Europa quiere resucitar su industria microelectrónica. Este lunes, 17 estados miembros -incluida España- sellaron una declaración conjunta para reforzar la inversión y producción de procesadores y semiconductores. Esta alianza se forjó en el marco de una reunión virtual de los ministros europeos de Telecomunicaciones. En representación de nuestro país, firma la declaración el Secretario de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales, Roberto Sánchez.
El objetivo final es reducir la dependencia exterior de Europa de estos chips. Según expone la propia declaración, la UE sólo controla el 10 % del mercado global de semiconductores, valorado en 440.000 millones de euros. “Una nueva realidad geopolítica, industrial y tecnológica está redefiniendo el campo de juego”, expone el documento. “Para garantizar la soberanía y la competitividad tecnológica de Europa, así como nuestra capacidad para abordar desafíos ambientales y sociales clave y nuevos mercados masivos emergentes, debemos fortalecer la capacidad de Europa para desarrollar la próxima generación de procesadores y semiconductores”, continúa.
Los 17 países se comprometen a dos cosas. En primer lugar, cooperar y participar en los esfuerzos para coinvertir en tecnologías de semiconductores a lo largo de toda la cadena de valor. Para ello, entre otras medidas, pondrán en marcha un proyecto de ámbito europeo catalogado como de Interés Común Europeo -lo cual permite la financiación de ayudas públicas bajo criterios más flexibles-. En segundo lugar, los países quieren apoyar el uso de esos semiconductores, para lo que trabajarán en la normalización y estandarización de estas tecnologías.
Concretamente, la declaración está firmada por España, Francia, Alemania, Bélgica, Chipre, Croacia, Estonia, Finlandia, Grecia, Italia, Malta, Países Bajos, Portugal, Rumanía, Austria, Eslovaquia y Eslovenia.
En 2018, los CEO de 11 empresas europeas como Infineon, Bosch, STMMicroelectronics o Fraunhofer firmaron un manifiesto solicitando nuevas inversiones en este sector. La Comisión Europea les escuchó y a finales de año aprobó un macroproyecto con una inversión inicial de 1.750 millones de euros, que movilizaría 8.000 millones. Más recientemente, en 2019, el superordenador MareNostrum 5 del Barcelona Supercomputing Center fue elegido para incorporar una plataforma experimental dedicada a desarrollar nuevas tecnologías "made in Europe" para la futura generación de superordenadores. “Europa necesita desarrollar hardware; si queremos ser soberanos y tecnológicamente independientes necesitamos construir procesadores”, subrayó entonces el director del BSC, Mateo Valero.
Esta declaración conjunta de 17 países europeos supone un importante nuevo paso al frente en esta dirección, a la vista de que son necesarios renovados y reforzafos esfuerzos para asegurar la soberanía tecnológica del viejo continente.