La industria europea de la inteligencia artificial mira ahora expectante a la próxima entrada en vigor de la IA Act, cuyo reglamento íntegro se activará en 2026, tras el acuerdo alcanzado en la noche del 8 de diciembre en Bruselas en una maratoniana negociación de más de 38 horas.
La norma, cuyo texto final aún no se ha hecho público, ve la luz en un momento clave para el desarrollo de esta tecnología que, sin lugar a dudas, marcará el devenir del sector tecnológico mundial en los próximos años.
Las cifras hablan por sí solas. La aplicación de la ley europea de inteligencia artificial podría tener un impacto aún difícil de mesurar en una industria que mueve 33.200 millones de dólares al año en Europa, según datos la consultora IDC.
La ola de la inteligencia artificial que ha seguido a la irrupción de ChatGPT de OpenAI en el mercado hace ahora un año indica que en los próximos años esta tecnología será determinante para el sector tecnológico global y Europa, además, de garantista, no quiere quedarse atrás en su posicionamiento.
¿Servirá la IA Act, con un enfoque basado en el riesgo, para impulsar la innovación en Europa justo en esta coyuntura crítica o, como ya viene exponiendo parte de la industria, podría lastrar su desarrollo?
Cabe recordar que desde que la UE comenzó a trabajar en esta norma hace dos años, los grandes desarrolladores de IA han mostrado sus reparos a que un marco legal tan pionero pudiera ralentizar futuros desarrollos y dejar a Europa en una posición rezagada.
Como ya ha publicado D+I - EL ESPAÑOL tras alcanzarse el acuerdo en la noche del 8 de diciembre, la Asociación de la Industria de la Computación y las Comunicaciones (CCIA Europa) considera que la AI Act corre el riesgo de "ser una oportunidad perdida para Europa".
Al mismo tiempo, en declaraciones a este medio, denuncian que "el texto final se aleja en gran medida del enfoque sensato basado en el riesgo propuesto por la Comisión, que priorizó la innovación sobre la regulación excesivamente prescriptiva".
El temor a "un éxodo de empresas europeas de IA y de talentos que busquen crecer en otros lugares" también queda ahora sobre la mesa y deberá corroborarse en los próximos años.
Tras ChatGPT la democratización de la inteligencia artificial ya no tiene vuelta a atrás y así lo corroboran algunos estudios que describen cómo en los próximos años esta tendencia seguirá en plena expansión no sólo en Europa, sino a escala global.
Según el estudio Apuntes desde la frontera de IA: Modelado del impacto de la inteligencia artificial en la economía mundial de la consultora McKinsey, hacia 2030, alrededor del 70 por ciento de las compañías podrían haber adoptado al menos un tipo de tecnología de IA.
13 billones de dólares adicionales en el mundo
También existen varias barreras capaces de obstaculizar esa rápida adopción y absorción. Por ejemplo, los adoptantes tardíos podrían enfrentar dificultades para generar impacto con la IA, debido a que sus competidores más adelantados ya habrán capturado las oportunidades disponibles y estarán más rezagados en aspectos como capacitación o atracción de talentos.
Sin embargo, en el nivel de adopción promedio realizado por la simulación de la consultora, la IA podría generar actividad económica adicional por un valor estimado en 13 billones de dólares de aquí a 2030, equivalentes a un aumento acumulado del 16 por ciento comparado con el PIB actual o a un crecimiento anual del 1,2 por ciento. De lograrse, este impacto podría compararse con el de otras tecnologías de amplia aplicación a lo largo de la historia.
El mismo informe de McKinsey pone el acento en las consecuencias derivadas en cada país de la gestión interna de la IA. "La inteligencia podría ampliar las brechas entre países, acentuando la división actual en materia digital. Cada nación podría requerir respuestas y estrategias diferentes en función de su tasa de adopción de IA.
De ahí que la industria de la inteligencia artificial en Europa mire ahora con lupa el desarrollo del acuerdo alcanzado en Bruselas.
La Comisión Europea invierte 220 millones en IA
De hecho, consciente de la importancia de posicionar a Europa en el sector de la inteligencia artificial, la Comisión Europea (CE) anunció este verano una inversión de 220 millones de euros, que está desplegando junto con los estados miembros y 128 socios de la investigación, la industria y las organizaciones públicas.
Este montante irá destinado a la cofinanciación de cuatro Instalaciones de Prueba y Experimentación (TEFs, Testing and Experimentation Facilities en inglés) sectoriales relacionadas con la IA.
En concreto, el organismo europeo aportará 110 millones de euros que se extenderán durante cinco años y se enmarcan dentro del programa Europa Digital.
En la misma línea y para tratar de que Europa no pierda su competitividad en el terreno tecnológico mundial, Bruselas alertó a principios de octubre sobre las tecnologías "críticas" que amenazan la relevancia de la región y entre las que, obviamente, se encuentra la inteligencia artificial.
La propuesta pasa por una estrategia que incentiva la promoción de la base económica y la competitividad de la Unión Europea, la protección frente a los riesgos, y la unión de los países para abordar preocupaciones e intereses comunes.
En ella se establecen una serie de medidas para hacer frente a los riesgos relativos a las cadenas de suministro, la seguridad física y cibernética de las infraestructuras críticas, la seguridad tecnológica y las filtraciones y el uso de las dependencias económicas como arma o la coerción económica.
Multas de hasta 35 millones de euros
Los temores de las empresas desarrolladoras de IA también pasan por las consecuencias económicas que conllevará el incumplimiento de la ley europea de inteligencia artificial.
Según los primeros datos y, a falta de conocer la letra pequeña del borrador de la ley que todavía no se ha hecho publico, el incumplimiento de esta normativa pionera conllevará multas que van desde 35 millones de euros o el 7% del volumen de negocios global hasta 7,5 millones o el 1,5% del volumen de negocios, dependiendo de la infracción y el tamaño de la empresa.
Todavía es pronto para certificar el impacto de esta ley en la economía real europea. El futuro aterrizaje de la IA Act en el mercado a partir de ahora demostrará si, como sus defensores sostienen, Europa se convierte en icono de un modelo garantista sin asumir un coste de oportunidad demasiado alto en términos monetarios o si, como parte de la industria ya ha mostrado, se corre el riesgo de echar el freno en un momento crítico para el desarrollo de esta tecnología estratégica.