Santiago Zavala creció con las startups en el desayuno, comida y cena. Nacido en México y criado en Silicon Valley, estuvo rodeado de un entorno de innovación peculiar. Su padre, Santiago Zavala sénior, ha sido partícipe del paso a Estados Unidos de las primeras startups de México que saltaron a California. Era y sigue siendo, un nexo natural entre ambas culturas.
En 2011 lanzó Mexican VC, cuando el venture capital en el país azteca apenas existía. Fue un modesto fondo de 250.000 dólares. Dos años después, se estrenó con 500 Luchadores I, de 3,2 millones de dólares. El nombre era un guiño a los luchadores mexicanos –todo un icono cultural–, a la actitud de superación y también a la llegada de facto de 500 Startups a México.
En 2016 la llegó Luchadores II, con 5,5 millones de dólares. Con Luchadores III, de 17 millones de dólares, van más lejos. El equipo de Zavala quiere invertir en más de 130 compañías en la América Latina de habla hispana.
Para conseguir estos hitos, y levantar inversiones cada vez más notables, han ido demostrando un buen historial y olfato. Entre los éxitos de este fondo se encuentran Clip, que acaba de convertirse en unicornio, con una valoración superior a 2.000 millones de dólares, Konfío, Platzi, Jüsto o Ayenda.
500 Startups, por su parte, especializada en aceleración e inversión en etapa temprana en Silicon Valley, ya ha invertido en más de 1.500 compañías.
Madurez del ecosistema
Zavala repasa con D+I la evolución del ecosistema latinoamericanos y su futuro. “Ha cambiado muchísimo, creo que las dos cosas más evidentes es que hoy hay una buena cantidad de startups en diferentes etapas que están subiendo la barrera en todos los frentes: formando talento, mostrando el impacto de las eficiencias que traen a sus industrias, creando valor y, sobre todo, inspirando a más personas de que es posible construir este tipo de empresas".
"Detrás de eso, hay un ecosistema de soporte interesante que incluye fondos locales e internacionales, proveedores de servicios, academia y gobierno, donde se intenta aumentar las posibilidades de avanzar rápido en cada etapa”, relata.
Entre las sorprensas positivas encuentra la capacidad para definir al cliente. Ahora en el centro, en los comienzo casi una ficción. “Cuando empezamos ni siquiera estábamos asumiendo que la gente tendría un teléfono con internet en su bolsillo, hoy vemos una digitalización acelerada en todos los frentes que ayuda a que estos modelos digitales tengan también mercados más fáciles de convencer".
"Ahora, no todo es miel sobre hojuelas, creo que el crecimiento del ecosistema ha traído también a más jugadores en cada segmento, por lo que la competitividad se vuelve muy relevante para todos”, detalla.
Aunque se crió en Silicon Valley, Zavala considera que viajar por América Latina ha sido su verdadera escuela de vida y emprendimiento: “Me formé en Latam, viajando en eventos de programación y emprendimiento y en contacto siempre con los esfuerzos locales".
"El sentimiento es interesante, creo que es un sueño hecho realidad, una visión que muchos tuvimos desde hace mucho tiempo y que se ha construido en equipo por muchas personas. Creo que era inevitable que pasara, sin embargo igual se siente muy bien saber que está sucediendo y que puede tener un impacto muy positivo para la región”, cuenta.
Talento creciente
Platzi fue una de las primeras invertidas en la carrera de Zavala. Se dedican, precisamente, a la formación, uno de los grandes retos, dada la demanda de perfiles digitales. El inversor destaca cómo se refleja con una subida de salarios en este tipo de habilidades.
Aunque si algo le ilusiona es observar el salto del mundo corporativo a la startup por parte de muchos profesionales: “También vemos a muchas personas formándose dentro de cada startup que está en crecimiento, algunas de ellas empezando a rebasar los 1.000 empleados”.
Durante esta travesía en los fondos Luchadores han contado con un compañero de viaje de excepción, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Zavala aprecia mucho cómo Demand Solutions y WeXchange han sido dos programas de gran impacto.
Entre las muchas lecciones aprendidas en este tiempo, el inversor destaca una: “El poder de la comunidad siempre es mayor que la estimación más optimista que podemos hacer. Si comparamos el ecosistema en 2011, cuando empezamos, y el de este 2021, vemos un resultado exponencial de los esfuerzos de un puñado de personas. Hoy, vemos más esfuerzos, con más capital por miles de startups e inversionistas. ¡Apenas estamos empezando!”.