Quien piense que la irrupción de los centros de datos en la agenda pública responde a alguna suerte de milagro económico, que sepa que la realidad dista mucho de esa ilusa visión.
Detrás hay mucho trabajo de los grandes operadores por crear un ecosistema atractivo para la inversión extranjera en nuestro país, por consolidar un plantel de CPD que resulte interesante tanto para hiperescalares como para proveedores de colocation. Y muchas, muchas trabas que han tenido que ser superadas, algunas de ellas todavía no resueltas por completo.
Todos los expertos consultados por D+I - EL ESPAÑOL para la elaboración de la segunda radiografía del sector en nuestro país coinciden en el diagnóstico de las principales dificultades que enfrentan en su día a día: la falta de una red de distribución energética adecuada, la excesiva burocracia o la velocidad acelerada de una demanda creciente a la que dar respuesta.
La distribución energética, el cuello de botella
"El reto más importante que enfrentamos como industria es el acceso a la energía. No tenemos un problema de escasez de energía o de generación, sino de distribución. España produce tres veces más energía de la que consume, y llegaremos a cuatro, además nos nutrimos básicamente de energías renovables. El desafío para nuestro sector se encuentra en el acceso a la red de transporte y distribución", detalla Manuel Giménez, director ejecutivo de SpainDC, a este medio.
A esto, desde la Asociación de Proveedores de Cloud y Data Center (Apecdata), añaden los elevados precios de la electricidad y sus fluctuaciones. "Se estima que el sector de los centros de datos en la Unión Europea experimentará un incremento del 28% en la demanda de energía hasta 2030 en comparación con los datos de 2018, lo que ejercerá aún más presión sobre los recursos energéticos", apunta el presidente de Apecdata, Roberto Beitia, a preguntas de D+I-EL ESPAÑOL.
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La Comisión Europea reconoce la importancia crítica de estas instalaciones para el futuro digital de Europa y en su Estrategia Digital Europea ha destacado la urgente necesidad de convertir los data centers en infraestructuras altamente eficientes en términos energéticos. "Sin embargo, el desafío aumenta al considerar el posible incremento en la demanda de energía de la industria, lo cual podría afectar los planes de descarbonización", previene Beitia.
Un desafío que en España tiene dos variantes más. La mayoría de países europeos cuentan con dos zonas climáticas, mientas que en España hay seis. "Además, en el resto el mayor consumo energético y su variabilidad se centran en los meses fríos, mientras que aquí se requiere un esfuerzo especial para combatir el calor durante los meses de verano", expone el presidente de Apecdta. Lo que, según sus propias palabras, representa una desventaja en términos de rendimiento energético para los centros de datos.
En materia de eficiencia energética todavía hay un amplio margen de mejora. Beitia menciona, en consonancia con el resto de actores de esta industria, que se podía aprovechar el principal residuo que generan, el calor, creando circuitos de intercambio con el entorno, de forma que en invierno se utilice ese excedente para calefacción. "Ello contribuiría a mejorar la aceptación de las infraestructuras de centros de datos por parte del público en general".
Menos burocracia, más colaboración
La demora en la concesión de autorizaciones y la ralentización de los trámites administrativos puede frenar el desarrollo de proyectos y el crecimiento del sector. Así lo cree Giménez, quien aboga por potenciar la colaboración público-privada, acelerando los procesos y el contacto con las Administraciones para dar respuesta a sus necesidades específicas.
"El crecimiento del sector se enfrenta a la necesidad de una mayor colaboración público-privada. Es necesario agilizar regulaciones y trámites administrativos, como las autorizaciones de suelo, de potencia o las licencias de obras. Estos factores condicionan la llegada de proyectos, lo que a su vez repercute en algo más importante y que nos afecta a todos, el crecimiento económico y la transformación digital del país", desgrana el portavoz de Spain DC.
Si analizamos el mapa de los centros de datos en España, y revisamos la hemeroteca, Microsoft anunció su región de datos en Madrid en 2019, pero a día de hoy aún no está plenamente operativa, lo estará "en los próximos meses", confirma a este medio el director de la Región Cloud de Centros de Datos de Microsoft en España, Enrique Ruiz. Una región que cuenta con tres zonas de disponibilidad localizadas en Algete, Meco y San Sebastián de los Reyes, y en cuya ampliación ya están trabajando "con una nueva fase que contará con varios centros de datos adicionales que se construirán en varias localidades".
