tareas, no sólo de cuidados, para las que cada vez es más difícil contar con suficientes manos humanas.
Aún quedan otros factores por resolver para abrazar las soluciones tecnológicas. “Cuando se introducen en una fábrica, la fábrica se cambia para adaptarse a los robots. Pero si se introduce en una casa, es el robot el que debe adatarse a ella”, señala Miguel Ángel Salichs.
“Tienen que ser herramientas integradas en un ecosistema asistencial”, remacha Salichs, avisando de otro escollo: “cuando una persona mayor le oye hablar, intenta conversar con el robot como lo haría con un amigo y eso, todavía no es así…”.
Por otra parte, “no es fácil hacer cosas [en este campo] lo bastante baratas para ir al mercado. Todos estamos dispuestos a gastar [hasta] mil euros en un móvil, pero no tanto para poner ese tipo de seguridad en casa. Y la robótica ya no se concibe sin inteligencia artificial”, apunta Juan Manuel Corchado.
“Hay que gestionar las expectativas. Hay unas interacciones que son nuevas y no replican las humanas”, resume Jorgina Díaz, directora de desarrollo de negocio de Alisys.
“El desafío es redifinir [esas relaciones]. Tenemos que ser más flexibles para implementar las tecnologías”, concluye Matsui.