Construir un entorno digital que no "vulnere sistemáticamente" los derechos de los niños: el gran reto social del siglo XXI
Con motivo del Día Mundial de la Infancia, la AETD reclama más regulación y formación para frenar los delitos digitales que sufren niños y adolescentes.
20 noviembre, 2021 03:16Noticias relacionadas
Ciberacoso, sexting sin consentimiento, sextorsion, incitación a conductas dañinas, happy slapping, violencia online en la pareja o expareja, exposición involuntaria a material sexual o violento… Tan sólo en 2020 se presentaron en España más de 3.000 denuncias por abusos en internet contra menores, según Save the Children y basándose en datos del Ministerio de Interior. Entendiendo como menores a aquellos que tienen menos de 18 años.
Un reciente informe de Unicef también revela que el 42% de los adolescentes de nuestro país, de 11 a 18 años, ha recibido mensajes de contenido sexual y un 26% fotos y vídeos. Además, uno de cada 10 ha recibido incluso una proposición sexual de un adulto.
Un panorama desolador y objeto de análisis y debate en la jornada 'Los derechos digitales del menor en la red, organizada por la Asociación Europea para la Transición Digital (AETD).
El foro no sólo quiso poner de manifiesto los preocupantes datos de cómo se vulneran diariamente los derechos de los menores en la red, sino que además trató de encontrar y proponer algunas medidas para luchar contra esta realidad. En ese sentido, Catalina Perazzo, directora de sensibilización y políticas de infancia de Save the Children, alertó de las consecuencias que tienen estos abusos, ya no en el mundo virtual sino en el real “cada vez más difíciles de separar”.
Según Perazzo, entre las consecuencias que estos abusos provocan encontramos desde depresión a pensamientos suicidas o, incluso, que el menor se culpe a sí mismo por haber sido víctima, algo que también acaba derivando en conflictos en el hogar.
Igual de preocupante fue lo aportado por Sonsoles Bartolomé, directora jurídica del Teléfono y Chat ANAR (Ayuda a Niños y Adolescentes en Riesgo) que explicaba cómo, a través de las diferentes líneas de ayuda que ofrecen desde la Fundación (teléfono, chat, email, etc.) el 29% de los casos que atienden está directamente relacionado con la tecnología.
“El gran aumento del consumo digital durante la pandemia, sin los debidos seguimientos y controles parentales tiene mucho que ver con realidades que vimos en la vuelta al colegio, como problemas de conducta, más intentos de suicidio y un aumento espectacular de los casos de autolesiones”, afirmó.
Derechos 'online' de los menores
Regulación y formación, tanto de los menores como de los adultos, fueron las palabras más repetidas por todos los participantes en la jornada. Una regulación que para Ana Caballero, vicepresidenta de la AETD, es “la única posibilidad que tenemos de no estar en manos de grandes plataformas de Estados Unidos y China”.
Y es que, para Caballero, “el gran problema es que vivimos en un entorno digital, absolutamente imprescindible, diseñado a medida de los intereses de las grandes plataformas. Incomprensiblemente, nos hemos acostumbrado a que online ocurran cosas que son impensables en lo offline".
"Compañías que utilizan dispositivos que nos escuchan, que nos localizan, que nos perfilan, que comercian con nuestros datos… y que representan amenazas constantes a los derechos y libertades de los niños y los adolescentes, una población vulnerable”, añade.
Por ello, es tajante: “Lo que es ilegal offline, también lo es online”, y exige que las grandes plataformas y empresas digitales asuman su responsabilidad en la protección de los derechos digitales de los menores.
“Su algoritmo no sabe de problemas de niños y adolescentes. Hay una paradoja llamativa: estas empresas son capaces de ofrecer servicios maravillosos, con algoritmos y con inteligencia artificial y, sin embargo, parece que no pueden poner coto a estas vulneraciones de derechos de los niños y adolescentes".
"¿Por qué no utilizan toda esa tecnología para protegerles, en vez de para captar sus datos y su tiempo? ¿Tan difícil es, por ejemplo, mejorar los mecanismos de control parental y cribar mejor el acceso a los contenidos de Instagram o YouTube?”, apunta.
Regular el valor del dato
Así, para la vicepresidenta de la AETD, el camino tiene que pasar por la formación y la autoconcienciación: “Necesitamos ser conscientes del valor de nuestros datos y empoderar digitalmente a niños y adolescentes, que entiendan que todo en internet deja rastro y que es un entorno maravilloso, pero también con peligros y muchos indeseables”.
Pero, como asegura, lo que es esencial es la regulación y, aunque valora propuestas europeas como la Digital Services Act, la Digital Markets Act Europe o el Reglamento Europeo de Protección de Datos, echa de menos que se regule el valor del mercado del dato.
“Afortunadamente, se han presentado varias propuestas de reglamentos europeos que van a regular el entorno digital: el Reglamento de Servicios Digitales, conocido por DSA en sus siglas en inglés, y que impone obligaciones a los prestadores de servicios digitales; el Reglamento del Mercado Digital (DMA) que pretende regular el mercado y la competencia en lo online; o la propuesta de Reglamento de Inteligencia Artificial, una materia muy necesaria de regular, especialmente en cuanto a la transparencia de algoritmos se refiere".
"Pero no todo es maravilloso –puntualiza–, en la AETD hemos echado de menos que se regule el valor de mercado del dato. Pagar con datos es pagar. Aunque las grandes compañías nos vendan sus servicios como gratuitos (crearte un perfil en una red social, hacer búsquedas de información en buscadores o tener una cuenta de correo electrónico…), los ciudadanos estamos pagándoles con nuestros datos”, explica.
Igualmente, critica que la Ley de Protección a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia, aprobada en nuestro país el pasado mes de junio, apenas aborde el problema de los delitos digitales. “En sesenta artículos que tiene, sólo dos hacen referencia al uso de la tecnología”, denuncia.
En definitiva, señala Caballero, es preciso una mayor regulación pero sobre todo mucho más ágil. “Este es un entorno que se mueve muy rápido. Necesitamos un modelo acorde con los valores de la Unión Europea, pues ahora mismo está diseñado en función de los intereses de empresas chinas y estadounidenses. Estamos dejando a nuestros hijos en sus manos”.