Otro caso paradigmático es el de Meta. Hace ya casi dos años que anunció la construcción de su centro de datos en Talavera de la Reina, pero su apertura, según fuentes de propia enseña, no está prevista hasta 2030. Los detalles sobre sus intenciones han ido llegando con cuenta gotas y la burocracia se erigió en una barrera casi desde el inicio del proyecto, que está llevando su tiempo superar. No fue hasta finales del año pasado cuando el gobierno de Castilla-La Mancha inició la tramitación para la aprobación definitiva del Proyecto de Singular Interés (PSI) de la propuesta de la compañía de Mark Zuckerberg.
El siguiente paso es la ordenación de un territorio con una extensión de 191 hectáreas, en el polígono Torrehierro, para llevar a cabo las actuaciones de carácter urbanístico necesarias para su ejecución y que supondrán una inversión total de 750 millones de euros, de los que 685 millones estarán destinados a la construcción del centro de datos.
Acelerar los plazos: Dr. Jekyll y Mr. Hyde
La creciente adopción de la nube y la búsqueda de una mayor eficiencia en costes y en impacto medioambiental está trayendo consigo una carrera acelerada por desplegar centros de datos en nuestro país. Una realidad, ayudada también por las presiones regulatorias sobre la soberanía del dato, que trae consigo un curioso fenómeno: los grandes actores digitales deben abrir regiones de datos cada vez más rápido para dar respuesta a tamaña demanda.
Sin embargo, la construcción de un centro de datos puede demorarse entre uno y dos años, a sumar el tiempo de equiparlo. Y antes hay que conseguir los permisos oportunos y, no en pocas ocasiones, realizar mejoras en la infraestructura energética, que pueden tardar hasta siete años por los largos períodos de tramitación. Esto implica que levantar un centro de datos desde cero no ofrece una respuesta inmediata a las necesidades de las empresas y organizaciones en el día de hoy.
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Ante esta barrera, encontramos dos grandes aproximaciones en el mercado. Por un lado, los grandes hiperescalares de la nube (Amazon Web Services o Microsoft) apuestan inequívocamente por construir sus propias instalaciones, normalmente además en regiones separadas de los núcleos que copan los centros de colocation. Es el caso, sin ir más lejos, de sus respectivos campus en Aragón. En su caso, sacrifican el factor tiempo en favor de una personalización completa de sus instalaciones, de una libertad completa de escalar y hacer crecer sus despliegues, y de un control exhaustivo de todos y cada uno de los parámetros de rendimiento, sostenibilidad y gobernanza de sus centros de datos.
Por el contrario, encontramos a otros actores como IBM (cuyo hierro se encuentra ubicado en los centros de Data4, Digital Realty y NTT), Oracle (Telefónica) o Google Cloud (cuya ubicación es desconocida, tanto que en un inicio ni tan siquiera querían confirmar que estuvieran en uno de estos entornos). Son tres ejemplos de otra dinámica, la de instalar sus servidores en los centros de colocation más habituales y donde comparten espacio (que no sala) con todo tipo de empresas y clientes variopintos. Aunque sus equipos son diseñados por ellos mismos y poseen cierta capacidad de personalización, ni pueden controlar todos los detalles de la infraestructura ni tienen libertad para crecer de manera masiva, ya que están limitados al espacio disponible en su proveedor de cabecera.
Los expertos consultados por D+I - EL ESPAÑOL no se mojan a la hora de valorar cuál de las dos aproximaciones es la idónea, si es que alguna es mejor que otra. Por un lado, defienden que la construcción de un centro de datos propio requiere de una importante masa crítica de clientes que vayan a usar sus servicios (algo que aleja a proveedores más pequeños en este mercado como Oracle) y, además, de una considerable inversión económica que tardará años en amortizarse. A su favor, lo ya mentado: la visión a largo plazo, especialmente relevante a la hora de acceder a contratos de gran volumen, está garantizada fuera de cualquier duda.
El tiempo se convierte así en un vector más de decisión, con dos caras, a la hora de tejer la red de centros de datos de los grandes actores de la nube.
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