En el año 1967 la NASA publicaba un informe en el que teorizaba acerca de cómo producir comida a través del CO2 generado por los astronautas al respirar. El objetivo del estudio era dar con soluciones que permitieran a los astronautas generar comida en largos viajes por el espacio, algo que nunca llegó a darse. El estudio quedó guardado en el archivo de la agencia espacial norteamericana, pero ahora ha sido revivido por un grupo de científicos.
Lisa Dyson y John Reed son los fundadores de la startup californiana Air Protein. Ambos trabajaban en el Departamento de Energía de la ciudad de Berkeley cuando decidieron montar un proyecto centrado en aliviar los elementos responsables del cambio climático dentro de la industria cárnica.
Efectivamente, esta industria es una de las que más dióxido de carbono emiten, superando incluso a la del transporte. Se calcula que la agricultura y la industria cárnica emiten un 24% de los gases de efecto invernadero.
Con el aumento de la población global, los problemas no harán más que agravarse, por lo que urgen soluciones que permitan alimentar a la humanidad, pero reduciendo de manera considerable el impacto en el medio ambiente.
De aire a carne en cuatro días
En 2019, Dyson y Reed fundaron la compañía que tiene como objetivo convertir el CO2 en harina de proteína. El equipo usa un proceso de fermentación en el que se produce una combinación de oxígeno, agua, minerales, nitrógeno y, por supuesto, el ingrediente estrella, el dióxido de carbono. Es similar al que se emplea para hacer yogur, el queso o la cerveza.
Así es como se obtiene la proteína. A continuación, la harina se expone a otro proceso de presión y exposición de temperatura para conseguir la textura tradicional de las carnes. Esta parte del proceso es similar a la que vemos en otras startups que producen carnes veganas, como Beyond Meat. El objetivo es que el resultado final se asimile lo más posible a la carne para que el usuario apenas note la diferencia.
La startup tiene como objetivo generar carne a mayor velocidad que la industria cárnica y empleando una cantidad mucho menor de recursos en el transcurso del tiempo. Air Protein requiere de menos agua y se apoya en energías renovables para impulsar sus plantas, que ocupan mucho menos espacio que las granjas tradicionales.
La carne fermentada a través de este proceso se puede producir en tan solo cuatro días. En comparación, las plantas de soja, la alternativa vegana, tardan dos meses en completar su proceso. Las industrias tradicionales tardan mucho más: el pollo cinco meses y la carne dos años.
En un futuro, la compañía aspira a aprovechar el dióxido de carbono captado de la atmósfera para la producción de la carne. Para ello trabajará directamente con plantas de captación de gases contaminantes, una nueva industria que está surgiendo con fuerza ante la necesidad de acciones drásticas en este contexto histórico. California es uno de los estados que va en cabeza, ofreciendo ayudas públicas a aquellas compañías.
Desde Air Protein aseguran que su proteína es rica en vitaminas, minerales y nutrientes. Durante el proceso de fermentación, no se emplean elementos modificados genéticamente, hormonas, ni pesticidas, una serie de elementos que afectan negativamente la producción tradicional de la carne, verduras y vegetales.
En su última ronda, que tuvo lugar a principios de año, la compañía lograba captar un total de 32 millones de dólares hasta la fecha. Ahora, entre sus próximos objetivos, queda pendiente otorgarle sabor a su producto.